El “no hables con desconocidos“, como advertencia a menores está desfasado. Los adolescentes no diferencian el mundo online del físico como las generaciones anteriores porque no existe esa separación de universos para ellos. Su forma de relacionarse en las redes sociales hace que sea algo cotidiano hablar con alguien que, en realidad, no saben quién es. Por eso prolifera el grooming online. El delito por el cual una persona adulta contacta con menores por medios electrónicos con el fin de hacerle participar en cualquier actividad sexual. Según Save the Children, tener entre 10 y 17 años y ser niña o chica adolescente aumenta la vulnerabilidad ante los delitos cibernéticos.
Esta ONG por la infancia ha analizado varias sentencias judiciales de grooming online y ha sacado varias conclusiones. En cuanto al perfil de la víctima, el 57,4 por ciento son chicas frente al 42,6% de chicos. La edad media en la que son acosados es de 13 años, independientemente del género y el 11,5% son víctimas con discapacidad. Además, en el 59% de los casos hay más de una víctima.
Carmela del Moral, la responsable en Políticas de Infancia de Save the Children, explica que más allá de las edades es muy difícil establecer características específicas de las víctimas. De hecho, cada vez se encuentran con perfiles más diversos . Lo mismo ocurre con los agresores, no se puede generalizar, aunque la inmensa mayoría son hombres. Destaca que en un 47,5% de los casos estudiados el agresor resultó ser un desconocido y el 95,1% no tiene antecedentes penales de ningún tipo.
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Las madres son las que detectan el abuso
El análisis de las sentencias judiciales arroja un dato revelador. En el 54,1% de los casos es la madre quien destapa el acoso, “porque ellas son las que en mayor medida acompañan a sus hijos en su experiencia online”, apunta del Moral.
Porque esa es la clave, señala, la responsable de Save the Children, acompañar. “Muchas veces los padres y las madres delegan en herramientas como el control parental toda la protección de sus hijos e hijas, pero hace falta ir más allá. Tener conversaciones reales sobre cuáles son los peligros de Internet, cómo debe ser un ciudadano responsable digital en Internet, los riesgos que se asumen cuando se comparte una foto, los riesgos de que las personas no estén frente a frente y tener la suficiente confianza para que estas conversaciones puedan ser constantes. No es un peligro genérico como el hombre del saco, en este tipo de delitos los agresores son adultos haciéndose pasar menores”, explica.
El acoso se alarga durante tres años de media
En cuanto a la duración del acoso, la media es de tres años de duración, en un 45,9 por ciento de las sentencias. Existen diferencias en los medios probatorios, a diferencia de los abusos físicos en estos delitos destaca el uso de pruebas documentales. Además, de las testificales y periciales en un 59% de los casos. El acusado presentó conformidad con los hechos en un 57,4% de los casos, frente a los casos de abuso sexual “físico”, que se dio en un 44,1% del total.
Herramientas para protegerles
De Moral da algunas claves para prevenir este tipo de delitos lo que ella llama herramientas de protección básicas: no agregar a personas desconocidas, no compartir fotos íntimas en general, pero especialmente con personas desconocidas. Educarles y reforzarles, haya pasado lo que haya pasado, que comuniquen cualquier problema a un adulto de confianza.
Otra de las directrices que señala la responsable de la ONG es no culpabilizar a las víctimas.”Es algo que tenemos que entender. Ahora mismo la comunicación online abarca una parte muy importante del desarrollo de la sexualidad adolescente y muchas veces es difícil abordarlo con temas de seguridad. Existe un factor de riesgo y lo importante es que lo conozcan, lo identifiquen y lo comuniquen llegado el caso”.
Aunque la violencia sea online, esto no significa que no tenga efectos reales sobre los niños y las niñas. Primero, porque para ellos lo online y lo físico está completamente ligado, son prácticamente el mismo mundo. Los efectos de estos delitos son devastadores. Puede aparecer depresión, ansiedad, problemas de sueño, problemas de autoestima, de socialización, de confianza. Todas estas cuestiones afecta al aspecto emocional y físico del desarrollo de los niños, niñas y adolescentes.