Malestar por cómo Isabel García ha ensuciado la imagen de los Puntos Violeta

Asociaciones y la clase política critican que los contratos de la empresa de Isabel García pongan en cuestión la importancia de estos servicios "fundamentales" para las mujeres en los lugares de ocio

Un punto violeta efe

Hace unos años nadie sabía ni qué eran, hoy es raro que en unas fiestas o un festival no haya una caseta, una carpa o un espacio físico de color morado con el distintivo “Punto Violeta”. Su labor es fundamental. Se trata de lugares seguros para las mujeres y donde pueden acudir a pedir cualquier tipo de información acerca de las violencias machistas. La razón por la que se sitúan en lugares de ocio es obvia, las cifras de agresiones sexuales son preocupantes y se disparan en determinadas celebraciones. Así, si una joven se  ha visto envuelta en una situación desagradable y no tienen claro sus derechos o qué acaba de ocurrir allí puede encontrar a profesionales preparadas para que conozca sus derechos, las acciones que se pueden tomar, ponerse en contacto con las Fuerzas de Seguridad o los servicios sanitarios y, lo más importante, estar acompañada en un momento donde todo se vuelve confuso. Puede que a una chica le hayan tocado el culo (una agresión sexual), o se sienta acosada e incómoda o que haya sufrido un ataque más violento. Para todas ellas el Punto Violeta es un salvavidas.

Función preventiva y disuasoria

Su presencia no solo sirve para informar y acompañar a las víctimas, también cumple una función preventiva y disuasoria porque se envía un mensaje a los potenciales agresores de que hay alguien vigilando y de que se trata de espacios libres de violencia.

Es por eso que las informaciones de los negocios de la empresa que la directora del Instituto de las Mujeres, Isabel García, compartía con su pareja han molestado y mucho al movimiento feminista. Primero porque da munición a las ultraderecha que ha repetido hasta la saciedad la idea de que el dinero invertido en erradicar las violencias machistas no eran más que “chiringuitos” para que se lucrasen las feministas y segundo, porque ensucia la gran e importante labor que se realizan en estos Puntos Violeta y las demás campañas de concienciación de violencias machistas.

En Sumar creen que esta polémica le hace un flaco favor a estas iniciativas

Amanda Andrades, la secretaria de Feminismos de Sumar, cree que “en estos momentos, las actuaciones de Isabel García y sobre todo el que aún no haya dimitido o haya sido cesada, le hacen un flaco favor a iniciativas tan necesarias para la prevención de la violencia sexual o la violencia contra las personas LGTBI+ en espacios de ocios como los Puntos Violetas. Es muy preocupante que el comportamiento individual de esta persona pueda ser usado para atacar estas iniciativas que nacieron como reivindicación y como propuesta del movimiento feminista para dar respuesta a un problema real“, apunta.

Andrades insiste en que García debe dimitir o ser cesada por la ministra de Igualdad. Cree que “necesitamos, además, que la nueva persona que asuma ese cargo tenga claro que el Instituto de las Mujeres tiene que ser de todas las mujeres. El nombramiento de García nunca debió producirse. Alguien que representa un feminismo transexcluyente, que niega no solo derechos y libertades, sino incluso la propia existencia de algunas mujeres, no puede continuar. Esto, de hecho, ya era poner en riesgo una institución tan trascendental para luchar contra las discriminaciones y alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, todas las mujeres”.

Nadie está por encima de nadie

Natalia Morlas de la asociación Somos Más defiende la importancia de los Puntos Violeta “ya que sobre todo a nuestra juventud, le ayudan a tener claro qué es una agresión, qué no se debe consentir y qué derechos tienen ante una agresión machista. Son importantes tanto en cuanto cualquier mujer, adolescente o niña, tenga un punto de referencia dónde acudir si es víctima de cualquier violencia machista“.

Sobre cómo funcionan estos servicios, Morlas critica que los Puntos Violeta se nutran de voluntarias porque dado que se licitan y salen a concurso, “el personal que está atendiendo en ellos debería estar remunerado y nosotras personalmente nos hemos encontrado con que, a veces, no lo están. Las políticas de Igualdad bien hechas, bien estructuradas, bien planteadas y bien llevadas a la práctica, son aquellas que deberían defender a todas las mujeres, pero no para estar por encima de nadie, porque eso no es feminismo. Y si quienes ostentan el cargo y son las responsables de esas políticas de Igualdad, no se ven con fuerzas para hacerlo, que den un paso atrás, y dejen vía libre a quienes si estamos dispuestas”, finaliza.