Los nervios, la ilusión, el sentimiento de pertenencia, la deportividad, la energía que se contagia, gritar cuando marca tu equipo. Un partido de fútbol masculino tiene tantas caras como aficionados. Pero, ¿qué pasa cuando tu equipo pierde? La mayoría de los hombres gestiona la frustración como puede, pero hay quien encuentra en la derrota una excusa (otra más) para mostrar su verdadera naturaleza. Tras desfogarse en el campo o en el bar al llegar a casa ejercen violencia contra su pareja. Se trata de un fenómeno mundial y aunque no existen demasiados datos sobre la materia en España, varios estudios señalan de manera clara la relación entre los grandes eventos deportivos y el incremento de la violencia machista.
No es el fútbol, es su afición
La agencia Republica Havas en Perú y Amnistía Internacional llevaron a cabo una campaña para alertar sobre el aumento de las violencias machistas durante las celebraciones deportivas. Las investigaciones mostraron que existía una relación clara y directa entre las derrotas de los partidos de fútbol y el incremento de los casos de violencia de género. Calcularon que cuando un equipo pierde, la violencia contra las mujeres aumenta de media hasta un 34% en todo el mundo.
Mara Aparicio, presidenta de la asociación Nosotras Deportistas, cree que no son tanto los eventos deportivos en general como el fútbol masculino y las características de sus seguidores. “Tiene una afición ciertamente agresiva. De hecho, muchas veces los ultras, los hooligans quedan para pegarse, causan destrozos y en teoría las instituciones y entidades deportivas están peleando para frenar estas violencias”, asegura.
La masculinidad tóxica en su máxima expresión pública
Para Beatriz Bonete, socióloga experta en Género e Investigación social “el problema no es el deporte, sino, como siempre, el contexto en el que un hombre se siente con el derecho de descargar cualquier emoción negativa (frustración, enfado, humillación) contra su pareja. Eso no tiene que ver con que le afecte profundamente que su equipo pierda, sino con el machismo. En determinados ámbitos se trata al deporte como cuando se habla del alcohol, como “atenuantes” de una conducta agresiva por parte de un hombre y, aunque ahora parece que se penaliza algo más, se sigue normalizando que en los estadios veamos a hombres agresivos, amenazando, insultando… La masculinidad tóxica y violenta en su máxima expresión pública”, advierte.
Esta socióloga experta en Género recuerda que “que tu equipo pierda no te da derecho a nada. Ni a romper una farola en una calle pública, ni a insultar ni a agredir a nadie”. Echa en falta, además, más trabajo personal por parte de estos aficionados, “aquí desde luego brilla por su ausencia la educación en gestión emocional para hombres, que tienen que sacar su enfado en un estadio de fútbol porque son incapaces de hablar con normalidad, honestidad y respeto sobre lo que no les gusta y les incomoda”.
Con respecto al aumento de casos durante los eventos deportivos, Bonete considera que “la violencia de género es una violencia que interioriza esa superioridad masculina y la traslada al contexto de la pareja. En esos casos, da igual que pierda el equipo o no, porque en un contexto de violencia machista, cualquier situación puede servir para que el agresor humille, anule o maltrate a su pareja”, finaliza.
Descargan su decepción y su ira contra ellas
Vanessa Bolaños, directora general de Republica Havas Health, explicaba que “lo que ocurre en el campo de fútbol a veces tiene resultados dolorosos e imperdonables fuera de él para las mujeres, muchas de las cuales sufren las consecuencias a manos de hombres que descargan su decepción y su ira contra ellas”.
Según el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, la violencia machista también aumenta durante los partidos de fútbol americano, especialmente durante la famosa SuperBowl. Un dato que viene a corroborar lo que afirmaba la periodista francesa Emilie Tön: “Los grandes acontecimientos deportivos no provocan la violencia doméstica, ya que los agresores son los únicos responsables de sus actos, pero los niveles de consumo de alcohol asociados a la naturaleza altamente emocional de estos acontecimientos parecen aumentar la frecuencia de los incidentes”.