El lunes Luz (nombre ficticio) entró en pánico. Su ex pareja la llamó por teléfono y entre gritos e insultos la volvió a amenazar: “Voy a quemar la casa contigo y el bebé dentro“, le advirtió. No era la primera vez, sino la tercera, que su maltratador rompía la orden de alejamiento, a pesar de estar desterrado en otra provincia por mandato judicial. Luz es colombiana y no tiene a nadie en España. Vive aislada en el campo, en una casa con techo de chapa, a siete kilómetros del pueblo más cercano y con un bebé de ocho meses. No tiene medio de transporte, ni, a veces, agua o luz.
Llegó a España hace dos años, encontró trabajo y pronto conoció por internet a un joven español. El principio de la relación fue bueno, en muy poco tiempo se quedó embarazada, se casaron y todo cambió. La fue aislando poco a poco, la convenció para dejar el trabajo y al hacerlo, perdió su independencia económica. Se fueron a vivir en mitad de la nada y los insultos y los desmanes se convirtieron en rutina. Más tarde llegaron los golpes, el bebé y las amenazas.
“Tengo trabajo, casa y soy español”
Cuando creyó que su vida y la del recién nacido corría peligro, en abril, se atrevió a denunciar, muerta de miedo. Lo hizo a pesar de que su maltratador le repetía de forma incesante que él tenía trabajo, tenía familia, tenía casa y era español. Que nadie la iba a creer, que no valía nada ni ella, ni su palabra.
En un primer momento, y ante la gravedad de los hechos, a Luz la trasladaron a una casa de emergencia, pero este tipo de viviendas no solo se atiende a víctimas de violencia de género, si no a todo tipo de personas en una situación vulnerable. Estaba sola, con un bebé, y como suele ser habitual en estos casos, le perdonó y volvió con él. No es fácil romper el ciclo de violencia y menos aún cuando no tienes cerca a nadie que te pueda ayudar y acompañar.
En el pueblo vive la familia del maltratador
Sin embargo, las cosas no cambiaron y el temor siguió creciendo. A él le condenaron y le obligaron a abandonar el pueblo, pero allí vivía todavía toda su familia. Son ellos, los padres del maltratador, quienes le cortan la luz y el agua según se les antoja, cree ella. Y eso, a pesar de que es a su nieto a quien, a la postre, están dañando.
Según fuentes cercanas al caso, Luz le tiene pánico a su ex pareja. Ha conseguido convencerla de que sus dotes con la brujería van a influir en el devenir de su vida y de que puede controlarla a través de unos ritos. De que tarde o temprano, pagará por haber roto el silencio y haberle expuesto como un maltratador de libro.
Solo trabajan por la mañana
En cualquier caso, el lunes, Luz estaba atemorizada. Aunque él vive en otra provincia, nada le impide viajar hasta Andalucía, donde ocurrieron los hechos y cumplir sus amenazas. Y esa posibilidad dejó a esta joven colombiana indefensa, con ansiedad y sin tener a nadie cerca a quien pedir ayuda. Por eso, cogió fuerzas y bajó al pueblo andando con su bebé en brazos para denunciar las amenazas y el quebrantamiento de la orden de alejamiento.
Cuando llegó al puesto de la Guardia Civil de un municipio de 13.000 habitantes de la provincia de Málaga estaba cerrado porque solo trabajan por la mañana. Ya que se había recorrido el camino, decidió llamar por teléfono y la llamada saltó a la centralita de un municipio vecino. Ella explicó su situación y el agente le dijo que podía poner la denuncia si se trasladaba hasta allí. La distancia entre ambos pueblos es de 27 kilómetros y media hora en coche. La patrulla del pueblo al que bajó andando estaba en ese momento, según fuentes del instituto armado, trasladando a un detenido a Málaga capital, así que no podían acercarla, le aseguraron. En ningún momento se ofrecieron a ir a por ella y atenderla una vez finalizada esa gestión.
Ha pasado a ser una víctima de riesgo extremo
Luz, con el cansancio, el miedo y el bebé tuvo que volver otros siete kilómetros hasta su casa sin que nadie la hubiese ayudado o la hubiera indicado dónde podía acudir. Se da la circunstancia de que Luz era considerada, en ese momento, como una víctima de riesgo alto. Es decir, las autoridades creen que su vida corre un riesgo y que las amenazas de su ex pareja se pueden materializar ¿Qué hubiese pasado si su maltratador hubiese cumplido su amenaza? ¿Cómo se puede dejar a una víctima tan vulnerable, con un bebé de meses volver a casa sola?
Fuentes de la Guardia Civil aseguran que realizaron una llamada a la ex pareja y confirmaron, vía telefónica, que se encontraba fuera de la provincia. No hicieron más gestiones ni acudieron a visitarla. Al día siguiente, Luz volvió a hacer su camino y por fin, pudo poner la denuncia. Su maltratador fue detenido y su riesgo ha pasado de ser alto a extremo. Sigue teniendo mucho miedo y está a la espera de que la admitan en una casa de acogida lejos de Málaga. Se ha esquivado la tragedia, pero la historia podría haber sido muy distinta.