Hay una granada que, en lugar de matar, salva vidas. Es pequeña, de apenas ocho centímetros, pero lo suficientemente potente como para emitir un sonido ensordecedor de 110 decibelios capaz de disuadir a cualquier atacante. Su creadora, Julieta Rueff, la diseñó pensando en su propia seguridad, tras haber vivido situaciones de violencia de las que le resultó difícil escapar. “Incluso llevando spray de pimienta”, puntualiza.
Su experiencia personal la llevó a obsesionarse con crear una herramienta práctica, accesible y legal que pudiera proteger a las mujeres en cualquier lugar. “El primer prototipo lo diseñé tras meses de investigar alarmas personales existentes y analizar sus limitaciones. Empecé con bocetos en papel, definiendo la forma y funcionalidad con dos prioridades claras: que fuera fácil de activar y que pudiera llevarse siempre encima”, explica Rueff. Se inspiró en el mecanismo de activación de una granada de mano, el arma de más fácil activación que existe. Con ese concepto en mente, Rueff y su equipo de ingeniería desarrollaron un modelo inicial utilizando impresión 3D para realizar las primeras pruebas. “Buscamos componentes electrónicos compactos pero potentes para garantizar el sonido de 110 decibelios, algo lo suficientemente fuerte como para alertar y desorientar al atacante”.
Además, el dispositivo -que es también un llavero- está vinculado a una aplicación que envía en tiempo real la ubicación de la usuaria a sus contactos de emergencia. “El objetivo principal es doble: disuadir al agresor y alertar al entorno”, explica Rueff con el entusiasmo de quien sabe que ha creado algo revolucionario. El sonido, que alcanza un radio equivalente a dos calles metropolitanas, no sólo genera desconcierto en el atacante, sino que también atrae la atención de quienes puedan estar cerca, aumentando así las posibilidades de recibir ayuda.
Aunque FlamAid parecía dirigido inicialmente a mujeres jóvenes, el perfil de sus compradores ha sorprendido a su creadora. “Cerca del 60% de quienes lo adquieren son hombres, principalmente para regalarlo a mujeres importantes en sus vidas, como parejas, madres o hijas. También muchos padres y madres lo ven como una herramienta para proteger a sus hijos”. Pero la granada, protege cada vez más a hombres del colectivo LGTBI y a personas mayores que buscan una sentirse más seguras en su día a día.
Para llegar hasta aquí, a sus 23 años, Julietta ha sorteado muchas grandas, pero de las otras, las que se activan por ser mujer, joven y emprendedora. “Al principio enfrenté mucho escepticismo, especialmente al ser una mujer joven presentando una startup en un mercado competitivo. Pero, poco a poco conseguí abrir puertas gracias a la misión que acompaña este proyecto: proteger vidas. Tuvimos la suerte de encontrar inversores que comparten nuestra vocación y que nos apoyaron desde el principio”, recuerda Rueff.
En tan solo dos meses, FlamAid ha vendido más de 500 unidades, y la demanda sigue creciendo. Las previsiones son ambiciosas: “Para 2025 esperamos expandirnos a mercados internacionales y alcanzar las 30,000 unidades vendidas, consolidándonos como un referente en seguridad personal”, asegura Rueff.
Su granada es más que una herramienta de protección, es el artilugio que nos recuerda y que la seguridad y la confianza no deben depender de circunstancias externas, sino de la posibilidad de tomar el control.