Yara Gambirasio: llega a Netflix el caso que traumatizó a Italia

La joven, una excelencia en la gimnasia rítmica, desapareció con 13 años a poca distancia de su casa y abrió un caso lleno de aristas y aún muy complejo a día de hoy

Netflix rescata la historia de Yara Gambirasio, una joven de 13 años asesinada en 2010 en Italia Javier Cuadrado

Una tarde fría de finales de noviembre de 2010 en Brembate di Sopra, un pueblo de unas ocho mil personas, cerca de Bérgamo, a los pies de los Alpes, Yara Gambirasio, de solo 13 años, desaparece. La joven había ido a llevar una minicadena al centro deportivo en el que entrenaba, era una estrella incipiente de la gimnasia rítmica, a menos de un kilómetro de su casa, y nunca volvió. Esa misma noche, ante la preocupación y el desconcierto de que su hija no diese ninguna señal de vida, sus padres denunciaron la desaparición y empezó, ahí, un infierno para una familia, para toda una zona, consternada, pero también para un país. Los medios de comunicación y su cobertura del suceso elevaron el caso a nivel nacional, incidiendo sobre las miles de preguntas, algunas de ellas aún sin responder, y sobre los detalles de lo que siempre pareció un feminicidio, pero para el que nunca pudo demostrarse un móvil concreto.

Ahora Netflix acaba de estrenar un documental en el que pretende volver a sacar a la luz algunas preguntas aún sin respuesta y todas las peculiaridades de un caso caracterizado, no solo por la desaparición y las circunstancias en las que se encontró el cuerpo, sino por una investigación en la que, entre otras cosas, se realizó una prueba de ADN a 25.700 personas. Así, en octubre de 2016, casi seis años después de que Yara se despidiese de su madre para no volver nunca más, la justicia condenó a cadena perpetua a Massimo Bossetti, obrero de la construcción, que sería el causante de su desaparición y luego la habría agredido sin terminar con su vida, de hecho fue el frío y la debilidad de las heridas, junto con la inanición, las causas de la muerte. Pero en esos años, hasta 2018 que el Tribunal Supremo confirmó la condena, ocurrió todo lo inimaginable.

La familia no participa en el documental

Tras las primeras semanas después de la desaparición, la familia de Yara, sus padres y sus hermanos, mantenían la esperanza de que aún estuviese viva, visto que el cuerpo no aparecía a pesar de las búsquedas de la policía. De hecho llama la atención en el documental la ausencia de la familia, que se presume que no ha querido revivir el drama y participar en el relato, que se colma con los mensajes que la madre de la víctima iba dejando día tras día en su buzón de voz para desahogarse y en las interceptaciones telefónicas. Tres largos meses después de la desaparición, aparece de forma completamente accidental el cuerpo a unos 10 kilómetros de su pueblo en un campo. Una zona ya abatida inicialmente en numerosas ocasiones por las fuerzas del orden, lo que inicia a arrojar dudas, las primeras de muchas que vendrán, sobre la investigación.

El cuerpo aparece en avanzado estado de descomposición y nunca fueron encontradas señales de móvil sexual, aunque una esquina de las bragas que llevaba el día que desapareció y con las que fue encontrada Yara, completamente vestida, habían sido cortadas y colgaban fuera de las mallas de hacer deporte. En ese pedazo de tejido se encuentra la única gran prueba de ADN en la que se centra la investigación que dará, hasta el final, y eso es lo que intenta demostrar este documental, mucho que hablar. De hecho en todo el cuerpo había otros elementos de ADN que no se persiguieron en profundidad. Netflix trabaja con dos líneas temporales simultáneas, la de la investigación posterior a la desaparición y la de la entrada en la cárcel de Massimo Bossetti, que ofrece una entrevista en exclusiva dando su versión de los hechos y defendiendo su inocencia, algo que mantiene desde junio de 2014 cuando es arrestado mientras trabajaba en una obra. En el momento en el que llegó la policía intentó escapar y esto se le echará en cara hasta el final.

