Nadie se puede llegar a imaginar lo que sufre una madre cuando le arrebatan a lo que más quiere, a sus hijos. Mucho menos si les asesinan sin que ellas hayan podido evitarlo. Ese sentimiento trata de recogerlo la psicóloga María José Guarino en su informe sobre violencia vicaria titulado La mirada de las madres.
En el mismo, entrevista a 160 madres que sufrieron violencia vicaria. La mayoría ha asegurado que siente “ansiedad”, “culpa”, temor” y un “estado de alerta constante” ante las acciones que comete el agresor sobre ella y sobre sus hijos. Una madre llega a explicar que tuvo que soportar “denuncias falsas, injurias y calumnias” sobre ella “pidiendo al juzgado que le impusiera multas y le arrebatara la custodia de las hijas”. Relata, incluso, que pidió “la cárcel” para ella.
Otras madres han experimentado la violencia vicaria cuando el padre estaba con sus hijos y “no le permitía hablar con ellos durante semanas” o cuando les “negaba tratamientos médicos a los hijos o amenazaban a la madre con intoxicarse o suicidarse con los niños durante su estancia con él”.
Situaciones de violencia vicaria vividas a través del agresor
De 160 mujeres entrevistadas, 159 sienten que el agresor “usa a los hijos como un instrumento de ataque contra ellas”. Lo hacen a través de todo tipo de mecánicas: el 62,67% es consciente de que el agresor ha abusado de los hijos tanto física como sexualmente. En el 28% de los casos, han amenazado a las madres con matar o secuestrar a los niños. El 11,33% les ha expuesto pornografía y el 1,33% ha acabado asesinando a los hijos. Situaciones irreales que parecen de ficción pero que, desafortunadamente, siguen ocurriendo en la sociedad.
Con el fin de hacerle daño a las madres, los maltratadores conocen muchas mecánicas. Otras de ellas que se señalan en el informe son la perturbación de las pautas del sueño o alimentación a los hijos, pone en peligro a los hijos cuando están con él, se droga o bebe alcohol en grandes cantidades cuando tiene a los niños, conduce a altas velocidades con los pequeños dentro del coche o usa la violencia física delante de ellos, entre otras.
Desde la perspectiva de los hijos
Los hijos también tienen mucho que decir en este tipo de violencia. En palabras de la psicóloga Guarino, la violencia vicaria "tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus hijos. Sustituye a una persona por otra para ejercer la acción, en este caso a las hijas a quienes se les infringe por parte del progenitor paterno distintas formas de maltrato (incluso llegando al asesinato) con el fin de seguir ejerciendo poder, control para
destruir a la mujer y madre".
En este informe, también se le pregunta a las madres por la actitud de sus hijos antes y después de tener que estar con su padre. La mayoría se muestran "irritables", con "explosiones de ira" y con "resistencia a cumplir con las tareas domésticas" cuando regresan de estar con su progenitor. Muchos también presentan "actitudes machistas" al volver y "conductas autolesivas". Llama también la atención que un 9,35% de las madres ha señalado que las hijas regresaban con la "vágina enrojecida" de casa de sus padres.
En concreto, antes de irse, algunas madres detallan que sus hijos se encuentran "nerviosos, no duermen esa noche y tienen pesadillas. Se resiste a vestirse y se escapa corriendo por la calle". Otra madre señala que su hija "está en bucle toda la semana diciendo que no quiere ir con su padre. Se agarra a los semáforos de la calle o a las faldas de su maestra".
Al volver, una de las hijas "volvía casi catatónica de casa del padre, en estado de shock". Otra cuenta que sus niñas "retornan muy alteradas, gritando, pegando, llorando, con la ropa sucia, con ojeras, vomitando, con heridas..."
Percepción de la ayuda recibida
Otro de los puntos que trata este estudio es cómo las madres se sienten con la ayuda recibida por parte de las autoridades, instituciones y justicia. Uno de los testimonios que llama la atención es este: "La madre se considera Madre Protectora (MP) en tanto intenta velar por la seguridad de las hijas, ante el maltrato que percibe. Existe la convicción de que judicialmente se persigue a las madres protectoras".
Creen que en los juzgados "no velan por el interés superior del menor" y sí lo hacen por "los derechos del hombre sobre los de la mujer, los niños y las niñas considerando que los hombres son seres superiores". Además, señalan que "los juzgados no estudian cada caso en particular, directamente imponen la custodia compartida sin más en beneficio de los hombres machistas y maltratadores".