Los razonamientos crípticos de Íñigo Errejón son una de sus señas de identidad desde aquel célebre núcleo irradiador. Su carta de dimisión cumple con la misma premisa. No explica, no reconoce, todos son insinuaciones y eufemismos. No queda claro si asume su responsabilidad de alguna manera porque no menta las acusaciones de maltrato y acoso aunque sí reconoce una disonancia entre el personaje público y el privado y confiesa un acompañamiento profesional por un problema de salud mental. Beatriz Bonete, socióloga experta en Género e investigadora Social, analiza las palabras que ha escogido el exlíder de Más País para despedirse de la política.
“Suena a lo que ya hemos visto muchas otras veces: un hombre que ante las posibles acusaciones que vayan a señalarle, da un primer paso para encarnarse en “la víctima”. Además, lo hace lanzando balones fuera, nada más y nada menos que al patriarcado. Como si él, por ser de izquierdas, se librara de su influencia”, apunta.
Bonete considera que “en general, utiliza un lenguaje que parece cercano, pero es muy formal. En ocasiones, muy institucional, en otras muy ambiguo. Por ejemplo, cuando dice que hace 10 años que ocupa posiciones de representación pública y de altísima visibilidad que quiere decir, básicamente, que ha ocupado posiciones de poder. Tanto en el ámbito político y público (y visible) como dentro de los partidos en los que ha estado (menos visible), pero en los que siempre ha ocupado posiciones de liderazgo”.
Intención exculpatoria
Para la socióloga, “utiliza una fórmula gramatical impersonal para decir que, en política, “se subsiste y se es más eficaz con una forma de comportarse que se emancipa a menudo de los cuidados”, traducción con perspectiva de género: los únicos que tienen derecho a “emanciparse” de los cuidados son los hombres. Lo hacen en el ámbito doméstico, cuando se desentienden de los cuidados familiares y lo hacen en el ámbito profesional, cuando actúan abusando de su situación de poder. En ambos párrafos trasluce también una intención “exculpatoria”, señalando específicamente al patriarcado, como si él viviera en un otro planeta. El de los hombres machistas de izquierda que creen que haciéndose las víctimas de un sistema “neoliberal” y “estresante”, puede disculpar cualquier comportamiento”.
Se presenta como víctima del sistema
Por último, Bonete señala que habla de “el personaje y la persona”. Como si quisiera echar la culpa al “personaje” que representaba cuando estaba en política. “Llama la atención porque hace pocas semanas subía una historia en Instagram con los cascos de música puesta mientras “disfrutaba preparando una intervención. La carta tiene poco de “despedida de la política” y mucho de un intento preventivo de protegerse e identificarse como “la víctima del sistema”, ante lo que, muy probablemente va a venir: los testimonios de las verdaderas víctimas del patriarcado de Errejón. Pero ya sabemos (desgraciadamente) que cuando el río suena a discriminación y/o violencia por razón de sexo por parte de un hombre poderoso… Siempre lleva agua”, finaliza.
Esta es la carta que publicó en X Íñigo Errejón:
“En los últimos meses, y de forma más insistente en las últimas semanas, he ido pensando en que tenía que tomar algunas decisiones importantes. Hoy ha llegado el día de hacerlo.
Llevo prácticamente desde que tengo uso de razón comprometido y militando políticamente. Esa es mi forma de estar en el mundo. Pero desde hace diez años ocupo posiciones de representación pública en la política institucional y de altísima visibilidad y exposición mediática. He tenido el privilegio de defender las ideas que considero más hermosas y justas, y de hacerlo durante una de las décadas más intensas, pero también más duras, de la política española. Eso conlleva muchas experiencias, aprendizajes y motivos de orgullo. Pero también genera un tipo de vida, una cotidianidad, una subjetividad, un tipo de vínculos con el ámbito público, con la fama y con los demás que pasan factura. El ritmo y el modo de vida en la primera línea política, durante una década, ha desgastado mi salud física, mi salud mental y mi estructura afectiva y emocional. Creo que esto es algo que en mayor o menor medida experimenta toda y todo el que esté en esta posición durante un tiempo prolongado.
En la primera línea política y mediática se subsiste y se es más eficaz, al menos así ha sido mi caso, con una forma de comportarse que se emancipa a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros. Esto genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo.
Yo, tras un ciclo político intenso y acelerado, he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano. La lucha ideológica es también una lucha por construir formas de vida y relaciones mejores, más cuidadosas, más solidarias y, por tanto, más libres. No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana.
Llevo tiempo trabajando en un proceso personal y de acompañamiento psicológico, pero lo cierto es que para avanzar en él y para cuidarme, necesito abandonar la política institucional, sus exigencias y sus ritmos.
Anuncio así, como ya he comunicado a mis compañeras y compañeros responsables, mi dimisión como portavoz del Grupo Parlamentario Plurinacional de Sumar, dejo el escaño en el Congreso y todas mis responsabilidades políticas. Siempre seguiré militando y comprometido, pero para mí se acaba esta etapa política institucional y espero contribuir así a la renovación generacional de cuadros e ideas que las fuerzas democráticas y populares necesitan.
Termino la etapa más importante de mi vida. Una etapa dura y apasionante. Con aciertos de los que estoy orgulloso y errores que espero contribuir a reparar con esta decisión.
Un abrazo fraternal a todos los compañeros y compañeras de todos estos años.
Salud.
Íñigo Errejón”