En España, casi la mitad de los delitos contra la libertad sexual (48,8%) los sufren niños, niñas y adolescentes…que sepamos. La cifra no es pequeña: 8.317 denuncias en 2021, por ejemplo. Y eso es sólo” lo que se ve”. Y “lo que se ve” es solo el 15% de lo que en realidad hay. Es lo que se estima. El abuso sexual infantil es un grito sordo, unos “trapos sucios que se lavan en casa”… Un secreto que la sociedad no ve porque quizá no sabe o no quiere mirar.
¿Quiénes son las víctimas?
Niñas de 11 años. Es el perfil más común de víctima. Pero… profundicemos en los datos. Según un informe de Save The Children, en el 80,3% de los casos la agredida era niña o una adolescente. Entre 2021 y 2022, en el 50,4% las agresiones se produjeron entre los 10 y los 14 años… pero es que el 21,8% de ellas sufrieron los abusos cuando solo tenían entre 5 y 9 años. Una barbaridad. Además, en casi el 4% de los casos, la víctima tenía algún tipo de discapacidad. Lo más habitual, atendiendo a las sentencias, es que los casos tengan una sola víctima (68,6%), pero en algunos han sido hasta 7.
Los niños también sufren agresiones, pero en menor medida. La edad media a la que son agredidos por primera vez es prácticamente la misma que en las niñas: los 11 años.
¿Quiénes son los agresores?
Una sospechosa furgoneta blanca a la vuelta de la esquina. Un desconocido que reparte chucherías a la puerta de un colegio. Un depredador que acecha por la noche, un loco… La mente tendería a imaginar un agresor de este tipo y quizá solo acertaría en una cosa: suelen ser hombres. El resto del retrato robot que diseñamos del agresor sexual de menores dista muchísimo de la realidad. Porque 8 de cada 10 pertenecían al entorno cercano de la víctima: un profesor que “pincha” cuando da besos, un amigo de la familia, el novio de la madre, un padre que hace daño cuando da “con la pichurra en el culete”…
En el 40,6% de los casos, el agresor pertenecía al círculo más íntimo, más familiar de la víctima. En el 42,3% era un conocido y solo en el 17,2% de los casos, era esa persona totalmente desconocida. Los datos indican que desconfiamos de quien no debemos. O quizá, que confiamos demasiado en esa idea de “si estuviera pasando, yo lo sabría”. No es tan sencillo. Unas veces cuesta verlo. Otras, lo complicado es aceptarlo.
Además, los antecedentes tampoco suelen ser un indicador fiable: 7 de cada 10 agresores no los tenía. Y, cuando sí, solo en el 4% de los casos eran por agresiones sexuales.
Cuando la denuncia llega, suelen ser la madre (28% de los casos ) o la propia víctima (20,9% de los casos) quienes la hacen . Después, se inician procesos judiciales que suelen ser largos, a veces de más de tres años, en los que la víctima suele tener que repetir hasta 3 veces su testimonio. En el 88,3% de los casos, llega a haber una condena.