La otra cara de la violencia vicaria, cuando tu maltratador utiliza a tus hijos para dañarte

Manuela se separó de su marido condenado por violencia de género. Hace un tiempo, su hija retomó el contacto con él y poco después la denunció por maltrato

La otra cara de la violencia vicaria
KiloyCuarto

Manuela (nombre ficticio) recibió el primer golpe embarazada de su hija mayor. Estaba de siete meses cuando su entonces marido le propinó una patada en la tripa que la tiró al suelo. Hasta casi ese momento había vivido una realidad ficticia, un cuento de hadas con un novio atento, detallista y que le regalaba ramos de flores por su cumpleaños. Por eso no se lo podía creer . “No podía respirar y lo veía con mis ojos como que se quedaba mirándome y no actuaba, se quedaba tan tranquilo. Como si le diera igual. De hecho se fue para la cocina y me dejó ahí como si nada”, recuerda.

Fue el primero de decenas de ataques por los que fue condenado, e incluso pasó cortas temporadas en la cárcel. Como explica la propia Manuela: “Una vez que me pegó ya fueron todas rodadas“. Aguantó casi veinte años al lado de un maltratador y un padre ausente que nunca hizo nada en casa, ni se ocupó de sus hijas. Está condenado por agredir a su hija mayor, la que estaba en el vientre de su madre aquella primera vez.

Tras retomar el contacto con su padre, la hija de Manuela la ha denunciado

Manuela pensó que tras divorciarse y con una orden de alejamiento en vigor, se acabaría el calvario, pero nunca pudo imaginar que comenzaba otro peor. Hace un tiempo, la hija mayor de Manuela, que ahora tiene veinte años, se puso en contacto con su padre. Poco después, la joven denunció a su madre. Mantiene que la maltrataba desde niña y que nunca la ha considerado su progenitora. Una acusación que se materializará en un juicio en los próximos meses.

“Como si estuviera hablando con él”

Para Manuela el golpe fue duro. No entendía nada y no era capaz de comunicarse con ella. Cuenta que habían tenido discusiones, las típicas en la adolescencia por el orden y ciertos comportamientos, pero nada más allá. Reconoce en las palabras de su hija a su exmarido. “Me dice las mismas cosas: ‘te vas a ver sola’, ‘nadie te va a querer’. Es como si me estuviera hablando él“.

La otra cara de la violencia vicaria

Se trata de un caso de violencia de género vicaria. Estamos acostumbrados al término de vicario unido a asesinatos o maltrato a los hijos e hijas de las víctimas, pero existe otro vertiente de este fenómeno, cuando el maltratador ejerce la violencia a través de ellos.

El año pasado se alcanzó una cifra récord de asesinatos por violencia de género vicaria
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Manuela explica que el comportamiento de su hija cambió tras acercarse a su padre. Se volvió más agresiva, daba patadas a las puertas y a las paredes, discutía con su hermana, insultaba y amenazaba. Hasta el punto de decidir abandonar la vivienda que compartían y trasladarse a casa de su abuela paterna donde vive con su padre y su tío. Tras varios vaivenes de una casa a otra, finalmente se ha establecido en ese domicilio y apenas tiene contacto con Manuela.

Vive preocupada por su hija

“Su hermana se la encuentra en el autobús, me dice que muchos días lleva la misma ropa. Me bloquea y desbloquea en el teléfono, pero cuando puedo ver su foto, me da la sensación de que tiene la cara hinchada y ha estado llorando”, apunta.

Está preocupada y la tiene todo el día en la cabeza. Sus hijas son su vida “he luchado como una leona por ellas”,  y aunque está dolida es consciente de que no deja de ser una víctima de su exmarido. “Creo que ella se acercó a él por pena, sin entender lo manipulador que es y él ha encontrado la manera de seguir haciéndome daño”.

Tras décadas de maltrato, Manuela y sus hijas no han podido comenzar el proceso de recuperación como víctimas de violencia de género y esta nueva estrategia ha dinamitado sus relaciones. Tres mujeres que han convivido a diario con la violencia de un hombre, que ahora, de nuevo, las ha conseguido separar.