Una de cada cuatro mujeres que ha sufrido violencia física o sexual de alguna pareja ha pensado en terminar con su vida. Este escalofriante dato lo aporta la última Macroencuesta del Gobierno contra la Violencia de Género. Además, se estima que las mujeres que han sido víctimas de violencia de género tienen cinco veces más de probabilidades de tener pensamientos suicidas.
Laura Salgado, psicóloga experta en violencia machista de la Asociación Alma, explica que la gran mayoría de víctimas que acuden a ella, en alguna ocasión han querido acabar con su vida. Así mismo asegura que es “comprensible” que las mujeres que han sufrido violencia machista tengan ideas suicidas dado que son “personas que se han visto privadas de sus derechos humanos básicos y que viven una situación de violencia constante”.
Las terapias son claves para la prevención del suicidio
“Se nos ha repetido sistemáticamente que no tenemos ningún valor y que no merecemos nada. También se nos ha dicho que la única persona que va a estar con nosotras siempre es el maltratador, con lo que esto conlleva”, indica Salgado. Con este pensamiento en la mente de las víctimas, “contemplan el suicidio como la única salida”. Sin embargo, a través de la terapia se pueden prevenir este tipos de pensamientos. La psicóloga establece que debe ponerse el foco en “los motivos por los cuales ven el suicidio como una salida”.
Desde su experiencia, dos de los motivos más comunes por los que una víctima quiere acabar con su vida es por “el aislamiento social y por la falta de un proyecto de vida“. Es por ello que, desde la asociación, intentan buscar actividades y aficiones grupales entre sus miembros para que estas mujeres conozcan a nuevas amistades. Si han perdido su “propósito vital” entonces tratan de reconstruirlo o buscan uno nuevo “a través del autoconocimiento”.
Además, desde la terapia les proporcionan “herramientas que les permitan, de forma más o menos autónoma, solventar y reconstruir sus vidas. Podrán tomar conciencia y comprobar que es posible tener una vida digna más allá de lo que le hayan hecho creer”.
Se necesita más formación y recursos
Tratar la violencia de género y el suicidio no es un asunto fácil. Aunque debería ser primordial. Muchas mujeres piden ayuda cuando ya han conseguido salir de una relación de maltrato. Sin embargo, la mayoría no se atreve a dar el paso. Es por ello que esta necesidad, según Salgado, recae sobre los centros de salud. “Cuando sentimos ansiedad o sufrimiento solemos ir al médico de cabecera“, explica la psicóloga de la Asociación Alma. Es por ello que, Salgado asegura que estos centros necesitan “más formación, sensibilización y concienciación”. Además de “los recursos necesarios” para poder atender debidamente a estas mujeres.
Salgado recuerda que varias pacientes le contaron que cuando fueron a su centro de salud con claros síntomas de tener una depresión sobrevenida de la violencia, los médicos se limitaron a recetarle “psicofármacos para paliar los síntomas sin una atención psicológica más profunda”.
Concienciar sin datos
La mayoría de las asocaciones que trabajan mano a mano cada día con víctimas han visto como muchas de ellas tienen pensamientos suicidas. Sin embargo, no es tarea sencilla concienciar a la sociedad de que ocurre esto sin tener datos. La Fundación Española para la Prevención del Suicidio recogió en su último informe, del año 2022, que se habían suicidado 4.227 personas. De ellas, 1.101 eran mujeres.
Distinguen estos datos entre sexo, edad, causas externas, métodos de suicidio empleados y comunidades autónomas donde se ha consumado. Sin embargo, no hay rastro del número de mujeres que se han quitado la vida como consecuencia de la violencia de género. Un dato que, según recoge la macroencuesta, sería elevado.
Desde la Fundación Española para la Prevención del Suicidio alegan que “no es posible conocer ese dato porque no se recogen las estadísticas de defunción por causa de muerte“. Así mismo lamentan que “así está la cosa en cuestiones de epidemiología de la conducta suicida”.