Laura Casanovas-Buliart necesitaba enfocar su trabajo de fin de grado. Tenía interés en que girase en torno a la ciencia de datos y cuando le empezó a dar vueltas se estaba comenzando a conjugar texto con inteligencia artificial. Buscaba algo en ese sentido, cuando su madre le dio la idea que necesitaba: “¿Por qué no miras el machismo en la música esa que escucháis?”, le dijo. Dicho y hecho.

Una fotografía de antiguas ediciones del festival BBK Live
Así, pusieron en marcha la investigación de la Universitat Pompeu Fabra, publicada en la revista ‘Cogent Arts & Humanities’. Analizaron más de 2.000 canciones de entre 1960 y 2022. La fecha no está escogida al azar, en 1966 se emitió el primer programa de “Los 4o principales” y resultaba más sencillo seleccionar los temas. De 1960 a 1966 se escogieron los más vendidos, los superventas y, a partir del 66 las canciones más escuchadas de la mítica emisora. Desde 2010, utilizaron Spotify que permite conocer qué temas son los más populares.
Dividieron los temas en categorías
Una vez que tenían las canciones, separaron por párrafos las letras y manualmente etiquetaron cada uno de ellos como machista o neutro. El sexismo se dividía en categorías, alrededor de una docena: celos y posesión, hipersexualización, etc.

Imagen del pasado concierto “Locos por la música” celebrado en el nuevo Bernabéu
Casanovas explica que para marcar un párrafo como machista intentaban ser “muy objetivos, que fuese algo que cualquier persona diría ‘vale, entra en esa categoría’, si se calificaba como machista. Si existía algún tipo de duda, los desechaban. Esos párrafos machistas divididos en categorías de forma manual se utilizaron para entrenar al algoritmo y que aprendiese a distinguir las letras sexistas.

Un smartphone con el logo de Spotify y, al fondo, la aplicación de PC abierta
Casanovas pone ejemplos: “Había una canción de Ramón Orlando que decía ‘Ella sabe hacerlo todo en casa’, entonces se etiquetaba como machista, porque entraba dentro de roles estereotipados de género. Otra canción de Willy Colon dice “con su trasero supo ganarse la admiración“, pues también se etiquetaba como “body shaming”. La etiqueta a la que más temas añadieron fue a la de “control y posesión”, con letras como: “Nunca jamás te arrepentirás porque si buscas felicidad solo a mi lado la encontrarás”, apunta.
Al mismo tiempo, detectaron ciertas expresiones con vocablos en imperativo que también consideraron una muestra de hipersexualización o dominación como: “Menea”, “dale” o “poompoom”.
Las letras machistas suponen el 82% en los últimos años
Tras entrenar el algoritmo descubrieron que desde los años 60 hasta 2010, la canciones machistas suponían en torno al 4o o 50 por ciento, pero luego, en 2015, ese porcentaje sube al 70%. En los años veinte (2020, 2021 y 2022) las letras sexistas suponían el 82 por ciento de los temas.
Casanovas considera que existen dos factores fundamentales para explicar este incremento de sexismo. El primero, que la gente no le da tanta importancia a las letras como al ritmo, “da un poco igual lo que diga la canción”, señala. Además, cuando empiezan las plataformas de streaming, como Spotify, que tienen algoritmos de recomendación que solo miden la popularidad de un tema y lo recomiendan al resto de usuarios, se crea “como un círculo vicioso donde no se tiene en cuenta la letra del tema y todo el mundo acaba escuchando lo mismo”, explica.
“Durante una temporada no pude entrar en los clubs”
A Laura la investigación le afectó personalmente. Ha llegado a abandonar bares por no escuchar canciones con letras machistas. “Ahora estoy un poco mejor, me he relajado, pero ver a mis amigas bailando esos temas me superaba porque luego son las primeras en estar en las manifestaciones feministas“, confiesa.
Por eso “ya no escucho nada de ese tipo de música sola y durante una temporada no podía ni entrar a un club o una discoteca. Ahora, pues si me lo encuentro, me lo encuentro y disfruto igual porque si no me amargo. Es que están por todas partes“, asegura.
Preocupada por la exposición de la infancia a estas canciones
La gran preocupación de la investigadora son los más pequeños y que se les exponga a estas canciones tan jóvenes. “He sido monitora y me he encontrado con niños de 10 años que cantaban unos temas con unas letras que pienso ‘qué están diciendo’ si son niños”, denuncia.
En su opinión, quizá, lo más adecuado “sería algún tipo de control parental o que salte una alerta en plan de, ‘¿seguro que quieres escuchar esto? A lo mejor contiene machismo’, como para concienciar y que la gente deje de escucharlo, si no es por elección propia. A lo mejor a una persona adulta no le afecta lo que está oyendo, pero sí a un niño porque, al final, creces con esas ideas”, concluye.