Testimonio

“Estamos totalmente solas”

La mayoría de las víctimas de violencia machista están vivas. Sin embargo, el discurso mayoritario revictimiza a las asesinadas e ignora a las supervivientes

Al cierre de estas líneas, 36 mujeres han sido asesinadas en lo que va de año, víctimas de hombres que ejercen la violencia machista. Primer apunte importante: no mueren. Las asesinan. Y, sin embargo, las supervivientes nos piden que tampoco lo digamos así. Nos piden que dejemos de poner el foco en ellas. Porque lo que ha pasado en realidad es que 35 hombres, 35 asesinos, han matado a sus parejas y exparejas desde el 1 de enero de 2024. 35 asesinos este año, 58 el anterior y casi
1.300 desde 2003. Mil trescientos asesinos. Visto así, tenemos un problema.

“Disculpa, Yerma. Me han llamado dos mujeres pidiendo ayuda en este ratito y acabo de terminar de comer ahora, que son las 5…” . Así empieza la conversación con Ana Bella Estévez. Pide perdón por no haber podido atendernos antes. Como superviviente de violencia machista montó una asociación, Anabella, que ya ha ayudado a más de 50.000 mujeres. Rápidamente, va al grano.

“Los medios hablan de las víctimas y no de los maltratadores. Cuántos años tenía, quién era, en qué trabajaba…en vez de poner el foco en el maltratador. Nuestra alternativa sería poner el foco en las personas responsables de que exista la violencia de género, que son los hombres. De la otra manera, parece que existe violencia de género porque hay víctimas. No hablan ni siquiera de hombres. Hablan de ‘víctimas de la violencia machista’. No es un tsunami que arrasa a la gente a su paso. Son hombres que ejercen la violencia machista. Así se diluye la responsabilidad. Hay que poner el foco en el causante de la violencia”. Lo cierto es que eso solo se hace en contadísimas ocasiones. Ana Bella sigue hablando: “Sabemos qué les pasa a las mujeres que son asesinadas: que si acuchillada, disparo, que si tirada por el balcón, que si estrangulada… pero no sabemos qué les pasa a los asesinos”.

Hablar de los asesinos

Y remata: “¿Por qué cuando dan las estadísticas no hablan de ‘hay tantos hombres en España ahora mismo en prisión por maltratar a sus parejas o exparejas, tantos años de condena por matar, tantos años de condena por esto’…? En vez de hablar de tantas mujeres víctimas de violencia de género, hablar de los hombres. Que la sociedad vea que no queda impune, que existe un castigo”.

Lo cierto es que esos datos existen pero, efectivamente, apenas se habla de ellos. Según el INE, hubo 37.161 sentencias firmes por violencia de género en 2023. La cifra crece cada año a un ritmo difícil de asimilar. Desde 2017, por ejemplo, los condenados han aumentado en casi 10.000. Diez mil maltratadores condenados con sentencia firme más en apenas seis años. Pero el ojo público ignora el problema. Porque parece que para contar, hay que morir.

“En las noticias solo salen los casos de mujeres asesinadas (¡ojalá hablaran de hombres que asesinan!). Pero no salimos todas las mujeres que denunciamos y seguimos adelante. Hay que contarlo, pero pedimos que después salga una mujer, sonriendo, diciendo ‘yo he denunciado, el hombre que maltrataba está en prisión y yo he vuelto a tener una vida nueva y soy feliz’. Si no, la sociedad se queda solo con que hay víctimas “, añade Ana Bella.

La mayoría de las víctimas siguen vivas

El viernes 13 de septiembre hizo tres años. Ese día, Paca huyó. Lo hizo justo después de grabar cómo su agresor estuvo más de cinco horas amenazándola con un cuchillo, borracho y drogado. Lo hizo inmediatamente después de grabar también cómo la violaba. “Hui y estuve tres o cuatro días escondida. No pensaba denunciar, pensaba cambiar la cerradura y ya está”. Finalmente, un amigo policía la convenció de que lo hiciera.

