“La justicia cuando es lenta no es justicia”. En esto coinciden las asociaciones de víctimas que son testigos directos de cómo la saturación del sistema judicial afecta a las mujeres que denuncian violencia de género. Conocen demasiados casos donde esta dilatación de los procesos no solo deja a las víctimas y a sus hijos e hijas desprotegidas, sino que afecta a su salud mental.
Ana Bella, de la Fundación que lleva su nombre lo ha vivido en sus propias carnes. Presentó la demanda de separación en 2001 y tardó siete años en conseguirla, sin embargo, todavía no está divorciada, 23 años después de iniciar el proceso. Lo mismo ocurre con su juicio por el impago de pensión. Acudió a los tribunales en 2004, pero no se celebró el juicio hasta 2014, diez años después y sigue sin conseguir justicia. “Tuve que poner otra en 2017 y, a día de hoy no se ha celebrado el juicio. Se va retrasando o la juez no puede, o no lo localizan o mi ex marido tiene procurador, pero no tiene abogado”, explica. Bella reclama el dinero que su ex marido le debe por la manutención de sus hijos que están ya en la treintena. “Ya soy abuela, y no se ha solucionado. Estamos hablando de cuando ellos eran menores de edad”, insiste. El juicio iba a ser en noviembre de 2023 por videoconferencia, pero él no se presentó y lo han retrasado a 2025. “Me voy a quedar viuda y no me va a pagar el impago de pensión. Además, cada vez que se acerca la fecha del juicio lo paso fatal, tengo pesadillas, ansiedad, todo producto del estrés post traumático”, apunta.
Los niños viven con el maltratador
Por eso sabe de lo que habla cuando se le pregunta por la lentitud de la justicia. “Hay mucha burocracia, todo es muy lento. Además, ellos han cogido el truco. Si les denuncias por malos tratos, te denuncian por violencia doméstica. Tengo la sensación de a que a nosotras no nos creen, que si nos defendemos parece que somos agresoras. No puede ser”, cuenta.
Bella no solo señala el retraso de la justicia, mantiene que falta formación y advierte: “Si quieres alejarte de tu maltratador los abogados te insisten en que mejor te divorcies y no denuncies malos tratos porque eso va a alargar mucho más el proceso, que va a ser eterno así que mejor un divorcio de mutuo acuerdo. Además, como ahora todo es custodia compartida los niños viven con su maltratador“, avisa.
Renovarse como Hacienda
Para Ana Bella la justicia española necesita una renovación “igual que ha hecho Hacienda. Ahora mismo no están los sistemas informatizados, un juez de Sevilla no sabe si el maltratador tiene un procedimiento abierto en otro sitio, llegas allí y todo es papel, papel, papel. En Hacienda no hay ni un solo papel”, se queja. “No dan a abasto. Las medidas provisionales tienen que estar en un periodo máximo de un mes, a mi me tardaron nueve meses. Hay mujeres que llevan dos años sin medidas provisionales, no puede ser. Dejar en un limbo la custodia de unas criaturas, la pensión de alimentos no tiene sentido, así surgen más problemas”, finaliza.
Faltan juzgados, saturación para marcar vistas
Chelo Álvarez, de la asociación Alanna, recuerda que “por datos oficiales, y a pocos días de que la Ley orgánica cumpla 20 años, todavía no están puestos en marcha todos los juzgados especializados necesarios en el país. Encontramos provincias donde existe saturación en los juzgados para marcar vistas. Hay que pensar que una mujer tarda en denunciar alrededor de ocho años de media y únicamente denuncia el 30 por ciento de las víctimas, decidirse a denunciar es un paso decisivo, marca un antes y un después” insiste.
Los efectos de la espera: insomnio, híper vigilancia, dolores, cefaleas…
No solo es una cuestión de celeridad, los efectos de la espera son nefastos para las víctimas. “El miedo, la ansiedad se van a desencadenar al saber que van a revivir los hechos. Lo que las sitúa en un estrés mantenido, un estado de alerta continuado, que puede sobrepasarlas. La dilatación en el tiempo del juicio va a ocasionar sintomatología del trastorno de estrés postraumático: insomnio, híper vigilancia, dolores estomacales, cefaleas, desórdenes alimenticios, y otros. ¿Alguien tiene en cuenta que el trauma es inmenso? ¿Alguien tiene en cuenta la vivencia devastadora del tiempo de espera? La justicia olvida en demasiadas ocasiones, ya no solo la perspectiva de género y, sino la perspectiva del trauma en los procesos judiciales en casos de violencia machista”, subraya Álvarez.
A las víctimas les da tiempo a ver los fallos del sistema
Olga Caldera, de la asociación AMAR, cree que esta saturación de los juzgados “afecta de una manera muy negativa a las víctimas. Desde la primera declaración hasta la vista pueden pasar años y en ese tiempo no tienen orden de alejamiento, el maltratador intenta que le retiren la denuncia, ellas están vulnerables, empiezan a ver los fallos del sistema, pierden credibilidad en los juzgados, les generan desconfianza y empiezan arrepentirse de haber denunciado. Sienten que la justicia no las protege y además, si hay niños de por medio, ellos también sufren la presión, se les instrumentaliza para hacer chantaje a la madre, presionan para que quite la denuncia, les utilizan para amenazarla, etc. Si fuese un periodo más corto de tiempo, el sufrimiento, la ansiedad, las presiones se reducirían bastante”, señala.