Dos nuevos asesinatos machistas sacuden una vez más Italia. Ilaria Sula, de solo 22 años, llevaba desaparecida en Roma desde desde el 25 de marzo. Su cuerpo ha sido encontrado esta semana en la capital italiana. Su ex pareja, acusado de haber acuchillado a la joven y de intentar ocultar su cadáver abandonándolo a las afueras de la ciudad en una maleta, ha confesado ante la policía los hechos.
La joven, según ha relatado la familia a la prensa italiana, se había dejado con su presunto asesino hace tiempo. Estudiaba Estadística en la Universidad de la Sapienza de Roma, institución consternada ahora con la noticia. Pocas horas antes, este pasado martes, otra joven, Sara Campanella, también de 22 años, también estudiante, fue acuchillada brutalmente en Mesina, en la isla de Sicilia, por un joven que era su compañero en la universidad y que llevaba meses acosándola y persiguiéndola. Arrestado tras ser acusado de su asesinato y ante las pruebas de los vídeos de las cámaras de seguridad que han registrado los últimos momentos de la vida de Sara, ha confesado. Son ya 11 víctimas de feminicidio en Italia desde el inicio de este año.
113 mujeres asesinadas por femincidio
La ministra de Familia e Igualdad, Eugenia Roccella, hizo un llamamiento a la oposición italiana para que apoye la aprobación de la nueva ley que introduce el delito de feminicidio, tras las noticias dramáticas de las últimas horas. Roccella destacó que estos casos refuerzan la urgencia de esta lucha, que ha sido una prioridad para su gobierno desde el primer día. Aun así, la noticia, que ha generado un enorme impacto en la opinión pública italiana, ha servido para que miles de mujeres a través de las redes sociales declarasen la dificultad para ser creídas cuando se denuncia, la superficialidad con la que aún la sociedad trata el tema y el estigma con el que aún se informa en los medios de comunicación.
De hecho, la periodista italiana Donata Columbro, especializada en datos y en temas de género, ha denunciado en su Instagram que el Ministerio del Interior no actualiza el dato de mujeres asesinadas por violencia de género desde enero de este año. Datos que habitualmente son difíciles de encontrar porque no están clasificados con la tipología de feminicidio o violencia de género, sino que se incluyen en un subgrupo de los datos de homicidios voluntarios en Italia.
En 2024 han sido 113 las mujeres asesinadas por femincidio, de las cuales 99 fueron en contextos familiares o afectivos. De estas, 61 fueron víctimas de sus parejas o exparejas. Se ha producido un aumento en los casos de stalking y maltratos. De hecho el padre de Giulia Cecchettin, joven asesinada por su ex pareja en 2022, ha intervenido tras las dramáticas noticias para recordar que “se subestima la peligrosidad del acoso. El último caso (de Sara) nos demuestra lo que realmente es: el paso previo a un feminicidio”.
Come al solito Elena Cecchettin usa le parole giuste… pic.twitter.com/4tNCItXoPV
— Mairim_21 🇵🇸🍉🌹🐝 (@Mairim212) April 2, 2025
“Nos hacen perder la esperanza en el futuro”
Los casos de estas dos jóvenes asesinadas reavivan el recuerdo del caso Cecchettin, porque las tres víctimas eran estudiantes con una vida por delante y fueron atacadas de maneras similares y con el mismo “móvil”, el control sobre la mujer. Como señala para Artículo 14 la filósofa y escritora Michela Marzano “estos casos nos afecta aún más porque destruyen la idea de que las nuevas generaciones están cambiando las cosas, nos hacen perder la esperanza en el futuro”.
La experta explica el fenómeno con una imagen: “Es como si nos encontrásemos en doble carril. Por un lado están las mujeres de las nuevas generaciones, mucho más conscientes del propio valor, de la propia libertad y autonomía y que no están dispuestas a ceder como hacía mi generación, yo tengo 54 años. Pero, por otro, los hombres jóvenes, los adolescentes, tienen enormes dificultades para aceptar esta autodeterminación, que es un cambio del paradigma que han vivido hasta ahora. Están en conflicto con sus propias fracturas identitarias. Tienen problemas para gestionar el rechazo, por ejemplo”, explica. Ahí, añade, nace la obsesión por el control. Giulia, Sara e Ilaria son las víctimas de una generación incapaz de aceptar un no por respuesta.