Esa es una más de las incongruencias en el discurso de Massimo Bossetti, como también la versión sobre dónde estaba aquella noche o la petición que le hizo a su mujer, cuando ya estaba detenido, de que tirase unos cuchillos que guardaba en casa. Aun así, todos estos elementos no son probatorios del delito, sin embargo la prueba de ADN sí, y es ahí donde la acusación se centra para condenarlo a cadena perpetua. La investigación necesitó realizar casi 26.000 pruebas para poder llegar a un nivel de compatibilidad muy alta, casi del 100% con el “desconocido 1”, como lo nombran en el caso, que finalmente se identificó con Bossetti. Pero, el recorrido que hace parece sacado de una ficción más que de un caso real. Para llegar a él se llega primero a un hombre, muerto años antes, en 1999, que tiene una gran coincidencia con el perfil genético de la persona que busca la investigación.

Sin embargo, la persona que se busca no comparte árbol genealógico con su familia, sino con una mujer con la que habría tenido una relación afectiva muchos años atrás. Ahí se busca a una mujer, a partir de un determinado año, y se llega a la madre de Massimo Bossetti. Lo cual deja al descubierto que esta mujer no tuvo a su hijo, acusado de la muerte de Yara Gambirasio, con su marido, sino en una relación extramatrimonial con este hombre ya fallecido. A través de este dato se llega definitivamente a confirmar que el obrero de la construcción es la única persona que encaja en ese perfil genético y se le detiene tras una falsa prueba de tráfico en la que se extrae su ADN. De todas formas, las dudas sobre el procedimiento, sobre la imposibilidad de volver a realizar la prueba o sobre algunos errores en la comparación de los perfiles genéticos empañan la decisión final de la justicia.

El documental pone sobre la mesa una serie de puntos interrogantes sobre la resolución del caso a través de expertos, fuentes directas que trabajaron en la investigación, periodistas que siguieron durante meses y años la noticia e incluso el único culpable, Massimo Bossetti, y su mujer, que lo defendió y defiende aún a día de hoy. Uno de estos periodistas es Luca Telese, famoso conductor televisivo en Italia, que reflexiona para Artículo14 sobre las particularidades de este caso que define como “una de las investigaciones peor realizadas en la historia de Italia”. Considera, además, que esta puede ser una sentencia que podría convertirse en un modelo de lo que no debería ocurrir: el ADN es un indicio, pero no la prueba decisiva de un delito, que para ser probado, necesita más elementos.

Todas las mujeres de esta historia

La primera, la víctima, Yara Gambirasio, una joven más desaparecida en extrañas circunstancias. La segunda su madre, la tercera la mujer de Massimo Bossetti, después la fiscal del caso Letizia Ruggieri, también la genetista o la madre del condenado, personaje principal del filón de la historia relacionado con el ADN. “Es una especie de coro de una tragedia griega. Piensa que en el giro que hace esta historia, el imputado descubre en la cárcel que su padre no es su padre biológico, que su hermano es hijo también de un tercer hombre y que su mujer lo ha engañado. Todo esto por una prueba de ADN que lo vincula a la muerte de una joven de 13 años”, explica el periodista.

Durante las audiencias, que presenció una a una, reconoce que se dieron escenas completamente irreales debido a los errores que iban emergiendo de la investigación y que refleja el documental, como cuando se descubrió que las miles de pruebas de ADN a los ciudadanos del pueblo se estaban cotejando con el material genético de la víctima, en vez de con el del sospechoso y eran meses de trabajo tirados a la basura. De hecho, ahora se conoce un matiz que hasta ahora parecía completamente en la sombra, la fiscal del caso Ruggieri es investigada por haber comprometido la conservación de algunas pruebas. Otro matiz más, otra duda, en el caso de Yara Gambirasio que sigue, quince años después, conmoviendo a Italia.

 

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