Lucía llegó a “odiar” la música. Escuchó tantas veces que los artistas y las canciones que le gustaban no valían nada que desarrolló una animadversión hacia cualquier melodía. Esta mujer y madre vivió una relación de violencia de género cuyas secuelas perviven a día de hoy. “Llegas a perder el gusto, no sabes qué comidas son tus favoritas. Todavía, a veces, no distingo a qué saben ciertos alimentos. Siempre relaciono el maltrato con la Santa Inquisición, con aquellas máquinas de tortura o con una gota en la frente que, poco a poco, te va minando. Creo que es exactamente lo mismo. Al final, pierdes totalmente la identidad. No sabes quién eres. Vas a trabajar a un sitio y ya no sabes qué tienes que hacer, te pierdes en el coche, te pierdes en el tiempo, piensas miles de cosas incluido el desaparecer de este mundo porque al final no eres nada, no vales nada, no tienes sentido nada de lo que haces, pues qué pintas aquí”, se pregunta.

La poesía y la escritura como tabla de salvación
No fue sencillo, pero consiguió romper la relación con su maltratador y ahora, poco a poco, se está recuperando. El salvavidas de Lucía fue la poesía. Destruida y atenazada por el miedo en la escritura encontró su refugio. De aquella época guarda varios cuadernos que escondía junto con su documentación y la de sus hijos en la maleta de emergencia, que siempre tenía preparada “por si acaso”.
En esa especiE de diario estaba ella, la parte que su verdugo no consiguió aniquilar y las notas y apuntes de ese infierno le sirven ahora para gritar, a través de la composición, todo lo que ella y sus hijos vivieron. En sus vivencias de esos días se inspiró para componer “Herencia”, la canción con la que busca concienciar sobre la violencia vicaria, y a ser posible, recaudar fondos para las víctimas y supervivientes.
“Una canción conciencia más que cien mil artículos y entrevistas”
“Creo que la música tiene un punto emocional que no tiene un texto. Es decir, puedo escribir de violencia vicaria cien mil artículos, puedo escuchar un podcast, leer entrevistas, asistir a coloquios, pero no va a llegar a la gente como llega una melodía, no provoca lo mismo que cuando escuchamos una canción. Llegas a las personas de otra manera porque de violencia no se habla. Se canta al amor, al desamor, pero la música, el teatro, se inició también a modo de protesta social y para mí es la forma de sacar la espina que tengo ahí, socialmente clavada”, confiesa.
El proceso de componer es duro. “Cuando estás escribiendo se te caen las lágrimas, hay mucho sentimiento en cada palabra y en cada pincelada. Tienes que apoyarte en lo que viviste así que escribes y lloras, le pones ritmos y lloras, moldeas la voz y lloras y cuando ya lo escuchas te vuelves loca porque al final tienes lo que querías”, explica.

Las canciones tachadas que un día verán la luz
En esos cuadernos donde Lucía se hablaba como vía de escape hay más canciones, “muchas están tachadas porque eran demasiado duras y personales y te afectan demasiado, pero algún día también compondré con las tachadas, porque, al final, son vivencias que no eres capaz de compartir, pero encontraré el momento y la fuerza”, admite.
Los beneficios, para las víctimas
Los beneficios de “Herencia” se destinarán a la asociación Stop Violencia Vicaria. Su presidenta, Andrea Cabezas, está encantada con la idea y cree que se ajusta a su compromiso de dar voz a las víctimas de violencia de género y a sus hijos e hijas. “Esta pieza musical se erige como una contundente llamada a la acción y una reivindicación de las historias silenciadas por un sistema que, al fallar en abordar la violencia de género de forma adecuada, perpetúa el dolor y la impunidad”.
Disponible en todas las plataformas
“‘Herencia’ denuncia, a través de letras potentes y evocadoras, cómo la violencia sufrida por las mujeres se traslada a sus hijos e hijas, generando una herencia de dolor que se perpetúa en el tiempo. La canción narra, de manera cruda y poética, la realidad de aquellos infantes que crecen entre gritos y bofetadas, marcados por un ambiente abusivo y por resoluciones judiciales que resultan insuficientes para proporcionar la protección necesaria”, denuncia.
El tema está disponible en todas la plataformas y la idea es realizar un videoclip para que su distribución llegue a más gente. Porque lo que vivió Lucía, lo sufren a diario, todavía, miles de mujeres en España.
Aquí puedes escuchar la canción “Herencia”:
Naciste con el llanto de quien ya carga una condena,
no de vida, no de muerte,
de existir entre cadenas.
Te arrullaron con gritos,
te mecieron con bofetadas.
No necesitabas barrotes:
ya tenías dogmas y amenazas.
Papá era un dios con puños,
mamá, temblor disfrazado,
y tú, raíz entre ruinas,
jugabas a estar callado.
No fuera que aquel demonio
se sintiera desafiado.
El amor venía con filo,
con condiciones, con sangre.
El beso que no llegaba
era un silencio punzante,
y el “te quiero” una mueca
mientras barrías cristales.
¿Papá, por qué nos haces esto?
decías con la voz rota.
¿Eso es amor? ¿Esto es querernos?
Cuando el miedo se alza y flota.
¿Por qué la justicia calla
cuando mi alma se agota?
La ley nunca vino.
Firmó con los ojos cerrados,
mientras tú, niño sin patria,
jugabas a no romperte
cuando te partían el alma.
Fuiste un arma en su guerra,
su bala más refinada,
la herida que él fabricó
para vengarse en tu amada.
Le puso nombre a su rabia:
violencia vicaria, helada.
Y tú, sin saberlo, eras
la sentencia declarada.
Te robaron el abrazo,
el abrigo, la infancia.
Te dijeron que era amor
eso que olía a venganza.
Que papá “te quería”
cuando te dejaba marcas,
que mamá “no podía”
aunque su miedo te aplastara.
Stop violencia vicaria,
grita tu piel desgarrada.
Stop violencia vicaria,
aunque nadie escuche nada.
Y ahora caminas el mundo
con las venas congeladas,
con una furia sin nombre
y una ternura enterrada.
Te dijeron que olvidaras,
pero la piel no olvida nada.
Eres el hijo del grito,
de la puerta que se estampa,
de la noche sin consuelo
y la historia silenciada.
Y aunque digan que ya pasó,
que “fue cosa del pasado”,
tú llevas en cada paso
la herida aún supurando.
¿Cuándo dejarás de ser campo de batalla?
¿Cuándo el amor será refugio y no amenaza?
¿Por qué me usaron para herir,
si yo solo quería casa?