Un niño de 10 años, Daniel, disfruta de las Navidades junto a su madre en Granada. A su madre no la ve habitualmente: Daniel vive con su padre en Italia. Sus padres están divorciados y la custodia del menor la tiene el hombre. Ese mismo niño, Daniel, asegura a través de los abogados de su madre que “tiene un miedo terrible a su padre y que teme por su propia vida si vuelve a Italia con él” tras su paso por España estas últimas semanas. Ante estas declaraciones – de un niño, insistamos, de 10 años- la justicia italiana hace caso omiso y le obliga a volver con su padre en cuestión días (el próximo 8 de enero), tal y como ha podido confirmar elDiario.es. Ese padre es, además, un hombre acusado por la propia Fiscalía italiana de “maltratador” machista y familiar. Pero nada de eso vale ante el Tribunal italiano: el niño debe volver a Italia.
Quien dice sentir un “miedo terrible” y “temer por su vida” es Daniel, el hijo pequeño de Juana Rivas. Su padre es Francesco Arcuri, expareja de Rivas. Él aún tiene la custodia del menor pese a que su hermano mayor, Gabriel, alertó públicamente el pasado 3 de diciembre que su hermano pequeño corría un “grave peligro” junto a su padre. Arcuri tachó estas declaraciones de “manipulación del entorno materno” aunque, cabe recordar, que su hijo ya es mayor de edad y que él mismo, de forma voluntaria, regresó junto a su madre a España, un “entorno seguro”, tal y como él mismo detalló.
Padre y presunto maltratador
Además, el pasado 23 de diciembre, Juana y Gabriel denunciaron a Arcuri por un delito de intimidación o coacción a un testigo, al considerar que Arcuri ha intentado “influir” a Daniel en el procedimiento judicial que atraviesa la familia. Sobre Arcuri también recae una denuncia por un delito de “violencia de género, amenazas y coacción” contra Juana Rivas. Todo ello, se puso en conocimiento del Tribunal italiano, tal y como aseguraron los abogados de Juana Rivas en un comunicado: “Se pone en conocimiento del Tribunal que estas Navidades el Sr. Arcuri ha enviado a Juana varios mensajes intimidatorios, y la ha sometido a un constante acoso telefónico, intentando contactar con ella hasta en más de cuarenta ocasiones en una semana”.
La denuncia no se ha tenido en cuenta en los juzgados italianos a pesar de que esta misma denuncia hizo que se activase el sistema Viogen, calificando la situación de violencia machista sufrida por Juana Rivas como “relevancia especial” con un nivel de riesgo “alto”. Ese riesgo “alto” respondería a la presencia en España de Arcuri. Su equipo jurídico aseguró que él “volvió a Cagliari” y admitió que “se había comunicado con Rivas” pero “de manera educada”. Negaron las más de 40 llamadas durante las Navidades. Algo que no terminó de encajar en los juzgados de Granada que sí activaron el protocolo de protección de mujeres víctimas de violencia machista.
Es decir, el Estado español, a través de la Fiscalía de Granada, considera que el riesgo de que el maltratador de Juana Rivas – y padre del menor al que en dos días harán volver a Italia- actúe contra ella es “alto” pero, por lo que sea, el Tribunal italiano considera que Arcuri no es un peligro en potencia para el niño.
Feministas se movilizan: #danielsequeda
Ante esta decisión mujeres feministas se han movilizado a través de redes sociales. Con el hastag ‘#danielsequeda’ piden a la Justicia española que actúen frente a la italiana.
Una de las primeras en pronunciarse ha sido la cantante y compositora Amparo Sánchez: “La Justicia italiana ha comunicado a Juana Rivas que su hijo Daniel,10 años, debe volver a Italia a vivir con su padre maltratador el próximo 8/1 habiendo relatado los horrores y la violencia está en peligro, el gobierno y la justicia deben evitarlo #danielsequeda #DanielConJuana”.
Se sumaba a ella la escritora Esther López Barceló, insistiendo en el hecho de que “las instituciones españolas reconocen que – Daniel- está en peligro” y que “si nadie lo evita, el 8 de enero, regresará con su padre”.
Representantes políticas como Toni Morillas, coordinadora de Izquierda Unida en Málaga, se unían a la campaña. Acompañado de un vídeo, denunciaba que “ningún maltratador es un buena padre” y que pedía a “la justicia española y las instituciones” actuar: “España tiene la obligación de poner todas las medidas a su alcance para velar por su integridad y garantizar la no repetición de la violencia.”
También Irene Montero, eurodiputada y ex ministra de Igualdad, condenaba la decisión del Tribunal italiano: “La justicia y el Gobierno deben cumplir la ley y actuar para proteger a Daniel Todas las instituciones están obligadas a garantizar los derechos de la infancia y a actuar frente a la violencia machista. Un maltratador nunca es un buen padre.”
Todas estas peticiones son un nuevo grito feminista contra la violencia machista: detrás de esta batalla judicial, por la custodia de un niño de 10 años, al que la Justicia española aún no ha escuchado, hay una madre que lleva más de 8 años peleando por proteger a sus hijos. El mayor, ahora a salvo, porque el tiempo pasa: cumplió su mayoría de edad y pudo decidir qué hacer. El pequeño, Daniel, a punto de coger un avión de vuelta a la casa de quien asegura es su maltratador.