En la semana en que el tribunal de Aviñón recorrió los últimos kilómetros de los interrogatorios para aclarar las violaciones supuestamente cometidas por una cincuentena de hombres contra Gisèle Pelicot, sus tres hijos aportaron un desgarrador relato sobre su padre, Dominique, dejando un pozo de indignación, dolor y muchas dudas. Pero, junto a estos tres testimonios, también floreció una vez más la valentía de Gisèle y la movilización de la sociedad contra la violencia machista. La próxima semana la Fiscalía divulgará su petición de pena. El 20 de diciembre se espera la sentencia.
David, Caroline y Florian declararon ante el Tribunal. Caroline Darian, la mediana, carga el fardo de una duda: ¿Habrá sido ella también víctima de sumisión química? Durante las truculentas investigaciones, la policía encontró en el ordenador de su padre Dominique, junto a miles de fotografías de Gisèle drogada y violada, una carpeta con imágenes de su hija. La carpeta se llamaba “Mi hija desnuda” y contenía imágenes compartidas con un usuario de Internet de Caroline durmiendo vestida con ropa interior. La hija, hoy con 45 años, había afirmado a principios del juicio que fueron tomadas sin su conocimiento, que no solía dormir en dichas posiciones y que no eran sus ropas.
Esta alta directiva en una empresa privada volvió a interpelar a su padre esta semana. “Me considero la víctima olvidada de este juicio (…) La única diferencia entre Gisèle y yo es que para ella hay pruebas. Para mí, es una tragedia absoluta”, afirmó, poniendo en relieve uno de los dramas de la sumisión química, la dificultad de probar la presencia de sustancias químicas, que desaparecen rápidamente del cuerpo de las víctimas. Consternada, Darian tuvo incluso que hospitalizarse en una clínica durante el juicio para volver a dormir.
“Dile a Caroline la verdad. (…) Ella ya no aguanta más. Puede sucumbir en cualquier momento”, desafió a su padre Florian, 38 años, el más pequeño, al subir al estrado. Dominique, que se arriesga a una pena de veinte años de cárcel, negó una vez más que hubiese abusado de su hija o de sus nietos. Pero las artimañas de Dominique parecen estar por todas partes, y podrían haber llegado también a la ex mujer de Florian, Aurore. La policía encontró en el ordenador del acusado una fotografía de la nuera desnuda en el baño, con un fotomontaje en el que Dominique pone su pene sobre el cuerpo de la mujer. Aurore se divorció de Florian tras las revelaciones y presentó una demanda civil contra el suegro. Años antes, ella había sorprendido a Dominique masturbándose delante del ordenador, razón por la cual ella y Florian decidieron no dejar a sus hijas solas con el abuelo paterno.
Pero a Florian otra duda le atormenta. A raíz de la tragedia ocurrida con su madre, él empezó a cuestionar si Dominique es de verdad su padre, ya que Gisèle tuvo una relación extraconyugal y que, según este tercer hijo, él carece de semejanzas físicas respecto a sus hermanos. Florian afirma que seguirá adelante con un examen genético. “¿Es por mi culpa que has hecho todo eso (contra Gisèle)?”. Dominique contestó negativamente.
David, de 50 años, el mayor y el que más se parece físicamente al padre, también tuvo que hacerse cargo de la revelación de que su esposa Céline fue fotografiada sin saberlo, desnuda y embarazada. Además, David se enteró de que “este hombre” había insistido en que su nieto “jugara a los médicos” cuando tenía 3 años. El caso ha sido denunciado y está bajo investigación.
La insumisa
Al declarar sus últimas palabras, Dominique afirmó que su deseo era “someter a una mujer insumisa”. A lo largo de casi 50 días de un juicio que ahora entra en la etapa de las peticiones y alegatos, Gisèle Pelicot se hizo conocer como una mujer valiente y, sí, insumisa. Insumisa a la vergüenza que las víctimas suelen sentir. Insumisa al silencio y al miedo. La septuagenaria que pudo haber sido violada unas 200 veces logró convencer al juez de conducir las audiencias a puertas abiertas. Eso incluyó también hacer públicos los vídeos e imágenes de las violaciones. Una decisión “casi política”, según su abogado.
Porque, además de los destrozos de la vida de Gisèle y de sus hijos, el juicio de Gisèle Pelicot deja en la sociedad francesa huellas que, según sus abogados, necesitan ser duraderas y positivas: “un testamento” para las “generaciones futuras”. O, en las palabras de la propia Gisèle, “un cambio en la sociedad”. Ella espera servir de ejemplo para cohibir la sumisión química. “El día que una mujer se despierte y no recuerde lo que hizo el día anterior, se dirá: ‘Bueno, he oído el testimonio de la Sra. Pelicot’”, declaró en su última intervención.
Y la sociedad empieza a moverse. Mientras en la Asamblea Nacional francesa una misión especial investiga los fallos en la atención a las víctimas de sumisión química, un colectivo de cincuenta asociaciones feministas acaba de presentar una propuesta de “ley integral” para frenar la violencia contra las mujeres. Se trata de un documento con 139 medidas que busca integrar todos los ministerios y secretarías, desde Igualdad hasta Justicia, Interior y Salud. Los números demuestran que, mientras las denuncias por violencia sexual tuvieron un aumento exponencial desde 2017 (+ 282%), un 94% de las denuncias de violación fueron archivadas.