El que era su pareja fue condenado a 10 años de deportación (era mexicano) y 14 de orden de alejamiento. Para conseguirlo, Paca tuvo que entregar en el juzgado la grabación de lo que le había pasado transcrita por ella, señalando los momentos más importantes. Imaginen lo que es eso. “Los anuncios nos dicen eso de No estás sola. No es verdad. Estamos totalmente solas. Estamos más solas que la una”, nos dice.

Pero la historia de Paca no acaba aquí. Los años de maltrato psicológico, de falta de autoestima, de miedo… no son el final. Porque Paca Velardiez es mucho más que lo que le pasó. Es actriz y en breve estrenará una obra dirigida y protagonizada por ella en la cuenta su experiencia, compartiendo con el público algunos de los mensajes de su maltratador y audios reales de aquella noche en la que dijo basta.

Convertirse en un número

“Antes de ser victima de violencia de género, cualquier noticia sobre un asesinato me dolía en el alma. Ahora soy mucho más consciente de que hace falta mucho más apoyo por parte de los medios. Es importante que llegue a los corazones de las personas para que no sean noticias que pasen desapercibidas. Tengo la sensación de que estas noticias llegan a modo de anécdota. No se les da la suficiente importancia. Me parece que no hay empatía,que de alguna manera se frivoliza. No se trata de dar solo la noticia de los asesinatos, que se quedan en números, números, números… Sería importantísimo que cuando se cuenta que una mujer maltratada está a la espera de juicio, se hiciera un seguimiento de la noticia. Pero nunca volvemos a saber más. Nos convertimos en meros números”, explica.

Para Paca es fundamental la despolitización y la humanización del problema. “Darle más humanidad sería la manera de que muchísimas mujeres pudieran dar un paso adelante, siempre con la ayuda de los demás y de vosotros, los medios, que sois los que podéis entrar en las casas de todo el mundo”.
Antes de despedirnos nos cuenta que, desde México, su agresor le ha vuelto a solicitar amistad en Facebook esta semana. No sabe cuántas veces ni con cuántas cuentas lo ha intentado ya.

Una cuestión personal, social y política

Las asociaciones que trabajan con víctimas saben que el enfoque actual de la violencia machista hace aguas a varios niveles. Gregorio Gómez Mata, Cofundador y Secretario de la Asociación ALMA contra la violencia de género lo resume así: “La sociedad entiende por violencia de género cuando hay una agresión física. Y la justicia no entiende realmente qué es la violencia de género. Porque la primera violencia que sufre una mujer es la violencia psicológica. Sin esa, las demás no serían posibles. Y la violencia psicológica está presente en todo momento. Y en pocas sentencias viene recogido el maltrato psicológico. Haría falta un poco más de empatía hacia la mujer”.

Además, señala que cada vez somos menos sensibles: “La sociedad no entiende la violencia de género y está aumentando el discurso negacionista. Se ve en gente joven sobre todo, lo que nos da pie a un aumento de violaciones en gente menor de edad y violaciones grupales”.

Un problema que llega hasta la política, que instrumentaliza a las víctimas pero se olvida del fondo. “Tampoco los políticos ayudan mucho”, reflexiona Gregorio. “El primer sitio donde se valida la violencia (no hablo de violencia de género, hablo de violencia) es en el Congreso de los Diputados. Nuestros políticos están validando la violencia del lenguaje. Realizan un discurso violento y agresivo en vez de un diálogo”.

Voces que no caben

Pero aquí no vale eso de culpar sólo al político. Porque todos tenemos algo de culpa. “Vivimos en la sociedad de las prisas, todo tiene que ser al minuto. Merece la pena rascar un poquito más, intentar conocer la historia de la mujer, porque seguro que hay mucho más. Y, sobre todo, no dar voz a esos vecinos y vecinas que, después de una asesinato, te sueltan en una entrevista que eran una familia fantástica. No se lo cree nadie. Antes de un asesinato seguro que ha habido gritos, seguro que ha habido golpes, seguro que ha habido un montón de cosas. Muchísimas discusiones, gritos… seguro. Y las casas son de papel y se oye”.

A la sociedad, a los medios y a los políticos, las víctimas y las asociaciones nos piden que reflexionemos. “Terminan siendo una más. Si no nos paramos un poco, terminan siendo una más”, concluye Gregorio.