Tribuna

Only Fans o cómo el patriarcado del consentimiento nos vendió un falso empoderamiento

OnlyFans ha ofrecido un espacio donde jóvenes creadoras de contenido venden sus imágenes a través de suscriptores. La plataforma obtuvo ganancias de más de 525 millones de dólares

En los últimos años, plataformas como OnlyFans han experimentado un enorme crecimiento con unas ganancias en agosto de 2023 de más de 525 millones de dólares, ofreciendo un espacio donde creadoras –jóvenes– de contenido venden sus imágenes a través de suscriptores. Con esta simple descripción y la publicidad como tantos videos preparados que hemos podido ver en redes con un entrevistador preguntado a mujeres por la calle que cuánto ganan y dónde trabajan y ellas responden altas cifras y que en estas plataformas. Venden la idea de independencia financiera y empoderamiento. Sin embargo, tras esa máscara se esconden lógicas patriarcales, precariedad económica, exclusión social y abuso.

Bajo el mito de la “libre elección”, la banalización del mundo digital y una sociedad que ha naturalizado la pornificación de la cultura, se obvia que estas plataformas forman parte de la industria del sexo. Hablamos de pornografía y hablamos también de prostitución en cuanto hay una interacción entre suscriptores y creadoras y se establecen relaciones digitales e incluso presenciales donde hay un intercambio de sexo (en imágenes o en físico) por dinero.

Como bien sabemos y denunciamos las feministas, la pornografía es cosificación y deshumanización y es un fenómeno indisociable del sistema prostitucional. Y como parte e instrumento del sistema patriarcal y capitalista, ante los avances en igualdad, se ha reinventado, jugando y manipulando conceptos como “empoderamiento” ligándolo al emprendimiento a través de la autocosificación y la validación masculina.

En un mundo donde la vulnerabilidad y precariedad socioeconómica es una realidad para la juventud y en especial para las jóvenes, la promesa de ganancias rápidas y fáciles es una trampa seductora. Pero detrás de las cifras astronómicas que algunas creadoras afirman ganar, se oculta una realidad más oscura. Una competencia feroz con miles y miles de creadoras y necesidad de cubrir expectativas del cliente cada vez más “innovadoras” y extremas, llevando a situaciones de explotación y abuso.

Asimismo, vemos una migración de las nuevas formas de prostitución y explotación sexual de las mujeres a las redes sociales, donde es más fácil que el patriarcado se refuerce, ya que carecemos de una ley abolicionista y aun el ámbito digital continúa estando falto de una previsión legal que aborde integralmente esta cuestión. Y en la misma línea, el proxenetismo ha aprovechado el uso de las tecnologías y el protagonismo de estas en la vida cotidiana de las jóvenes para llegar a ellas. De esta manera, el sistema prostitucional ha ampliado los rendimientos a través de nuevos servicios digitales, facilitando el acceso de los puteros a sus servicios. Esos puteros que buscan el acceso a los cuerpos de mujeres a los que les sería imposible acceder de otra manera, satisfacción cómoda e instantánea de deseos, interactuar con ellas, pedir contenido sexual exclusivo y esa exclusividad relacionada con la ostentación de poder. Se trata de un refuerzo y afianzamiento de la masculinidad en correspondencia de la feminidad neoliberal.

En relación con lo anterior, si algo nos preocupa aún más es la creciente aparición de “granjas de streamers” o, como en su nombre blanqueado se refieren camgirls, en Europa, donde muchas de las mujeres son forzadas a realizar vídeos en directo y contenido pornográfico. De esta forma se reinventa sistema prostitucional, a golpe de clic y adaptándose a la demanda del mercado de contenido en línea.

Sin embargo, al tener una forma diferente al de la prostitución tradicional al darse en un espacio online, no hay una identificación social con ella, pese a su relación y ser un paso para acceder a la misma a través de las peticiones que se realicen a través mensajes privados.

Desde Federación Mujeres Jóvenes seguimos reclamando una legislación abolicionista del sistema prostitucional que aborde también el ámbito digital, con una perspectiva de juventud y que ponga en marcha medidas que garanticen la protección integral de las mujeres en todos los ámbitos. Además, debe ir acompañada de una educación afectivo-sexual sana desde la infancia, acorde a la edad y una mayor implicación institucional y voluntad política para erradicar las violencias sexuales contra las mujeres.

No podemos obviar la responsabilidad y deber ético que tienen estas plataformas como empresas y lo fundamental de una conciencia pública sobre la realidad con la que convivimos.

Nos mantenemos firmes en las reivindicaciones, pero con una mirada positiva y trabajando por lograr un futuro libre de violencias.

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