EL TESTIMONIO

“Mi marido me violó todos los días durante los catorce años de nuestro matrimonio”

Virginia denunció a su expareja por violencia de género y él fue condenado, pero nunca le acusó formalmente de las miles de agresiones sexuales que sufrió porque le dijeron que serían difíciles de demostrar en un juzgado

Virginia vivió catorce años de violencia sexual continuada por parte de su pareja

Virginia conoció al que se convertiría en su maltratador cuando tenía 15 años. Era una niña. La idea de encontrar a alguien que la quisiese por encima de todo, un amor incondicional, la sedujo no solo por su juventud y esa idea nociva de amor romántico, sino porque Virginia arrastraba una serie de carencias emocionales, cocinadas a fuego lento en unas relaciones familiares insanas. Por eso, cuando su verdugo apareció en su vida, ella se sintió, por fin, importante.

Virginia ha tenido que gastar una gran cantidad de dinero en psicólogos y terapias

“Ir en bikini era una provocacion”

A su verdugo le confesó sus miedos y sus inseguridades sin saber que él se aprovecharía, lo utilizaría a su favor para manipularla y convertirla en una marioneta. Por eso, cuando este hombre un día le comentó que había soñado que tenían relaciones sexuales y que eso significaba que, de alguna manera inconsciente, ella lo estaba seduciendo y que él no se podía reprimir, pensó que tenía razón y se dejó hacer. Es lo que ella llama “relaciones sexuales manipuladas“: cuando un hombre adulto convence a una niña de que tienen que tener sexo. “Si venía a verme y yo iba en bikini, él lo entendía como una insinuación”, cuenta. Ella se veía obligada a satisfacerle, pensando además que era su obligación. Al fin y al cabo, era su novio, su apoyo y su todo.

La primera agresión sexual con violencia

En muy poco tiempo, consiguió aislarla de su familia y amigos y, apenas tres años después, fue la primera vez que la violó con violencia. Inmovilizó sus manos y piernas y, a pesar de que Virginia tenía muy claro que no quería ser madre, la forzó sin protección. Fruto de esa agresión nació su primer hijo. “Sabía que lo que había ocurrido no estaba bien, pero no tenía a quién contárselo. Me había escapado de mi casa un año antes, ya no tenía amigos, estaba sola”, recuerda.

Virginia nunca denunció a su exmarido por las más de cinco mil agresiones sexuales que sufrió en los catorce años de matrimonio

No solo sufrió violencia sexual; durante su matrimonio hubo maltrato psicológico, golpes, control del dinero, y sus hijos también sufrieron en sus carnes la violencia. Su maltratador había tejido una red de la que era imposible escapar y, muy pronto, Virginia se encontró con tres niños pequeños y sin ningún tipo de apoyo.

“Eres mi puta, que para eso te mantengo”

El matrimonio duró 14 años y no hubo ni un solo día en el que su marido no violase a Virginia. “Si me encontraba desnuda, aprovechaba para pegarme, para tocarme, abusar, forzarme. Era siempre muy agresivo, me despreciaba, humillaba”, recuerda. No se libraba ni recién parida, ni enferma, ni con infecciones. “Era su esclava, él me lo decía: ‘Tú eres mi puta, que para eso te mantengo'”. Tenía prohibido mostrar disfrute y llevar la voz cantante. “¿Quién eres tú para dominar?”, le advertía.

“Se dice pronto, catorce años. Multiplica por los 365 días del año”, insiste. Son más de cinco mil agresiones sexuales por las que su maltratador jamás pagará. Cuando Virginia consiguió denunciar la violencia de género, relató la violencia física y la psicológica. Pero cuando, tras dar el paso, quiso ampliar la denuncia y pedir justicia por tantos años de dolor, su propio gabinete jurídico consideró que no tenía mucho sentido. “Me dijeron que sería difícil de demostrar y que no iba a servir de nada”, se lamenta.

Reinventarse con 33 años

A Virginia le costó mucho remontar. Estuvo tiempo en cama “sin ser persona” porque, como ella misma cuenta, “me tuve que reinventar con 33 años” tras una vida marcada por el abuso. A pesar de todo, aprendió a vivir de nuevo. Condenaron a su agresor por maltrato y obtuvo una orden de alejamiento. “Pero esa sensación de cerrar la puerta y quedarme sola con los tres niños… eso hay que vivirlo. Fue muy, muy duro. Te sientes perdida en todos los aspectos: en casa, con tus hijos, en el trabajo, con amigos, con la familia”.

Virginia ha conseguido dormir plácidamente pasados los cincuenta años

Cuando creía que empezaba a ver la luz, el trauma se hizo patente a través de pérdidas de conciencia, cuyo origen también tardó en ubicar. Los años de maltrato pasan factura y Virginia tuvo que invertir mucho dinero en psicólogos para recuperarse y para que sus hijos hicieran lo propio.

Neurofeedback para curar tratar el trauma

Se sometió a una técnica conocida como neurofeedback, indicada para personas con traumas graves, donde se realiza un mapeo del cerebro, del que obtuvo unos resultados satisfactorios. “No pude dormir plácidamente hasta que cumplí 51 años”, confiesa.

Virginia sabe que su caso no es uno aislado y que hay más mujeres que no denuncian la violencia sexual por muchas razones, pero la primordial es el miedo a no ser creídas. “Para las que hemos vivido esto, que te juzguen mal es lo peor que te puede pasar“, apunta.

Volver a confiar en un hombre también llevó su tiempo, pero lo ha logrado con mucho tesón. “Para mí, estar sentada y que un hombre se me pusiese encima era tremendo, que me dijesen algo inapropiado… pero poco a poco, con mucho esfuerzo, he logrado volver a tener pareja”. Porque hay vida tras el maltrato, incluso para mujeres que han sido traumatizadas durante décadas de una forma brutal. Virginia es una de esas supervivientes.