“Histéricas” como adjetivo calificativo de mujer en boca de los hombres antifeministas. Ahora, le dan ellas la vuelta a la historia y gritan “históricas”. Pero cabe preguntarse por qué a lo largo del tiempo las mujeres han sido tildadas como “histéricas” o “locas” o se ha hecho referencia a su mestruación más veces de las que le gustaría recordar a ninguna cuando exponen sus puntos de vista y no están de acuerdo en algún tema.
Todo esto ha sucedido y, por desgracia, sigue sucediendo a causa de la sociedad patriarcal y del machismo actual. Sin embargo, son siglos de historia que no se cambian de un día para otro. A este respecto, cabe hablar de roles, de desigualdades y de diferencias de género. Todo esto conlleva a que hoy se pueda hablar de la depresión de género.
¿Qué es la depresión de género?
Otra cuenta de psico lo explica muy bien en su Instagram: “Las mujeres están en mayor riesgo de depresión que los hombres. Esta diferencia comienza en la adolescencia y persiste hasta la madurez, años en los que las mujeres experimentan numerosas desigualdades“. Es decir, por los roles preasignados desde la niñez, las mujeres tendrán más probabilidades de desarrollar una depresión por las desigualdades a las que se enfrentan día tras día respecto con los hombres.
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Perspectiva de género desde la niñez
Diferencias de género desde pequeños que también afectan “en los procesos de socialización” con conductas diferenciadas entre “la valoración propia y la vulnerabilidad a la depresión según el género asignado“, tal y como cuentan las psicólogas María Domínguez Picón y Teresa Ruiz Lozón. Pues según los estereotipos marcados, por ejemplo, los hombres tienen mayor autoestima que las mujeres y ellos no lloran, mientras que ellas sí. Estos pensamientos conllevan a las mujeres a preguntarse muchas cosas sin respuesta. Pensamientos marcados desde la niñez: el azul es para niños y el rosa para niñas; o los coches para ellos y las cocinitas y muñecas para ellas.
Factores de riesgo como mujeres
Cuando las mujeres llegan a la edad adulta, esos estereotipos se agravan. Pero durante toda su vida están presentes diferentes factores de riesgo a los que se pueden ver expuestas. Desde pequeñas pueden ser educadas en pasividad y sumisión; siendo adolescentes pueden ver sus deseos relegados por su rol de cuidadoras y ya de adultas tendrán que lidiar con la sobrecarga laboral y familiar, con la brecha salarial y techo de cristal o con la violencia sexual y doméstica.
Pero eso no es todo, la cuenta de Instagram señala que también tendrán que hacer frente a tener “menos oportunidades de desarrollo económico y laboral” además de sufrir una “desacreditación de su malestar” constante con comentarios como “es una histérica”, “son esos días del mes” o “está menopáusica perdida”.
Existen muchas razones para hablar de depresión de género pero esto solo refleja que “los factores psicosociales inherentes al género aumentan la vulnerabilidad de las mujeres a sufrir depresión”.
Por ello, Domínguez Picón y Ruiz Lozón advierte de que “no se trata de crear nuevas etiquetas diagnósticas ni de patologizar los malestares”. En cambio, proponen “comprender la importancia del papel que desempeña nuestra sociedad, y en concreto los roles de género, en nuestros procesos de sufrir y enfermar“.