El experto Phil González
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La amenaza silenciosa que debemos vigilar

Las partidas de videojuegos pueden llegar a durar horas mientras un niño puede estar hablando en directo con un groomer ONG

Los abusos sexuales a menores, especialmente a través de plataformas digitales, personifican una de las formas más despiadadas de agresiones infantiles. Con una edad media del primer acceso a Internet (a través de teléfonos o tablets) cayendo peligrosamente a los 7 años, los niños no ven solamente su desarrollo emocional y su salud mental peligrar, sino que también pueden sufrir terribles daños. Cada vez más jóvenes se encuentran expuestos, y con escaso criterio y madurez, a potenciales agresores y sus chantajes emocionales.

En España y según un informe reciente de Save the Children basado en el estudio detallado de 400 sentencias de casos reales, la mayoría de estos abusos empezarían a darse a una edad media de 13 años, en redes.

La amenaza invisible del Grooming

Mobbing, Scamming, Phishing, Grooming. De la cultura angloamericana y de su incontestable aportación a la evolución de nuestras sociedades, no heredamos únicamente las denominaciones. También sufrimos los efectos perversos y daños colaterales de sus aportaciones.

El Grooming es una amenaza tan silenciosa como imprevisible. El 95% de los agresores no tienen, según el estudio, antecedentes penales. Por género, las niñas serían siempre las más expuestas a sufrir dichos ataques.

Generalmente los pervertidos inician sus delitos a través de contactos aparentemente desinteresados. A base de interacciones banales van ganándose la confianza de los ingenuos adolescentes. Luego pasan hábilmente a hablar de temas sexuales y trasladar la relación emocional hacia chantajes, engaños y extorsiones.

Los intercambios digitales pueden llevarles a sustraer a los críos, fotos, vídeos y unos contenidos íntimos y sexuales, llegando incluso a forzarles a encuentros con agresiones potenciales. En España, cerca del 84% de los delitos sexuales online tendrían como víctimas a menores, lo que demuestra la extrema vulnerabilidad de este grupo de edades.

Estos alarmantes datos ponen de relieve la lentitud e ineptitud de nuestras desarrolladas sociedades en adaptar ágilmente sus sistemas educativos, poner en marcha unos sistemas de prevención eficientes, así como de adaptar sus marcos legales. Venimos observando desde hace más de dos décadas como los legisladores van siempre a remolque de las transformaciones sociales. No consiguen anticiparse a los efectos perversos de la digitalización sobre nuestras, supuestamente modernas, comunidades.

Leyes de protección del menor

Una de las preocupaciones actuales es la duración de los procesos judiciales. Según el informe de Save The Children, en el 67% de los casos podrían llegar a extenderse hasta dos y tres años. Estos prolongados juicios no solo retrasan el efecto de la justicia, sino que dejan en libertad a depredadores y perpetúan el trauma de sus víctimas.

La asociación internacional insta a la creación de una justicia adaptada para atender estos casos específicos. Entre sus propuestas destaca la creación de fiscalías especializadas y juzgados. Tratarían los casos de violencia contra la infancia, así como impulsarían una formación de juristas a medida.

Educación y prevención: claves para protegerles

Más allá del sistema judicial, la prevención es fundamental. Save the Children enfatiza en la importancia de educar a los menores, de dotarles de aptitudes, criterio y herramientas para evitar estas delicadas situaciones. Será crucial para prevenir los abusos, aprenderles a ser responsables de sus actos en Internet y precavidos en sus distintas modalidades de uso.

En ese sentido y en Islandia, una de las iniciativas prometedoras es el modelo de Barnahus. La idea de unas “casas de los niños” (en el idioma de dicho país) fue replicada recientemente en Tarragona e integra los servicios necesarios para atender adecuadamente a estos casos. Recoge a los menores bajo un mismo techo y les proporciona un entorno acogedor, comprensivo y seguro.

La responsabilidad colectiva

La lucha contra los abusos sexuales a menores es una responsabilidad de todos nosotros. Requiere el esfuerzo combinado de familias, amigos, instituciones y gobiernos. Crear unos entornos protectores es también responsabilidad de los progenitores. También pasa por la sensibilización de cualquier ciudadano en cuidar la integridad de los más pequeños y reportar cualquier tipo de contenido o comportamiento inapropiado.

Los gobiernos deben ser también más proactivos y no actuar con tanto retraso en dictaminar y poner en práctica sus leyes. Llevamos más de 25 años de progreso digital a ultranza y deben ser más intuitivos frente a todos estos nuevos tipos de amenaza. Pasará probablemente por analizar minuciosamente tendencias, anticiparse a nuevas formas de delitos y evitar así miles de dramas e irreparables daños sobre los más pequeños.