“Mamá, no he sido buena hija”. Es uno de los últimos mensajes que Esther Estepa le mandó a su madre antes de desaparecer para siempre. Aunque Pepa estaba convencida de que en realidad esas palabras tampoco las escribió ella, sino que las tecleó su presunto asesino. Ni el tono empleado, ni el desahogo imprevisto, ni la forma en la que estaba escrito, como en una larga parrafada, los asociaba a su hija. Por eso, cuando horas después su teléfono dejó de dar señal, no lo dudó un instante y denunció su desaparición. “Porque mi hija llevaba años viviendo por su cuenta, pero hablábamos todos los días por WhatsApp, en llamada o videollamada. Tenía tantos planes que siempre descartamos que su desaparición fuera voluntaria. Es más, esperábamos que para Navidades volviera a casa”.
Sevillana, de 42 años, soltera y sin hijos, pero con dos perritos que eran su pasión, Esther llevaba una vida nómada desde hacía años. Sin residencia fija, nunca perdió el contacto con su familia, sobre todo a raíz de la denuncia que puso a su expareja por maltrato, en 2022. Ese episodio también abrió una línea de investigación -que terminó descartada- pues había vuelto a ver a su maltratador apenas unos meses antes de desaparecer el 23 de agosto de 2023. Aunque la alerta de su búsqueda se interrumpió el pasado mes de junio, cuando la Policía les confirmó la peor de las noticias, que los restos que habían encontrado unos senderistas en un cañaveral de Gandía, en Alicante, correspondían a Esther.
A partir de ese momento, se inició formalmente otra búsqueda centrada en armar bien las pruebas contra el principal sospechoso, a quien la Policía tenía en su radar casi al mismo tiempo que lo tuvo la familia. Porque al tremendo dolor por la pérdida de su hija, Pepa ha sumado el horror de haber hablado con quien sospechan que le arrebató la vida. “Habíamos denunciado la desaparición hacía unas semanas y, de repente, me llamó un hombre contándome que había coincidido con mi hija en un albergue de Alicante, diciéndome que quería que yo supiese lo mismo que ya le había contado a la policía: que la última vez que había visto a Esther fue cuando la acompañó a un centro de salud en Gandía porque le dolían mucho las piernas. Y yo no sabía nada de eso, pero la sorpresa vino después, cuando buscamos en internet el nombre que me dio, José Jurado Montilla”.
Un asesino serial de hombres
José Jurado Montilla, más conocido como ‘Dinamita Montilla’, concedió en 2013 una entrevista a Diario Sur, al poco de salir de prisión tras cumplir 28 años por el asesinato de cuatro hombres en los años ochenta; dos de ellos turistas, un alemán y un inglés; otro resultó ser el exchófer del cantaor Juanito Valderrama y el cuarto era un vecino suyo al que mató en 1985. Esta fue su primera víctima y la única que ha reconocido en cuatro décadas de trayectoria criminal. El resto las atribuyó a una acusación injusta y a lo accidental: “Mi intención era darle ‘matarile’ a los zorros”. Ese testimonio, recogido en la entrevista que concedió al estrenarse como exconvicto, lo replicaría tiempo después en uno de los muchos vídeos que subió a una cuenta de TikTok en la que contaba sus peripecias a medida que recorría España de punta a punta, a modo de particular cuaderno de bitácoras vital.
Esa faceta ‘tiktokera’ de Jurado Montilla, en la que llegó a sumar más de seis mil seguidores, se convirtió en un filón para los investigadores de Homicidios que revisaron cada una de las anécdotas que contó y cada una de las localizaciones en las que se grabó. Gracias a ese rastreo digital, también consiguieron ubicarlo cuando le vincularon a la muerte de un joven estudiante de 21 años en la zona de Los Montes, en Málaga. Presuntamente, a David lo mató de un disparo en la cabeza el 30 de agosto de 2022. Presuntamente, lo hizo justo un año antes de asesinar a Esther.
“La Policía nos insiste en que aún no saben con certeza cómo la mató”, apunta la hermana de Esther para Artículo 14. “Sí que le dio un golpe en la cabeza, porque el cráneo tiene esa fractura, pero como no la han encontrado entera…”, lamenta Raquel a la vez que confiesa que ese es uno de los pesares que acarrea la familia. Al tremendo varapalo de tener constatada su muerte se añade el hecho de que primero hallasen el cráneo, el pasado mes de febrero, y posteriormente -cuatro meses después- el resto del cuerpo, oculto bajo la maleza y esqueletizado por el paso del tiempo a la intemperie. Por eso y por el propio curso de la pericial forense, tampoco saben cuándo podrán darle sepultura.
La familia tiene su vista puesta ahora en el aniversario de su muerte, el próximo 23 de agosto, el día en el que, según todas las hipótesis de la investigación policial, ‘Dinamita Montilla’ la asesinó. Judicialmente, todavía no le han imputado el crimen. El tiempo transcurrido, la falta de vestigios y el no poder ubicarlo en la escena no ayudarán a tal fin.
Esther Estepa y ‘Dinamita Montilla’
‘Dinamita Montilla’ apareció en la vida de Esther una calurosa tarde de agosto, cuando interrumpió la conversación que ella mantenía con otros residentes en el albergue de Alicante en el que se alojaba. “Se levantó y dijo, refiriéndose a mí, que ya era hora de que alguien hablase con fundamento. Y desde ese momento se me pegó, me contó su vida, me enseñó la ciudad…”. Esta es la versión que ha dado el propio ‘Dinamita’ a todo aquel con el que habló antes de ser detenido hace tres meses por el crimen del joven malagueño.
“Es un jeta indeseable que incluso nos mandaba los vídeos que subía a TikTok comentando la desaparición de mi hermana”, recuerda Raquel. De hecho, ‘Dinamita’ no tuvo tiempo de cerrar su cuenta antes de entrar en prisión y todavía se puede ver un montaje que hizo él mismo con varias fotos de Esther, usando como fondo musical la canción ‘En el lago’, del grupo Triana. Si la letra la eligió o no con intención, solo podrá aclararlo él, pero es inevitable observar que el estribillo final guarda cierta alegoría con el caso: “No puedo negar que me hizo daño, que mi corazón huye de ti. Has de ser como la mañana del día que te conocí”.