Retrato del juez Carretero: “No soy machista en absoluto”

Las fuentes jurídicas consultadas por Artículo14 aseguran que las “formas” de Carretero son conocidas, pero no justifican algunas de sus expresiones o lenguaje utilizado contra Mouliaá

Que uno afirme que no es machista, además de aventurado, es difícil de creer. El machismo está, para la desgracia de todos, en nuestras venas. Hemos nacido y crecido en una sociedad machista. A todos y a todas, nos leyeron cuentos machistas. Vimos películas machistas. Escuchamos conversaciones machistas. Es decir, la violencia machista la incubamos, como una enfermedad, y el germen, poco a poco (o no), lo expulsamos en mayor o menor medida a lo largo de nuestra vida. Podemos aprender a eliminar hábitos machistas, pero no podemos aprender a dejar de ser machistas.

Excepto, al parecer y para la sorpresa de casi nadie, el juez Carretero. Él no es machista. Ni un poquito. Es más, en “absoluto” lo es. Así lo ha afirmado en Espejo Público: “No soy machista, en absoluto. Soy un hombre que admira y respeta a todas las mujeres. Jamás he faltado el respeto a una mujer, y en una declaración mucho menos”. Lo dice después de ser señalado de machista por multitud de asociaciones feministas, así como compañeros de pupitre y abogados de toda España en los últimos días.

“Ser así” no es justificante

Las formas utilizadas en su interrogatorio a Elisa Mouliaá, víctima de Iñigo Errejón, han sido duramente criticadas y, en su esfuerzo por hacernos pensar que esas formas son las correctas en un proceso judicial por violencia de género, las ha atribuido a “su forma de ser”.

Fuentes del entorno cercano de Carretero, consultadas por este periódico, aseguran que, aunque es “cierto” que “Carretero tiene ese tono de voz habitualmente”, no justifican algunas de sus expresiones o lenguaje utilizado tanto con la víctima como con el presunto agresor. Además, todas las fuentes jurídicas consultadas, también aseguran que en la carrera judicial las “formas” de Carretero son conocidas. Nadie se sorprende, “están acostumbrados”. Pero no todos estos casos son denuncias por agresión sexual. Y, tampoco, mediáticos. Así que, de puertas para fuera, nunca se vieron, ni se juzgaron. Aunque sí cuestionado, tal y como aseguran dichas fuentes.

Él ha asegurado que estas expresiones, como “magreo”, “morreo”, “te quitó las bragas”, “te agarró las tetas” o “para qué se sacó el pene (Errejón)”, las utiliza porque están en la denuncia: “Si la denuncia contiene términos groseros no es mi culpa”.

Jueces como Joaquim Bosch recuerdan que existen “unas reglas generales” sobre cómo deben realizarse los interrogatorios judiciales, entre ellas los artículos 436 y 439 de La Ley de Enjuiciamiento Criminal. Y, asegura, “deben realizarse dejando expresar su versión al declarante ante las preguntas formuladas, sin ninguna clase de interrupción”, interrupciones que todos pudimos ver en dicho interrogatorio, y que “no se pueden realizar preguntas capciosas o sugestivas” a los interrogados. E aquí el quid de la cuestión.

Su “estilo” fue contencioso y sugestivo

Durante los 27 minutos que duró el interrogatorio del señor Carretero a la víctima – no una hora y media, tal y como aseguraba el mismo magistrado a este periódico este pasado viernes- puso en duda hasta la saciedad a la victima porque había tardado tres años en denunciar: “Es que son 3 años, ¿no sería que quería usted algo con este señor y por eso ahora le denuncia?”; “Tres años es mucho”; “No se entiende”. Para más inrri, le consulta a la víctima “que por qué no pudo decirle no” al señor Errejón. Que “tampoco lo entendía”, a pesar de que Mouliaá le dio un motivo: tenía miedo por ella y por su hija, a represiones, a señalamientos, a amenazas. “No entender” el miedo que uno padece, repreguntar e insistir en este tipo de hechos, es contencioso, opinan hasta cuatro magistrados diferentes consultados por este periódico. También, insisten, es sugestivo. Y eso, ante la Ley, es ilegal.

“El juez no puede insinuar la respuesta que debe dar la persona declarante, ni tampoco insistir para que conteste como desea el juez, ni inducirle a declarar en el sentido deseado por el magistrado”, recalca Bosch. “Por otro lado, el juez no debe mostrar prejuicios, ni mostrar una toma de partido antes de adoptar una decisión”. No puede. Está claro. Y también está claro que, en dicho interrogatorio, esas normas judiciales, no se respetaron.

El carácter de un juez no debe ser relevante

Incluso el magistrado Joaquín Bosch recalca: “El carácter del juez en esto no es relevante. Sea como sea el magistrado, lo que deben cumplirse son las reglas de los interrogatorios judiciales, que son bastante razonables.” Lo cierto, parece ser, es que una forma de hablar, un tono de voz “más alto”, o un “yo soy así”, no es suficiente para justificar lo que ocurrió en un interrogatorio de una denuncia por agresión sexual.

El juez Carretero también ha asegurado en diversos medios de comunicación que, “de haberlo sabido” – que se fuesen a filtrar las grabaciones- “no hubiese actuado así”. E insiste en que “la víctima ya estaba nerviosa de por sí porque tenía que recordar todos esos momentos” (los relacionados con la presunta agresión sexual). La pregunta pues, ahora, parece clara: ¿le importa más al señor Carretero su imagen que el trato que ejerce sobre una víctima de violencia machista? Oigan, que “no soy machista, en absoluto”. En absoluto.