¿Se esconden los agresores sexuales detrás del concepto “sexo duro”?

"Podemos jugar, inventar roles, pero es una barbaridad que utilicemos determinadas practicas para cubrir agresiones que es lo que está ocurriendo ahora", denuncia la sexóloga y experta, Noemí Álvarez Boyero

“He practicado sexo duro siempre de manera consentida”. Esas fueron las palabras del cineasta Carlos Vermut, tras las acusaciones de violencia sexual destapadas por El País. No era lo que describían sus víctimas y la clave reside, como en cualquier práctica sexual, en el consentimiento. Da la sensación de que tras el comodín de “sexo duro” se esconde una carta blanca y una explicación o excusa para agredir y maltratar. Si tus preferencias sexuales son extremas o poco convencionales, razón de más para asegurarse de que nuestra compañera accede. ¿Se esconden los agresores sexuales detrás del concepto “sexo duro”?

Noemí Álvarez Boyero, psicóloga, sexóloga y experta en trauma, cree que dentro de la libertad sexual se pueden tener unas preferencias, pero para cualquier tipo de práctica tengo que tener en cuenta el consentimiento, sino estoy sintiéndome por encima de alguien, es una forma de ejercer poder y la sexualidad es un espacio que comparten dos personas que están en el mismo punto, aunque sea una experiencia sadomasoquista. “Podemos jugar, inventar roles, pero es una barbaridad que utilicemos determinadas practicas para cubrir agresiones que es lo que está ocurriendo ahora. Es que este es mi modo de practicar sexo, es que me gusta abofetear o asfixiar a mi compañera, pues si esta práctica no está dentro de lo que habías establecido, no la puedo llevar a cabo y utilizar como justificación porque esconde otra historia, una agresión“, insiste.

El poder tiene que estar repartido de igual forma, no puede ser que una persona intente imponer su sexualidad a otra

Álvarez Boyero explica que la clave para una relación sana “es que el poder esté repartido de igual forma, no puede ser que una persona intente imponer su sexualidad a otra. En el momento en el que ambos no participan de la misma manera, ya estamos hablando de un agresión y es preocupante que estas prácticas estén naturalizadas. La libertad sexual es maravillosa, podemos inventar, imaginar, pero tiene que estar pactado, la confianza debe ser mutua, si una persona escoge el rol de sumiso tiene que saber que puede parar en el momento que considere, si me esta haciendo sentir mal y se continúa aunque no quiera seguir, eso es una agresión“.

A la psicóloga le preocupan que existan mujeres jóvenes que piensan que acceder a determinadas prácticas es lo que tienen que hacer. “El cine, los libros, nos marcan el tipo qué tipo de sexualidad es la adecuada y más conveniente. Nos incitan a tener unan sexualidad que consista en complacer a la otra persona y estos estereotipos de que las mujeres deben siempre complacer a los demás por encima de lo que ellas desean está muy extendido. En el momento en el que hago algo por complacer, aunque no me apetezca ya me estoy desdibujando”. Álvarez Boyero va más allá y se pregunta hasta qué punto tienen que ser las mujeres quienes tengan que educar a sus compañeros, explicarles y hacerles ver. “Este tema me preocupa porque forma parte de esa esfera cuidadora que se nos ha inculcado”.

Porque la experta en trauma ha tratado a muchas mujeres jóvenes que, de hecho, se sienten mal si no les apetece determinadas prácticas, “piensan que son ellas las que tienen un problema porque son unas estrechas, porque en su casa no se hablaba de sexo… Hay mucha confusión y es importante que entiendan que si no les gusta o apetece una determinada práctica están en su derecho, no es nada malo“, recuerda.

Romantizar la violencia y complacer

La experta en trauma insiste en que “se dan muchas situaciones de agresiones sexuales en las que la víctima no está siendo consciente de que está siendo agredida y se lo debemos mucho a esta romantización de la violencia. Como ejemplo la diferencia entre ver en una pantalla una violación a una mujer o a un hombre. Nos hemos desensibilizado. También con la pornografía y esas expresiones de dolor y violaciones, eso salta a la realidad e invita a pensar qué puedo esperar de una relación sexual, y ese mito de que a los hombres les gusta el sexo duro y violento que no es más que otro estereotipo”. Incluso, apunta, se da la circunstancia de que nos puede parecer atractivo “alguien que transgrede estos límites y eso es peligroso porque se crean unas dinámicas donde accedo porque a mi pareja le gusta y después no sé frenarla”.

Cincuenta sombras de Grey, un manual de maltrato

Acerca de la trilogía que se convirtió en un éxito superventas, Cincuenta sombra de Grey, Álvarez Boyero cree que el libro es terrible porque explica cómo una persona exige una serie de normas a la otra para mantener una relación. Tienes que acceder a unas determinadas prácticas y tienes que firmar que te parecen bien, eso no es libertad sexual, tienes que acceder libremente, no vale el si quieres estar conmigo tienes que pasar por esto, romantiza experiencias que al final tienen que ver con la violencia y con coartar la libertad. Qué peligro romantizar las agresiones”, se lamenta.