El 22 de febrero de 1988 se reguló por Real Decreto, por primera vez en España, la incorporación de la mujer en los Cuerpos de Ingenieros de los Ejércitos y de los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas. Se iniciaba así un proceso normativo, pero también profesional y social, que fue dando respuesta a las cada vez más exigentes expectativas de las mujeres con vocación militar.
Casi 40 años después, nuestras Fuerzas Armadas son el reflejo de una sociedad, como la española, plural e igualitaria. Algo que supone un orgullo, como lo es, también, que la Princesa Leonor, que está llamada a ser la futura jefa del Estado y mando supremo de los Ejércitos, haya comenzado su formación militar y lo haya hecho en un clima de cálida acogida.
Como ministra de Defensa y ciudadana, es un orgullo ser testigo de cómo la Princesa de Asturias se ha convertido en un miembro más de las Fuerzas Armadas, y una satisfacción inmensa ver que su ejemplo cala entre las jóvenes que, cada vez más, se interesan por incorporarse a la vida militar.
Siempre he creído en los grandes valores que conlleva la vida de un militar, de vocación de servicio, lealtad, amor a España, liderazgo y compromiso con los ciudadanos. Valores que, unidos a una exigente formación, hacen que nuestras Fuerzas Armadas sean valoradas allá donde tienen presencia. Una presencia que ha traspasado el ámbito militar y que cuenta con una visibilidad más heterogénea, gracias a la incorporación de la mujer y, más recientemente, de la Princesa.
En las Fuerzas Armadas se puede aspirar a una gran carrera profesional en muchos ámbitos, desde los puestos operativos en primera línea hasta los más tecnológicos o facultativos, como la sanidad, el derecho o la economía. En estos cuerpos y especialidades, las solicitudes de ingreso de mujeres han superado en algunos casos a las de los hombres.
Estos datos son esperanzadores en una España que ya supera el 13% de mujeres en sus Fuerzas Armadas, nueve de ellas generales, lo que le sitúa en la media alta de los países de la OTAN y por encima de los países de su entorno en cuanto a mujeres militares desplegadas en operaciones internacionales.
El Ministerio de Defensa siempre ha trabajado por una decidida política institucional y normativa dirigida a garantizar la integración real y plena de la mujer en las Fuerzas Armadas, y su conciliación con la vida familiar. Y vamos a seguir haciéndolo para que quede muy alto el papel de las mujeres militares españolas.
Ellas demuestran cada día, ahora con la Princesa a la cabeza, que son sobradamente capaces de ser las mejores líderes en lo que se propongan, porque dentro de las Fuerzas Armadas hay sitio de sobra para el talento.
La Princesa Leonor ya puede acreditar que forma parte de una gran familia, en la que el papel de la mujer es esencial para hacer de nuestras Fuerzas Armadas un gran ejemplo a seguir, tanto dentro como fuera de España, donde nuestros hombres y mujeres son muy apreciados y respetados, en defensa de la paz.