016/Ni una más

Víctimas que recaen: por qué es tan importante hacer seguimientos a las mujeres hasta que se recuperen

El asesino de Lorena la convenció para volver a convivir a pesar de haberle denunciado. Había tenido órdenes de alejamiento de otras cuatro parejas y una de ellas asesinó a su padrastro

Se puede interiorizar la violencia, naturalizarla. No llegar a distinguir dónde empieza y acaba el maltrato, no entender qué es y qué no aceptable en una relación. Las consecuencias psicológicas de los malos tratos son numerosas y variadas. No todas las mujeres necesitan la misma atención ni se recuperan de igual manera. De media, y con los pocos datos existentes, se calcula que la rehabilitación de las víctimas oscila entre los seis y ocho años, según las expertas. Se necesita tiempo porque tienen que entender primero qué les ha llevado a convertirse en víctimas, por qué han caído en las garras de un maltratador. Tiene una explicación. Además, deben reconstruirse y olvidar esa voz que les repetía una y otra vez que no valían nada. Son mujeres que han sido dañadas, torturadas y las heridas perduran más que las propias condenas y las órdenes de alejamiento. Están hundidas, destruidas, muchas han adoptado una conducta de indefensión aprendida y no son capaces de abandonar a sus maltratadores ni el ciclo de la violencia.

Una de cada diez víctimas, vuelve con su agresor

Todas esas circunstancias las convierten en presas fáciles para los narcisistas y machistas reincidentes. La rehabilitación de las víctimas de violencia no es sencilla, ni siquiera cuando han dado el paso de denunciar. El peligro de volver a caer en las garras de su verdugo son altas. Chelo Álvarez, psicóloga y presidenta de la asociación Alanna, cifra en una de cada diez mujeres el porcentaje que retoma la relación tras una denuncia. “Si una víctima no tiene psicoterapia feminista frecuente y a largo plazo, tiene muchas posibilidades de que en su vida aparezca un victimario. Entender por qué las encuentran, por qué repiten el patrón es la clave para no ser víctima y ser resiliente“, explica.

La historia de Lorena es un ejemplo de cómo algunas víctimas no han recibido una atención adecuada y, por tanto, no se recuperan. Esta mujer de 45 años se encontraba en una situación delicada. Era “muy vulnerable” tal y como la describió ayer la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé. Lorena murió asesinada por su pareja. Le había denunciado. Existían tres sentencias condenatorias: por violencia de género, amenazas y por quebrantar una orden de alejamiento. Por este último delito, el asesino, incluso, pasó ocho meses en prisión, pero de alguna manera, al salir de la cárcel, encontró la forma de convencer a Lorena de que todo podía cambiar y ella, le creyó. El pasado lunes hallaban su cuerpo en su domicilio. Fue el propio homicida quien avisó de lo había ocurrido, lo hizo a unos cuantos kilómetros de distancia, en una comisaría de Barcelona.

Su expareja asesinó a su padrastro

Lorena convivía con la violencia desde hacía años. Según cuenta el diario Mediterráneo llegó a tener órdenes de alejamiento de cuatro parejas distintas. Una de ellas también intentó matarla, pero se salvó porque estaba en un centro de protección 24 horas. Se llamaba Antonio Juan Tellado y en 2018 se presentó en casa de los padres de Lorena para acabar con su vida. Los retuvo contra su voluntad y al percatarse de que no estaba y no podía dañarla intentó agredir sexualmente a la hija de Lorena. La empezó a desnudar y cuando el padrastro de Lorena intentó evitarlo, Tellado le apuñaló hasta la muerte.

Fue un mazazo. Lorena estaba muy unida a su padrastro, Casimiro Díaz, al que llamaban Boni, tenía devoción por él. Tellado fue condenado a 40 años de prisión por asesinato, agresión sexual y lesiones. Mientras esperaba este juicio tuvo que rendir cuentas también con Lorena y se sentó en el banquillo para ser juzgado por encerrarla bajo llave durante varios días, quitarle el teléfono y realizarle todo tipo de vejaciones. Fue sentenciado a 23 años más de cárcel.

Seguimientos psicológicos a largo plazo

Hasta ese punto es complicado abandonar la violencia cuando no tienes herramientas para hacerle frente y así de difícil es reconstruir a una víctima para que no recaiga. Por eso, Álvarez insiste en la importancia de realizar seguimientos a estas mujeres una vez que piden ayuda. No solo policiales, si no psicológicos. De hecho, la terapia es la mejor receta para reconstruir a estas víctimas y evitar así una posible recaída. “Son mujeres con problemas y les dan cita en los centros 24 horas con la psicóloga cada muchos meses, así es imposible ayudarlas. Hay mujeres muy dañadas que necesitan atención psicológica diaria”, apunta.

Porque mientras el sistema intenta sanar a esa víctima, el maltratador no descansa y busca la manera de llegar hasta ella. Son mujeres vulnerables a las que no se protege de forma adecuada. No se piensa en su reparación y su rehabilitación. “Ni en salud mental ni en los recursos especializados se da, en general,  esta atención personalizada y es un fallo del sistema que hace que muchas mujeres repitan. Ellas son presas fáciles para los victimarios. Hay que pensar que tras una relación de violencia aparece sintomatología: estado ansioso depresivo, llegar a creer que no eres nadie, que no puedes salir adelante sola. El estrés postraumático debe ser trabajado desde una óptica feminista, una óptica que te haga llegar a entender la estructura patriarcal en la que hemos sido educadas. Llegar ahí, requiere de un especialista y requiere tiempo“, finaliza.

 

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