Análisis

Tenemos un problema: las víctimas no confían en la Justicia

El miedo a no ser creídas y la revictimización a la que las somete el sistema son algunas de las razones que alegan

El sistema no está diseñado para atender las violencias machistas KiloyCuarto

Si hay algo que ha dejado claro la caída de Errejón por acusaciones de violencia machista es la nula confianza de las víctimas en el sistema para denunciar las agresiones. En España solo se ponen en conocimiento de las autoridades el ocho por ciento de las agresiones sexuales, según la macroencuesta de Igualdad y entre las razones que alegan para no denunciar el estudio señala que un 25,9 por ciento no lo hace por vergüenza y un 20,8 por el temor a no ser creída. De hecho, muchas de las que sí han denunciado advierten que de haber sabido a qué se enfrentaban y cómo se iban a desarrollar los acontecimientos, no lo hubiesen hecho. La propia víctima de “la manada de Pamplona” lo explicó así: “Lo peor no fue la situación vivida (la agresión) sino todo lo que vino después (el proceso judicial)”. Hace apenas unas semanas, Gisèlle Pélicot hacía una reflexión parecida: “Desde que llegué a esta sala de audiencias, me siento humillada. Me han llamado alcohólica, cómplice del señor Pélicot. He oído de todo, se necesita un grado de paciencia muy alto para soportar todo lo que tengo que escuchar. ¡Tengo la sensación de que la culpable soy yo, y que los 50 de detrás son las víctimas!“. ¿Qué ocurre para que las mujeres sientan que no van a encontrar justicia y reparación a través de los canales que ofrece el Estado?

El cuestionamiento que existe en la sociedad, continúa en la respuesta judicial

Miguel Lorente, médico forense y exdelegado del Gobierno conta la Violencia de Género, cree que este tipo de actitudes reflejan muy bien lo que es la construcción cultural que hay tras la violencia que sufren las mujeres. “Existe una clara conciencia de que cada uno de los casos está insertado en una serie de elementos de naturaleza social o cultural que justifica, minimiza y que culpabiliza a las víctimas. Ellas son conscientes que lo que se percibe como esa situación de violencia no es solo una conducta individual aislada de un hombre, sino que juega con las referencias que existen para llevarse a cabo: la idea de que las mujeres provocan, de que las mujeres han acompañado, como se dice ahora, a Errejón a su casa; la mujer que entró en el cuarto de baño con Dani Alves. Como esas mujeres forman parte de la sociedad han oído o incluso compartido ese tipo de comentarios porque es cultura, no es una cuestión de genética del hombre, entonces tú misma desconfías de lo que esta sociedad dispone para resolver el caso, es de cajón. El cuestionamiento que existe en la sociedad, continúa en la respuesta judicial. Es explicable que eso ocurra, porque el sistema no ha respondido ni se posiciona claramente contra la violencia, contra los que la niegan, justifican o la minimizan”. Lorente pone un ejemplo ilustrativo, “imagínate una consulta, un hospital, donde se dice que la Covid no existe, ese es su planteamiento, tú tienes síntomas, tienes malestar ¿irías a esa consulta?”. 

De las 20.000 denuncias al año por agresión sexual solo terminan en condena menos de 4.000

Victoria Rosell, magistrada y exdelegada del Gobierno contra la Violencia de Género, recuerda las palabras de la víctima de “la manada” y advierte que se trata de una víctima que ganó el proceso judicial y aún así lo consideró más duro que la propia agresión, lo que merecería una reflexión colectiva. Si a eso le sumas el dato de que se denuncia solo un 8%, lo que supone impunidad del 92% y ese ocho por ciento representa aproximadamente entre 18.000  y 20.000 denuncias anuales, según el Ministerio del Interior y acabamos el año con 4000 condenas, según el Consejo General del Poder Judicial, los datos son preocupantes. Por ejemplo, me llama muchísimo la atención que de esas casi 4000 condenas solo tres sean condenas por tentativas de agresión sexual en un año, solo tres, da que pensar”, apunta.

Exigimos mucho más a las víctimas de violencia, el ejemplo del robo del bolso

La exdelegada del Gobierno también pone un ejemplo que recuerda que comentaba con compañeros juristas a raíz del juicio de “la manada” ya que ni la Audiencia Provincial, ni el Tribunal Superior de Justicia apreciaron intimidación, tuvo que llegar al Supremo, “esta víctima necesitó tres instancias para que se reconociese la intimidación, y sin embargo, si cinco hombres te rodean un portal y te piden el bolso ¿tienes que probar la intimidación? ¿De verdad? Tenemos distintos parámetros, damos por sentado que no tienes que decir “no” a entregar el bolso. Si te lo roban nadie piensa que tenías intención de que te lo robasen, nadie te dice saliste de casa con ganas de dar el bolso, es que resulta ridículo. Es muy obvio en este ejemplo. En realidad tenemos el prejuicio de que quien denuncia el robo del bolso dice la verdad y no nos planteamos ni cuestionamos nada más y con la violencia sexual sí existe ese prejuicio. No son lo los mismos parámetros, nadie dice que tengamos que quebrar la presunción de inocencia, pero seamos sinceros, como sistema exigimos mucho más a una víctima“, advierte.

Falta de formación, especialización y perspectiva de género

Lo cierto es el sistema judicial no está diseñado para atender violencias machistas. Las víctimas de estos delitos se encuentran en una situación vulnerable, muchas están destrozadas, su situación emocional es frágil y el proceso es muy duro, causa daño y revictimiza. El sistema es garantista y  las víctimas se tienen que enfrentar a todo tipo de situaciones indeseables. Esto se aprecia desde el primer minuto en el que una mujer entra en el sistema, cuando realiza la denuncia. No son robos o estafas, los delitos de agresión y violencia necesitan de una atención especializada y un asesoramiento previo. De la primera denuncia emana todo el proceso judicial y muchas acuden sin apenas información y estrategias para encarar la acusación. Además, es complicado narrar situaciones íntimas en espacios pensados para todo tipo de delitos. Las agresiones machistas se suelen cometer en la intimidad, no siempre existen pruebas y  son difíciles de probar en un juzgado, lo que juega a favor del acusado.

Uno de los grandes déficits del sistema es la falta de formación y especialización. Las violencias machistas tienen unas características exclusivas para poder identificar ciertas dinámicas y comportamientos es necesario entender por lo que están pasando y han vivido estas mujeres y como funciona y cuales son las dinámicas de la violencia. En la actualidad no todos los implicados en un proceso por violencia machista tienen esa formación y esa circunstancia aboca a muchas mujeres a procesos donde se las revictimiza y donde empeora su salud mental. La perspectiva de género es fundamental en los juzgados para lograr justicia y reparación.

“No denuncies, el sistema te va a machacar”

Hace unas semanas víctimas de violencia de género se unían en una campaña donde denunciaban precisamente la violencia institucional que se sufre al acudir a las instituciones. A través de varios vídeos, una treintena de mujeres que se encontraban inmersas en procesos judiciales eternos aconsejaban a posibles víctimas que no denunciasen porque el sistema las iba a machacar.