¿Es OnlyFans otra forma de prostitución? ¿Por qué el Gobierno quiere regular la pornografía en menores y no habla de OnlyFans? A Natalia Colmenar y a David Santos, responsables de Desactiva la trata en Diaconía España, les gusta referirse a esta aplicación como una forma de “pornoprostitución” debido a que mezcla prácticas de la pornografía y la prostitución.
“Es el Netflix de la explotación sexual. Funciona por suscripción mensual con un coste mínimo de cinco euros y hay varios paquetes según lo que se quiera”, explica Natalia Colmenar. OnlyFans vende una suscripción para cada perfil. Es decir, no existe un precio global que permita navegar por toda la plataforma, sino que el usuario debe pagar por cada perfil que desee visitar.
Funcionamiento de OnlyFans
OnlyFans, para Colmenar y Santos, también es una forma de prostitución porque, aunque no haya contacto físico, el ‘cliente’ puede hacer peticiones privadas a la chica y pagarle aparte por ellas. “Puedes ofrecer por ejemplo 15 euros para que la creadora haga X”, cuenta Natalia. David, por su parte, define el funcionamiento de la plataforma como “un sistema en el que pagas una suscripción pero en el que siempre puedes pedir cualquier tipo de práctica que se te ocurra por mensaje privado”.
De cada suscrpción, Colmenar asegura que OnlyFans se lleva el 30%. Si la chica depende de una agencia que le lleve la cuenta, se llevan otro 30%. Es por este motivo por el que consideran que “se están lucrando de la explotación sexual de mujeres”. Además, añade que “no tienen ningún incentivo para eliminar vídeos donde se sospeche que haya menores de edad o explotación sexual porque si la cuenta en cuestión es popular, perderían dinero“. Por ello, hablan de la plataforma como si fuera “un proxeneta”.
Por ejemplo, Santos explica que hace tiempo, en Estados Unidos, hubo una cuenta muy famosa en la que un hombre “daba bocadillos a personas sin hogar a cambio de que tuvieran relaciones sexuales frente a la cámara“. Esto que es explotación sexual “era una de las cuentas más populares de la plataforma”.
Consentimiento viciado
La plataforma se popularizó en la pandemia cuando, al estar encerrados, más hombres recurrían a estos servicios. Sin embargo, esto conllevó a un problema más grave: las mujeres vulnerables. “Muchas mujeres en esta época perdieron su trabajo y se encontraron en una época de vulnerabilidad en la que encontraron OnlyFans como puerta de salida”, asegura Colmenar.
Además, los responsables de Desactiva la trata aseguran que en plataformas como OnlyFans lo que ocurre es que existe un “consentimiento viciado” a través del cual las creadoras aceptan diversas peticiones o prácticas que no quieren hacer pero que deben hacerlas porque sino saben que “pueden perder suscriptores“. Aquí también entran en juego los foros externos. Páginas web en las que hombres comentan qué perfil es su favorito. En estos foros también cuentan “qué cosas hacen o que no determinada chica y destrestigian la cuenta”.
En este consentimiento viciado aun hay un tercer factor a tener en cuenta. Como OnlyFans parte de una suscripción mensual, las creadoras de contenido tienen que dotar su canal de vídeos nuevos continuamente para evitar que el suscriptor se vaya a otro perfil y cancele su partida. Es por esto que, según Natalia Colmenar, “cada vez van a tener que hacer cosas más fuertes para mantener a los suscriptores fidelizados“.
Trata para contenido digital: granjas de streamers
En este tipo de negocios, no es oro todo lo que reluce. Diferentes investigaciones, como la de la BBC, recogida por los responsables de Desactiva la trata, apuntaron que en OnlyFans también existían perfiles con posible trata de personas y menores. Aunque es un aspecto menos conocido y en la sociedad se piensa que la trata solo existe para trabajos exclavos y para la prostitución, con la proliferación de nuevos trabajos en internet como OnlyFans o las llamadas ‘cam girls’ (cámaras en directo en las que las chicas se desnudan y realizan peticiones sexuales a cambio de dinero digital) se está investigando que un porcentaje de las mujeres de trata va destinada a estos nuevos trabajos.
Así lo explica David Santos: “Las autoridades están entrando en pisos en los que hay explotación sexual y redes de trata y están viendo que hay aros de luz (fuente de iluminación que utilizan para redes sociales) por los que se piensa que graban contenidos online”.
Sobre esto, Santos aporta un nuevo tema sobre la mesa cuanto menos curioso: las granjas de streamers: “Son casas o mansiones en las que meten a jóvenes desde los 14 a los 19 años a grabar durante todo el día contenidos para redes sociales o para plataformas como OnlyFans“.
Marketing y menores
Tal y como ocurre con el sugardating, las agencias hacen un papel de marketing muy importante con sus plataformas. Por un lado, incitan a las chicas a iniciarse en OnlyFans donde le aseguran que podrán ganar mucho dinero simplemente enseñando sus pies. Sin embargo, rápidamente desmienten esta teoría Colmenar y Santos preguntándoles a las chicas qué publicarán al siguiente mes: “¿Qué vas a estar toda la vida vendiendo la foto del mismo pie?“. David Santos asegura que en ese momento, “sus caras son de ‘no lo he parado a pensar nunca'”.
Por otro, estas agencias bombardean a menores por redes sociales con mensajes directos de perfiles de chicas atractivas para que entren y paguen. No obstante, los adolescentes también tienen sus propios trucos. Según Natalia Colmenar, los jóvenes “comparten cuenta. Ponen un euro cada uno, se suscribe uno, lo paga y después comparte el material por Telegram en un grupo privado donde pueden verlo todos”.
El marketing ha llegado a tal punto que, según cuenta Santos, ahora proponen a los jóvenes “abrirse una agencia de OnlyFans” y convertirse así en proxenetas. Emprendimiento que venden como sencillo a través de un curso “de solo 12 euros”. Allí, les cuentan “que solo deben convencer a tres amigas para que graben vídeos“.
Este tema y muchos otros de deepfakes, sugardating o el poder de Telegram, Colmenar y Santos los desarrollan junto con expertos en la materia en su podcast Más allá del clic.