Casi 45.000 menores aparecen reflejados en el último informe del Sistema Viogén. Todos ellos se encuentran en situación de vulnerabilidad y riesgo de poder ser agredidos por el maltratador de su madre, que en la mayoría de ocasiones, es su propio padre. Ahora bien, ¿qué harías si la persona que se supone que tiene que protegerte y cuidarte de pequeño, en realidad, te pega y menosprecia? Lo común es alejarse de él, por el daño que infligió. Sin embargo, a veces, esto no es tan fácil. Cuando estos padres llegan a la vejez y tienen problemas de salud, a los primeros que llaman son a sus hijos para que los cuiden. Aquí, se presenta entonces una disyuntiva. ¿Debe cuidar un hijo a su padre en su vejez aunque este le haya maltratado cuando era solo un niño?
Esto es precisamente lo que le ha ocurrido a Violeta y a su hermana Mara. Ambas fueron víctimas de violencia vicaria cuando eran pequeñas junto con su hermano mediano, Guillermo (nombres ficticios). “Nosotros hemos sufrido malos tratos de siempre. Mi madre antes de casarse ya sufría malos tratos incluso”, cuenta Violeta, la pequeña de los tres hermanos.
Ella define a su progenitor como un maltratador “inteligente” porque causó una gran violencia psicológica y económica contra ellos. Incluso después de que su madre denunciara y se divorciaran. Violeta no recuerda ni un momento bueno junto a su padre. Cuando se separaron, ella tenía nueve años. Al contrario que su hermana Mara, que tenía 19, y ella sí guarda momentos bonitos al lado de su padre. Aunque también es consciente de todo lo que les hizo.
Cuando sus padres se divorciaron, la custodia se la quedó su madre. No obstante, el padre tenía un régimen de visitas establecido que solo cumplió el primer año y cuando a él le apetecía. También dejó de pasar la pensión alimenticia a los diez meses de estar separados.
Después, desapareció. Violeta no supo más de ese señor, al que no le gusta llamar padre. “Porque él haya puesto material genético, no quiere decir que sea alguien en mi vida”, asegura.
Sin embargo, el 16 de febrero del año pasado, Violeta recibió una llamada de su hermana Mara: “Papá ha tenido un derrame cerebral“, le cuenta. A Violeta ya le extraña que se dirija a él como ‘papá’ porque para ella “papá no existe”. Pero decide apoyar a su hermana que en ese momento lo necesitaba.
A partir de ahí, la hermana pequeña tiene las cosas claras: “Si has sembado dolor, solo vas a recibir dolor. No mereces otra cosa”. No obstante, su hermana mayor, pensaba diferente. Durante este último año, el hombre tuvo que ser operado en dos ocasiones, pasó meses en la UCI y otros ingresado. Mara estuvo volcada con él porque según Violeta tenía “ese sentimiento de responsabilidad. Ella siente que tiene la obligación de cuidarle y le sale hacerlo”.
No obstante, Violeta piensa muy distinto: “Ha sido un hijo de puta. No ha tenido ni un mínimo de preocupación por mí y ahora que es mayor y está enfermo… No tengo ningún tipo de obligación de ir a cuidarle. Ha sembrado horror, terror, dolor. Ha destruido cuatro vidas y nos ha maltratado de prácticamente todas las maneras posibles. Yo ahora no voy a malgastar mi vida y a faltarle el respeto a mi madre yendo a cuidarle a él”.
Luego, en medio, se encuentra Guillermo. Según Violeta, él si tiene “algún tipo de interés en saber cómo está y cómo evoluciona, pero no va a cuidarlo ni a verle“.
Violeta sabe a través de Mara que su padre está esperando a que vaya a verle. Sin embargo, la hija pequeña lo tiene claro: “Espero que tenga una silla cómoda para sentarse a esperar porque no voy a ir ni hoy, ni nunca“.
La diferencia de opiniones entre estos tres hermanos, lejos de separarles, ha afianzado aun más su relación: “Mis hermanos para mí son el amor de mi vida. Yo respeto total y absolutamente que mi hermana quiera cuidar de mi padre. No lo comparto, pero respeto su decisión porque también me pongo en su lugar. Ella tiene momentos buenos con mi padre y vivió la parte buena”. No obstante, aunque Violeta haya decidido no estar al lado de su padre, durante este tiempo sí ha estado al lado de su hermana: “Cuando ella ha tenido que esperar a que mi padre fuese operado, yo siempre he estado con ella”. Además, añade que sus hermanos también respetan que ella no quiera saber nada al respecto de él. Una bonita relación que se consigue gracias “al amor, al respeto y a la empatía” que les ha inclucado su madre desde pequeños.
El debate social
Entre los tres hermanos no se juzgan. Sin embargo, Violeta sí se ha visto juzgada por allegados y por miembros de su círculo cercano que incluso conocen la historia de su padre maltratador. “Cuando dices que no quieres saber nada de él, la frase es ‘es tu padre'”. Violeta asegura que siempre contesta lo mismo: “Cuando yo era una niña también necesitaba de él”.
La hija menor explica que debido a la sociedad reciben “esa culpa extra” en la que se les juzga al decirle “es tu padre. Es lo que te toca y es lo que debes hacer”. Un pensamiento que a Violeta le parece “incomprensible”, pues recuerda que públicamente se anima a denunciar al maltratador, pero luego, si ocurre un caso como este, la víctima es la juzgada.