Quizás nunca escucharon hablar de ellos hasta hace unos días, cuando por tercer año consecutivo la Policía Nacional lanzó una petición de ayuda a la ciudadanía dando el nombre y el rostro de los diez prófugos más buscados en estos momentos por juzgados nacionales e internacionales. Quizás descubran, al fijarse bien, que viven puerta con puerta con alguno. Así ha ocurrido en anteriores ocasiones, y de ahí el éxito de este moderno wanted.
Muchos de los fugitivos más peligrosos huyen de su país, del lugar en el que cometieron el crimen. Con lo que en el ‘top ten’ de los más buscados hay un sicario colombiano, un agresor sexual portugués o un narco polaco. Pero los hay que se quedan en casa, cerca de los suyos, con guarida y cobertura garantizadas por su círculo más cercano. El paradigma de este tipo de fugitivo patrio, que el 90 por ciento de las veces se queda en territorio conocido, lo vimos hace dos semanas durante la detención del ‘Yoyas’.
La Sección de Localización de Fugitivos de la Policía Nacional tiene todo tipo de estadísticas sobre sus objetivos: perfil delictivo, país de origen, arma homicida… Cuando detectan que un valor aumenta, véase los reclamados de un país concreto como pasó con Argentina –Operación Trasatlántico– o porque mataron con arma de fuego –Operación Pólvora– se fijan un objetivo a cumplir en varias fases e incluso años. Así nació en 2022 la Operación Violeta.
Operación Violeta
“No hay un fugitivo igual a otro. Cada uno usa los recursos que tiene a mano para mantenerse a la fuga, al margen del delito que cometió. Lo que hicieron no marca su patrón de conducta”, apunta Fernando González, inspector jefe de la Sección de Localización de Fugitivos de la Policía Nacional. La unidad ha cumplido veinte fructíferos años de trabajo en los que han dado caza a una media anual de 400 fugados, entre sicarios, violadores, mafiosos, pederastas, atracadores, genocidas… Desde el ‘El Pollo Carvajal’ a ‘El Pastilla’, aunque la lista no para de actualizarse.
Por primera vez, entre los más buscados figuran Álvaro Pasquin Mora, Domingos Manuel Pinto Coelho y Segundo Cousido Vieites. “Este último es el que más nos remueve por toda la brutalidad que fue capaz de cometer contra niños tan pequeños”, confiesa Darío, el jefe del grupo 2 de Fugitivos, quien prefiere guardar cierto anonimato para este reportaje de Artículo 14. Él se encarga expresamente de localizar a aquellos que se esconden en nuestro país.
Para esta unidad policial no había ninguna duda de que el gallego de 42 años Cousido Vieites merecía un puesto destacado en el ‘top ten’. Profesor de religión hasta 2019, fue inhabilitado y condenado a 32 años de cárcel por siete delitos de abusos, tres de ellos continuados, contra seis menores de edad. Según la sentencia, Cousido aprovechó su superioridad y la confianza que habían depositado en él las víctimas para abusar de ellas mientras ejercía en un colegio de Vigo. Se le busca desde febrero de 2023.
Cousido también es uno de los objetivos fijados en la ‘Operación Violeta’, puesta en marcha hace justo dos años. Por entonces, Darío detectó un repunte de casos de prófugos con delitos sexuales y delitos de género cuyo cálculo arrojaba un balance negativo de setenta huidos, la mayoría de ellos hombres que pese a estar investigados o condenados llevaban entre cinco y diez años esquivando la justicia. Así que el grupo 2 de Fugitivos se puso a hacer lo que mejor se les da: localizar, ubicar y detener. Solo en los primeros seis meses dieron caza a un tercio, 26 en total. Y cuentan con alcanzar los cincuenta de aquí a final de año, cuando está previsto que concluya la Operación Violeta.
“Para no estar con criterios subjetivos, medimos por año de prisión a los que se enfrentan -aclara-. Es lo que, en cierta medida, nos motiva. Si ha cometido delitos muy graves contra niños y comprobamos que el juez ha sido implacable en su condena y le ha fijado una pena máxima, como los 32 años en el caso de Cousido, es más satisfactorio pillarle. Sientes que por fin va a hacerse justicia por todo el daño causado”, recalca. Una parte de su trabajo se basa en seguimientos y en aproximarse mucho al entorno del fugado.
Una madre es una madre
Medio millar de agentes de la Policía Nacional han logrado tejer una potente red de cazadores, entre la unidad que dirige el inspector jefe Fernando González y la red de apoyo con la que cuentan a nivel territorial -aparte del dispositivo operativo para toda Europa, bajo el paragua de Red ENFAST- y aun así, en ocasiones, llegan a un callejón sin salida. “Es entonces cuando necesitamos la colaboración ciudadana para desbloquear el dique seco. Y lo hacemos a sabiendas de que el propio buscado sabrá que hay más presión sobre él y que esto supondrá una disrupción en su conducta, un cambio de rutinas”, asume el jefe del grupo 2.
Es el peaje por intentar sumar otra presa. En su listado de pendientes, otros dos monstruos hacen doblete entre los objetivos marcados por la ‘Operación Violeta’ y los más buscados: Álvaro Pasquin Mora y Domingos Manuel Pinto Coelho. Al primero se le busca desde 2020 por un delito contra la libertad sexual. Tiene 32 años y en el pecho lleva tatuada la frase “la suerte está echada”. Al segundo, portugués, le reclaman desde 2023 por abusar de su hija durante ocho años cuando esta era menor de edad. El tipo tenía antecedentes por delitos similares.
Sin duda, es en estos casos cuando más sorprende que logren estar meses y años sin que nadie los reconozca o alguien de su entorno los delate. “Al final, una madre es una madre”, reconoce lacónico Darío. En la ‘Operación Violeta’ la mayoría de las veces tuvieron que solicitar una orden judicial con entrada a domicilio para poder desmantelar el escondite del fugado.
El fugitivo reincidente
Al igual que tienen detectado el patrón de conducta del fugitivo patrio, también saben cómo evitar que se les vuelva a escapar. En la misma detención de Carlos Navarro, alias ‘El Yoyas’, se actuó con una orden de ingreso en prisión dictada previamente. De esta manera, no quedaba margen para que no hiciese otro camino distinto del que hizo: de su guarida al juzgado y de ahí a la cárcel de Brians 1, en Barcelona. De haber sido extranjero, y aun habiendo cometido el más pavoroso y cruel de los delitos posibles, la propia Audiencia Nacional lo habría puesto en libertad a la espera de que se ejecutase el procedimiento de extradición.
La única medida cautelar para fugitivos de nacionalidad extranjera es que vayan a firmar cada dos semanas al juzgado. Pero, ¿quién elegiría este control judicial pudiendo huir de nuevo para evitar ser extraditado? La respuesta es relativamente fácil y ha derivado en quejas de juzgados internacionales que creían que su fugado estaba atrapado en España, pero descubrían al poco que había vuelto a escapar por una fisura legal. Un clásico, el del individuo que asiste a juicio en libertad provisional y, una vez condenado, tiene diez días de plazo para presentarse voluntariamente en prisión. ¿Qué elegirían, de ser él, en una situación así?
Sea como fuere, la sección de fugitivos siempre tiene tela por cortar. Y ante la pregunta de si temen o imaginan a veces que uno de sus objetivos vuelva a actuar antes de que les dé tiempo a cazarlo, el jefe de Fugitivos no duda: “Yo no estoy aquí para imaginar. Yo estoy aquí para encontrarlos”.