Apenas unos días después de que concluyera el juicio, este jueves se hizo pública la sentencia del caso Rubiales. Treinta y seis páginas en las que el magistrado José Manuel Fernández-Prieto razona su decisión de condenar a Luis Rubiales por agresión sexual, pero lo absuelve a él y a los otros tres acusados del delito de coacciones. Ana Méndez, abogada especialista en violencia machista, analiza para Artículo14 el fallo de la Audiencia Nacional.
Un avance que se reconozca la agresión sexual
“Es una sentencia agridulce. Por un lado, valoro positivamente el reconocimiento de que un beso que tanto la defensa como gran parte de la población consideraban únicamente inapropiado, pero en ningún caso constitutivo de delito, haya sido calificado como agresión sexual. Es un gran paso, fundamental y un avance. Sin embargo, aunque sé que la ley establece en el artículo 178.4, en el apartado cuarto la posibilidad de determinar que, al no ser una agresión sexual de gran entidad, se aplique una pena de multa de 18 a 24 meses, me pregunto: ¿era de poca entidad? Considero que no”, apunta.
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Jenni Hermoso a su llegada a la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares
Multa: la cuota y el tiempo son bajos
La fiscal Marta Durántez, en sus conclusiones provisionales, explicó que consideraba la agresión más grave porque ocurrió ante millones de espectadores. Méndez señala que el magistrado “lo utiliza incluso como un elemento de minusvaloración”, ya que, en lugar de aplicar la pena máxima dentro del margen legal, impone la mínima: 18 meses de multa a razón de veinte euros diarios.
“Me parece que, como señala la sentencia, este señor tiene capacidad económica suficiente. Por lo tanto, no solo la cuota es baja, sino también el tiempo. Comparto lo que dijo la fiscal en su informe: el hecho tuvo muchísima relevancia por el impacto del contexto en el que ocurrió. De la misma manera que hubo una ola de apoyo a Jenni Hermoso, también existió una ola de absoluto descrédito“, subraya Méndez.
“No soy punitivista, pero creo que los símbolos son importantes. No es lo mismo decir ‘10.800 euros de multa en 18 meses’ que ‘un año de prisión’. “Cuando se pretende trasladar el mensaje de que un beso no consentido es una agresión sexual, y más en el marco en el que se produjo, con las consecuencias que tuvo —no solo por la reproducción mediática del acto, sino por la manera en que el acusado lo gestionó—, la pena debería haber sido más contundente”, argumenta.
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Vista de la pantalla en la sala de prensa de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares EFE/ Fernando Villar
¿No existía una relación de superioridad?
Otro aspecto que ha llamado la atención de Méndez es que la sentencia sostiene que, aunque Rubiales era presidente de la RFEF, no se prevalió de su cargo ni ejerció una relación de superioridad sobre la víctima. “Estaba allí por su condición de presidente, lo cual hace que esta afirmación sea un tanto contradictoria. En mi opinión, sí existía una clara relación de superioridad con respecto a la víctima. Además, se puede encuadrar dentro del resto de actuaciones posteriores, como el intento de persuadirla a través de terceros para restarle importancia al hecho”, sostiene la abogada.
La euforia y la cultura de la violación
Uno de los puntos más cuestionables de la sentencia es la afirmación del magistrado de que, aunque se trató de un “acto reprobable”, ocurrió en un contexto de euforia por la celebración. “Está legitimando o, de alguna manera, justificando que el agresor, en medio de la euforia, haya actuado de esa forma. Esto es cultura de la violación pura y dura. ¿Eso significa que, si se acercan a una trabajadora, le tocan el trasero y la arrincona contra una pared, su conducta queda justificada o es menos grave por la euforia del momento?”, se pregunta Méndez.
Las coacciones: que no haya violencia física no significa que no haya violencia
En cuanto a la absolución por el delito de coacciones, Méndez aclara que no ha visto el escrito de acusación, pero señala que, si bien la violencia física no estuvo presente, eso no implica que no hubiera violencia. “La violencia o intimidación no tiene por qué ser física; también puede ser psicológica. En este caso, hubo un claro hostigamiento hacia Hermoso en un período de tiempo muy corto, lo que podría encuadrarse en un delito de coacciones o en otros delitos que coartan la libertad de la víctima y que podrían haber sido aplicados”, explica.
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Marta Durántez, la Fiscal del Caso Rubiales
Una sentencia breve y sin argumentación sobre la presunción de inocencia
“Me ha sorprendido la brevedad de la sentencia. Se agradece que no sea excesivamente extensa, pero estoy acostumbrada a fallos más detallados. Echo en falta, por ejemplo, una argumentación sólida sobre la destrucción de la presunción de inocencia. Normalmente, se debe justificar con la ausencia de incredibilidad subjetiva, la verosimilitud del testimonio y la persistencia en la incriminación. En definitiva, una sentencia agridulce”, concluye.