Ya casi ha pasado un mes desde que empezó el macrojuicio por el denominado “caso Mazan”, en el que más de 50 hombres están siendo juzgados por la violación de Gisèle Pelicot mientras estaba inconsciente. El proceso se está desarrollando en la Corte de Asís de Aviñón, y cuenta con las declaraciones y testimonios de tanto los acusados como la propia Gisèle Pelicot, que fue drogada por su exmarido Dominique durante una década. A continuación, Dominique contactaba con desconocidos a través de un foro en línea y les permitía que entrasen en su casa para violar a Gisèle, quien estaba inconsciente.
Pero hasta ahora, muchos de los familiares de los violadores aseguran que los implicados fueron manipulados por Dominique. Sorprendentemente, muchas de las mujeres de varios de los acusados, ya sean sus esposas, madres o hermanas, han mostrado un apoyo incondicional hacia sus maridos, negando las acusaciones y defendiendo su inocencia. Una de las esposas declaró ante la prensa: “Mi marido fue manipulado por Dominique Pelicot. ¿Por qué no creerle a él? Sabemos que no es un violador, no tenemos ninguna duda“. Otros familiares también afirmaron que sus esposos o hijos no cometerían tales actos si no hubieran sido influenciados.
A través del juicio, también se ha sabido que algunos de los acusados intentaron quitarse la vida tras su detención, lo que sus familiares interpretan como una muestra de su desesperación y culpabilidad hacia Gisèle. “Mi padre no quería hacerle eso”, expresó la hija de uno de los acusados, quien recuerda el impacto que tuvo la detención en su familia.
Las excusas de los violadores
Los abogados defensores también han argumentado que muchos de los hombres juzgados fueron engañados por Dominique Pelicot, y que no tenían plena conciencia de la magnitud de los actos en los que participaron. Uno de los abogados afirmó que su cliente “fue atrapado” en una situación que no comprendía completamente. Pero solo son intentos de mitigar la responsabilidad penal de los acusados.
Otro de los aspectos más polémicos del caso han sido las declaraciones de algunos de los defensores, quienes han afirmado que Gisèle Pelicot, a pesar de estar inconsciente durante las agresiones, tenía una predisposición a participar en actos sexuales. Durante el juicio, se presentaron fotos íntimas de la víctima, tomadas por su exmarido sin su consentimiento. La defensa alegó que estas imágenes, que mostraban escenas sexuales explícitas, sugerían que la relación entre Gisèle y su exmarido incluía un “juego sexual” que algunos de los acusados pudieron haber interpretado como consentimiento implícito.
Cómo se atreven
Sin embargo, Gisèle Pelicot ha negado repetida y rotundamente haber dado su consentimiento para participar en estos actos. Ha declarado que en muchas de las fotos estaba bajo los efectos de drogas administradas por su exmarido —versión corroborada por el propio Dominique. Durante su testimonio, señaló que algunas de las imágenes ni siquiera eran suyas. Y en respuesta a los intentos de la defensa de poner en duda su versión, Gisèle exclamó con frustración: “¿Se está buscando aquí que yo sea la culpable?”.
En este sentido, el juicio también ha demostrado la cultura del abuso sexual y la revictimización de las víctimas durante los procesos judiciales. Comentarios como “la señora [Gisèle] estaba consintiendo, y era juguetona” son ejemplos de las justificaciones de los defensores para intentar exonerar a los acusados, estrategia que ha generado críticas tanto en los medios como entre los expertos en violencia de género.
Y es que, a lo largo del juicio, la defensa ha continuado sugiriendo que la víctima tenía inclinaciones sexuales que podrían haber sido malinterpretadas por los acusados. Uno de los abogados llegó a preguntar a Gisèle si tenía “tendencias exhibicionistas”, lo que provocó indignación en la sala y llevó a la víctima a calificar la pregunta como “insultante y degradante”.
El proceso también ha generado controversia por la actuación de algunos abogados defensores fuera de la sala. Uno de los puntos más polémicos fue la declaración de un abogado que afirmó que “hay violación y violación”, sugiriendo que no todos los casos de violación deben ser tratados de la misma manera dependiendo de la intención del acusado —y que, en esta ocasión, los actos de muchos de los acusados no cuentan como violación “porque no había intención criminal”. Evidentemente, sus declaraciones han sido completamente rechazadas por organizaciones de derechos humanos y activistas feministas.