¿Qué pasó con Ángeles Zurera?: “Intento no cruzarme con su exmarido”

Angelines desapareció en 2008. Separada y con dos hijos, siempre se descartó lo voluntario y se investigó al exmarido. Un ‘chivatazo’ que recibieron los investigadores ha reabierto la esperanza de encontrarla

Un cartel que muestra a Ángeles Zurera. EFE

Angelines tenía 42 años y dos hijos recién entrados en la mayoría de edad a los que adoraba. El más pequeño, de 18 años, fue el que denunció la desaparición el 3 de marzo de 2008, en Córdoba. Aunque la ausencia de su madre la detectaron un día antes, cuando despertaron y vieron su cama apenas desecha, el monedero junto al teléfono móvil y ni rastro de ella.

Desde entonces la buscan muerta. Están convencidos de que tal cual salió de casa, de madrugada y en pijama, fue al encuentro de alguien conocido, que tenía motivos y medios para deshacerse de ella. Y ese alguien, tanto para la familia de Ángeles Zurera como para la Guardia Civil responde sólo a un nombre: Manuel Reina, el exmarido.

“Intento no cruzármelo por Aguilar de la Frontera”, confiesa Antonio Zurera, para quien la desaparición de su hermana supuso un antes y un después en su vida. A la pena de asumir la pérdida, ha sumado la impotencia de que todo apunte a un sospechoso para el que hay indicios pero no pruebas suficientes: “No me gusta ser yo quien lo señale porque en realidad es la Guardia Civil la que lo ha interrogado al menos tres veces y en todo este tiempo, en los más de 5.000 folios de sumario, no ha habido nunca otro investigado”.

Reina entró enseguida en el radar policial, sin esforzarse en demasía por desviar el foco. Más allá de contar con la coartada de su pareja -la que durante años fuera su amante-, ni colaboró en las búsquedas ni denunció la desaparición de su exmujer. Y, pese a que consta una llamada suya de dos minutos en el registro telefónico, siempre negó que hablase aquella noche con Angelines. Incluso pidió que se archivase la investigación. Todo ello al margen de la primera evidencia que alertó a los investigadores: “12 días antes de que desapareciera, le pegó tal puñetazo a mi hermana que la estampó contra un mueble, le dejó la nariz magullada y el ojo amoratado”.

La amenaza de un maltratador

O eres para mí o para nadie”. Es lo que el pequeño de los Reina Zurera escuchó a su padre días antes de la desaparición. Pese a que acababan de firmar los papeles del divorcio, Manuel insistía en volver. Llegó a amenazar con hacer “lo que fuera” si Angelines se mantenía en el no. Sin embargo, los 30 años de mentiras y desplantes, junto al hecho de que ella estaba rehaciendo su vida amorosa, la mantuvieron firme en su decisión. Con lo que no, nunca más fue suya. Nunca más fue.

Y así, a día de hoy la foto de una Angelines congelada en la cuarentena -con coleta, media sonrisa y las gafas de ver que dejó en casa– sigue empapelando el pueblo donde nació, conoció a su marido con 14 años y fue, según todos los indicios, asesinada. Aunque ninguna de las búsquedas que se han hecho en estos años lo haya confirmado. No se ha encontrado ninguna pista ni en los más de 300 pozos revisados, ni en las lagunas sondeadas ni las fincas removidas. En 2011 llegaron a levantar el suelo de una nave en la que Manuel -empresario de maquinaria pesada- trabajó coincidiendo con la desaparición.

La última búsqueda ha sido este miércoles en un terreno a las afueras de Monturque, a unos ocho kilómetros de Aguilar. El objetivo se lo habría ubicado un informante que se puso en contacto con los investigadores. “La excavadora la hemos contratado nosotros”, reconoce Antonio, sin mayor ánimo que el de hacer constar la dedicación total de la familia. “En cuanto la Guardia Civil nos dijo hace dos semanas que el georradar había marcado varios puntos y necesitaban levantar el suelo no lo dudamos”.

El primer rastreo fue el pasado 16 de agosto y ayer ampliaron la zona, sobrevolada todo el tiempo por un dron con cámara geotérmica. Pero a media tarde, los agentes de la Policía Judicial de la Comandancia de Córdoba levantaron definitivamente el operativo. Una vez más, sin éxito. “Pero toda búsqueda es positiva, aunque salga negativa -matiza Antonio. Hemos aprendido a tomárnoslo así después de tantos jarros de agua de fría y de todas las veces que estábamos convencidos de encontrarla… Si lo piensas fríamente, es otro lugar en el que ahora sabemos que Angelines tampoco está”.

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