Los grandes olvidados del sistema: qué pasa con los huérfanos de la violencia machista

No existe un protocolo unitario para atender las distintas necesidades de los 1.862 huérfanos de víctimas que se contabilizan desde hace dos décadas, según el informe del Fondo de Becas Soledad Cazorla

Desde 2003, la violencia de género ha dejado 1.862 huérfanos KiloyCuarto

Sabemos que hay cuatro huérfanos que, hace una semana, perdieron a su madre. Tienen 7, 9, 11 y 19 años. Son los hijos de Lina, la mujer asesinada por Augustine, su pareja desde hacía más de una década, en Benalmádena. Cuatro niños y jóvenes a los que la vida les ha cambiado para siempre. No solo tendrán que aprender a vivir sin la mujer que los protegía y cuidaba, sino también asumir que su propio padre o figura paterna es el responsable. Además, les espera un largo camino de recuperación, ya que fueron testigos del crimen. A uno de ellos, incluso, se le atacó con un puño americano cuando intentó evitar el ataque mortal ocurrido en la madrugada del pasado domingo.

Dos mujeres se abrazan tras el minuto de silencio en la concentración espontánea de vecinos de Benalmádena, donde en la madrugada del domingo un hombre ha matado a su pareja en presencia de sus hijos

Estos cuatro niños son los últimos de una larga lista (en la que aún no están incluidos): la de los 1.862 huérfanos contabilizados por los responsables del Fondo de Becas Soledad Cazorla, gestionado por la Fundación Mujeres, desde el año 2003 hasta el 31 de diciembre del año pasado. No ha sido una labor sencilla, ya que la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género solo recoge las cifras de huérfanos menores de edad desde el año 2013. ¿A qué se enfrentan estos niños, niñas, adolescentes y adultos cuando lo pierden todo?

Las familias viven un “desamparo informativo”

Joaquín García-Cazorla, hijo de la primera fiscal de sala de violencia contra la mujer —en cuyo recuerdo se crearon las becas— y uno de los promotores del fondo, explica lo que ocurre tras un asesinato machista: “Imagina que tengo una hermana y su marido, su pareja, la mata. Mis tres sobrinos se quedan huérfanos y yo tengo que hacerme cargo de ellos inmediatamente. No es una cuestión de ‘ya veremos cómo lo enfocamos’ o ‘qué hacemos’. Los tengo que acoger en mi casa en ese momento, con independencia de mi situación económica“.

García-Cazorla señala que, en su experiencia, los principales afectados por esta situación son los tíos, tías y abuelos de los huérfanos, familias que se ven inmersas en circunstancias extremadamente difíciles, marcadas por el dolor y el trauma. Llegan a nosotros devastadas, en un estado terrible y con una sensación de desamparo informativo. No saben qué pueden hacer mientras atraviesan una situación de bloqueo. De hecho, en numerosas ocasiones, las propias familias nos explican que, cuando ha pasado cierto tiempo, se dan cuenta de que no han podido hacer el duelo porque han estado resolviendo todos los frentes que se les iban abriendo“.

Violencia niños

Desde 2003 la violencia de género ha dejado 1.862 huérfanos

No existe un protocolo para atender a las familias

Por eso, una de las principales reivindicaciones de los responsables de las Becas Soledad Cazorla es insistir en que no existe un protocolo unitario. No se ha establecido un procedimiento que deba aplicarse en todos los casos que ocurren en España. Depende muchísimo de los equipos de intervención social de la localidad donde se haya producido el asesinato, porque no se ha ideado una batería de herramientas o instrumentos que estas familias tengan a su disposición“, alerta García-Cazorla.

Tienen muchas dudas e incertidumbre

Por ello, una de las principales labores del fondo es acompañar y recorrer ese camino junto a las familias que tienen a su cargo a los huérfanos. Cuando ocurre un asesinato, se abren numerosos trámites. Para empezar, el proceso penal derivado del crimen. Tienen muchas dudas: ‘¿Debo personarme en el caso? ¿Tengo derecho a un abogado? ¿Qué medidas debo tomar para la protección patrimonial? ¿Voy a ser su tutor legal o lo será la Comunidad Autónoma y yo actuaré solo como acogedor? ¿Tiene alguna consecuencia legal que los adopte, ya que entonces dejarían de ser considerados huérfanos?'”.

Necesitan con urgencia ayuda económica

El Fondo de Becas Soledad Cazorla intenta paliar este desamparo informativo y económico, pues han detectado que muchas de estas familias necesitan una primera ayuda económica que llegue rápidamente para afrontar la nueva situación. Por eso pensamos en la cuestión de las becas: porque es un recurso que puede llegar de manera ágil y está vinculado a facilitar que los niños puedan seguir desarrollando sus estudios y contar con apoyo psicológico, que también es fundamental”, apunta García-Cazorla.

Para facilitar todo el proceso, el Fondo de Becas Soledad Cazorla ha elaborado guías prácticas dirigidas, por un lado, a los profesionales del ámbito de la intervención y, por otro, a las familias, recopilando de manera accesible todos los trámites que deben realizar y los derechos que les asisten. Al principio, uno de los principales problemas que teníamos era conseguir ese primer contacto con las familias. Pero cultivamos la relación con los organismos e instituciones que realizan la intervención directa en un primer momento. Tenemos mucha relación con la Fiscalía especializada contra la Violencia de Género, sobre todo para que informen a las familias sobre nosotros y les hagan saber que somos un recurso más al que pueden acceder“.

Estas víctimas no tienen una reparación del daño

En el periodo 2023-2024, el Fondo de Becas Soledad Cazorla ha concedido 82 becas, el 43,59 por ciento dirigidas a nuevas familias mientras, el 56,41 por ciento han sido renovaciones dirigidas a personas huérfanas de la violencia de género. Estas alcanzaron el importe de 85.239 euros en 2023 y el de 72.457 en 2024. En cuanto a los niños y jóvenes becados en los dos últimos años el 63,41 por ciento están en ciclos de educación infantil, primaria y secundaria (un total de 52 becas concedidas). Mientras, un 36,59 por ciento se han destinado a jóvenes que estaban cursando bachillerato, formación profesional o estudios universitarios (30 becas).

Una ayuda imprescindible para esas familias a las que apenas nadie acompaña, y que, como recuerda García-Cazorla, no cuentan con una reparación del daño que aborde su situación de forma integral.