Se estima que solo el 22% de las mujeres que sufren violencia de género llegan a denunciar, según recoge Ana Bella con datos de su fundación homónima. Se estima también que las mujeres tardan dos años en reconocerse como víctimas de esta violencia. Datos que disminuye en denuncias y aumenta en tiempo de reconocimiento cuando las víctimas de violencia de género son mujeres migrantes.
Se suele dar por hecho. Las encuestas mezclan las respuestas. Pero para una mujer migrante en situación irregular, ser víctima de violencia de género, es un periplo revictimizante en el que en muchas ocasiones, su agresor le llega a engañar diciéndole que si le denuncian, la deportarán de nuevo a su país. La situación se complica si el maltratador es español. A través de la violencia psicológica, una vez más, le hará pensar que a ella no la creerán por no tener papeles, mientras que a él sí por ser blanco, europeo y tener privilegios.
Los retos de una mujer migrante víctima de violencia de género
En otras ocasiones hemos puesto el foco en la violencia de género sufrida por mujeres con discapacidad, en el ámbito rural o en la tercera edad. Hoy, visibilizamos esta violencia machista que también afecta a mujeres migrantes en España.
Según explica Raquel López, experta en migraciones y violencia de género y autora de Revictimizadas: Migrantes y víctimas de violencia de género, a cualquier mujer le acechan “los miedos, la vergüenza, el sentimiento de culpa y el pensar que no nos van a creer”. Sin embargo, las mujeres migrantes también cargan con “el hándicap, el estigma y todos los prejuicios que existen al respecto”.
Uno de los mayores retos según López en cuanto a los migrantes, y en concreto en cuanto a las víctimas de violencia de género, es “plantearnos cómo hacerles llegar la información que existe en España al respecto sobre cómo poner una denuncia o dónde pedir ayuda”. Explica que en muchos casos, la relación que las mujeres migrantes tienen con la policía en su país, no es la misma que se puede tener aquí. Por eso, “hay que ayudarlas y mostrarles que las autoridades pueden echarles una mano”.
El poner una denuncia como mujer migrante
Los servicios, según la opinión de la experta, también deberían de especializarse más. Pues pone como ejemplo algo tan básico como el idioma. “Es un impedimento a la hora de denunciar porque aunque tienen derecho a pedir un intérprete, este muchas veces no acude y no es imparcial. Lo que genera también una situación de estrés”.
“Cuando una mujer va a poner la denuncia, le cuenta la situación al primer agente que le recibe, que puede estar sensibilizado, tener formación o no. Escuchan comentarios tipo ‘esta latina’ o ‘esta sudaca’. Comentarios muy desafortunados que revictimizan a la mujer”, expresa Raquel López. Sin embargo, eso solo es el principio. “Después otro agente te toma declaración de nuevo. Luego te llaman y tienes que volver a contarlo. Entras en el ciclo de los servicios sociales y tu trabajadora social de referencia se lo tienes que volver a contar. Te derivan al servicio de psicología y tienes que volver otra vez”.
Todo este proceso se complica aun más al ser víctima migrante en situación irregular. En la mayoría de ocasiones no entienden el español. Y mientras se encuentra en la oficina y los agentes llaman a un intérprete, “nadie le explica por qué está esperando o no le preguntan qué necesita o cómo se encuentra. Y se siente sola otra vez en un país en el que no es el suyo, sin personas de su confianza”.
Es por todos estos impedimentos por los que López cree que es “muchísimo más importante una denuncia pública“, es decir, que la mujer “se lo cuente a alguien de su entorno con quien tenga confianza”. A partir de ahí, la experta en migraciones recomienda “trabajar con ellas, acompañarlas, arroplarlas, darlas un soporte y unas herramientas para que se encuentren fuertes para trabajar la denuncia”.
Es tan fuerte la revictimización de estas mujeres y pasan por un proceso tan “costoso a nivel emocional y psicológico” que López no aconseja a una víctima denunciar “si no tenemos un caso que se sustente y que no nos lo vayan a tirar a la primera cuando denunciemos”. Y no porque sea una denuncia falsa. Sino porque en el “99,99% de los casos, cuando la juez dice que no hay pruebas suficientes no quiere decir que sea una denuncia falsa. Solo que no se ha podido demostrar”.
Los prejuicios y mentiras en torno a las víctimas migrantes
López reconoce dos grandes mentiras que la sociedad cree como ciertas en lo que se refiere a las víctimas de violencia de género migrantes. En primer lugar, explica que “un argumento muy utilizado por una parte de la ciudadanía es que las mujeres migrantes en situación administrativa irregular denuncian una situación de violencia de género para obtener los papeles“. Esto lo dicen porque la realidad es que cuando una víctima migrante interpone una denuncia “se les otorga una autorización de residencia y trabajo provisional que depende de que sea definitiva hasta que exista una sentencia condenatoria firme”. Sin embargo, en muchos casos, no existen pruebas suficientes para condenar al agresor. Por lo que la autorización les es retirada.
Otra de las grandes mentiras que la sociedad y los propios maltratadores hacen creer a una víctima migrante es que si denuncia se enfrentará a que la deporten a su país. “Las mujeres en muchas ocasiones no conocen la información correcta y pueden llegar a pensar que si van a denunciar estando en una situación administrativa irregular las van a expulsar del territorio. Y no es así”. De hecho, cuando interponen una denuncia por violencia de género “se paraliza el expediente sancionador por residencia ilegal hasta que haya una sentencia en firme”.