Isabel Giménez García saltó a los medios de comunicación por escribir cartas a los niños sobre los que decidía su futuro. Esta jueza sustituta retiró las visitas a un padre al considerar que tenían un efecto nocivo en la salud mental del menor y advirtió al progenitor de que le multaría si seguía alegando el conocido como falso Síndrome de Alienación Parental (SAP). Sonia Vaccaro es psicóloga, experta en violencia machista y fue quien acuñó el término “violencia vicaria“ en 2012. Ambas conocen los entresijos del sistema que lucha contra la violencia de género y las dos confesaban sentirse ayer “tristes” tras la campaña que han protagonizado un grupo de víctimas en la que advertían al resto de mujeres sobre las consecuencias de denunciar violencia.
Giménez García reconoce que le ha sobrecogido la actitud de estas mujeres: “Me duele. Me duele mucho. Es verdad que no siempre protegemos, el sistema no protege suficientemente, tenemos que hacer mucho más por las mujeres niñas y niños víctimas de violencia. Es una realidad que hay bastantes carencias en el sistema y la mayoría se pueden resolver con más medios económicos y personales si realmente el Gobierno se pone las pilas y decide que es una prioridad“, apunta.
Los agresores se crecen sin medidas de protección
La jueza comprende a estas mujeres: “Cómo no voy a entenderlas si he visto casos, he conocido situaciones en las que víctimas de violencia llevan años envueltas en estos temas, juicio tras juicio, pidiendo protección para ellas mismas, para sus hijos. Porque a los niños no se les mata de un día para otro, hay vivencias que se acumulan, aumenta el riesgo. Otro gallo nos cantaría si los maltratadores pensaran “¡Cuidado!”. Los agresores se crecen en un sistema donde no existen suficientes medidas de protección”, advierte.
No obstante, al igual que las expertas, Giménez García recomienda a las víctimas que acudan a las autoridades. “Yo quiero que ellas denuncien, quiero que estén protegidas. La solución no es no denunciar, si no pedir y exigir al Estado que ponga los medios. Pasar por ese laberinto judicial no viendo el final del túnel tiene que ser muy duro. Si no se sienten protegidas… Hay que entender cuál es su grito porque es un grito de desesperación, de: “Por favor haced algo”, pues hagámoslo”, insiste.
Más medios y más formación
¿Cómo se puede evitar la revictimización y la violencia institucional? Para la jueza todo pasa por incrementar la inversión. Desde poner en marcha los juzgados de violencia contra los niños y las niñas, a dotar de más medios a los juzgados de violencia. Además, aboga por la formación, “tienen que tener la especialización, no solo jueces y fiscales, si no el resto de profesionales: Abogacía, funcionarios, los servicios sociales, cualquiera que esté involucrado en estos temas. Necesitan tiempo para formación”.
Giménez García, denuncia que los temas judiciales de violencia saltan a juzgados y salas donde no es obligatoria la formación ni hay ninguna especialización. Por ejemplo, pasan a juzgados de familia o civiles donde no se está teniendo en cuenta toda la historia de violencia. Por eso opina que es importante que los juzgados de violencia sean de una única competencia y no mixtos, como ahora. Recuerda también que en las Audiencias Provinciales las secciones no están especializadas en violencia y los jueces no tienen formación y cuando pasan a estas instancias no se garantiza la perspectiva de género.
“Tengo que darles la razón”
Sonia Vaccaro admite tener sentimientos encontrados acerca de esta campaña, “primero, porque me da mucha pena que se sientan de esa forma y segundo, porque debo admitir que la mayoría de las veces lo que ellas cuentan es así y tengo que darles la razón. Al mismo tiempo, también sé que hay juezas y jueces que están intentando modificar esa mirada contraria a las víctimas y juzgando con perspectiva de género, de infancia y trabajando a favor de las mujeres. Sin embargo, tengo que admitir que hoy en día quienes están trabajando de esta forma son la excepción“. Vaccaro considera que es bueno que le pongan nombre a su dolor, que cuenten sus experiencias y reconoce que le ha costado digerirlo, “me da pena tener que asumirlo, claro, pero siendo honesta, lo tengo que aceptar”, se lamenta.
La psicóloga coincide con Giménez García en la importancia de la especialización de todo el entorno que atiende a una víctima de violencia machista y a sus hijas e hijos. “La justicia muchas veces no aplica la perspectiva de género, lo mira como un problema entre adultos y las criaturas se vuelven invisibles en estas causas. Hay cosas que no se quieren ver. Todos los implicados en la evaluación de un delito machista tienen que tener formación victimológica, con perspectiva de género y de la infancia y adolescencia”, insiste. Por eso pide que las instituciones actúen para cambiar lo que no funciona porque para Vaccaro: “No solo se daña a las víctimas con acciones, si no también con omisiones”.