Existen varias teorías que dan respuesta a por qué el color morado es el símbolo del Día Internacional de la Mujer y del feminismo. Con la llegada de fechas tan significativas como el 8M y el 25N, las calles se llenan de pancartas moradas y el rostro y los atuendos de las manifestantes de motivos de este color. Sin embargo, ¿alguna vez se ha preguntado por qué es el color morado el que representa la lucha feminista y no otro?
La teoría que más peso tiene al respecto tiene que ver con la mezcla de colores en base al principio de igualdad. La Real Academia Española define el feminismo como el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Partiendo de la base de que el género masculino se representa en azul y el género femenino en rosa, la combinación de ambos origina el color morado.
Origen del color morado asociado a la lucha feminista
Sin embargo, son muchas las personas que creen que el color morado no es el símbolo del Día Internacional de la Mujer únicamente por la mezcla de colores. Pues creen que tiene que existir una historia más profunda detrás de esta elección. Y lo cierto es que la hay, aunque en la actualidad hay muchas dudas sobre si realmente es verdad o no.
A partir de 1857 fueron comunes las manifestaciones en Nueva York por parte de las mujeres que trabajaban en la industria textil. Reivindicaban mejores condiciones de trabajo, mayor salario y un descenso de horas en su jornada laboral. Pues en aquellos años, las mujeres podían llegar a trabajar de diez a doce horas diarias.
Una de estas manifestaciones es la que se produjo en la ‘Cotton Textil Factory’ el 25 de marzo de 1911. Esta huelga por parte de las trabajadoras acabó con 146 personas muertas, se calcula que 123 eran mujeres y 23 eran hombres, debido a un incendio en la fábrica, suceso por el que se cree que el color morado es el asociado al feminismo. La escritora Nuria Varela en su libro Feminismo para principiantes explica qué ocurrió durante aquella jornada: “el empresario, ante la huelga de las trabajadoras, prendió fuego a la empresa con todas las mujeres dentro. Esa misma leyenda relata que las telas sobre las que estaban trabajando las obreras eran de color violeta. Las más poéticas aseguran que era el humo que salía de la fábrica, y se podía ver a kilómetros de distancia, el que tenía ese color”.
Los trabajadores intentaron por todos los medios salir de la fábrica cuando se dieron cuenta de las llamas. Sin embargo, los accesos principales estaban cerrados con llave con el propósito de que las mujeres no se escaparan a descansar, ni a fumar unos minutos dado que no lo tenían permitido. El cierre de los accesos también servía para que no se produjeran robos y para evitar que entraran a la fábrica personas de los sindicatos con el objetivo de hacer meditar a los trabajadores sobre sus condiciones laborales.
Al menos la mitad de los trabajadores murieron quemados o asfixiados. El resto intentó saltar sin éxito hacia el exterior. También se tiraron por el hueco del montacargas. Tras el incendio se supo que había jóvenes de 14 años trabajando dentro de la fábrica que también murieron atrapados por las llamas.
Tal y como señala Varela en su libro, esta historia ha significado un antes y un después en la lucha de los derechos de la mujer: “El incendio de la fábrica textil Cotton de Nueva York y el color de las telas forman parte de la mitología del feminismo más que de su historia, pero el color y el 8 de marzo, como Día Internacional de las Mujeres, son compartidos por las feministas de todo el mundo”.