“Ese tipo de interrogatorios son el pan de cada día en los juzgados”

Abogados especializados en violencia machista reconocen que la actitud del juez Adolfo Carretero durante la declaración de Elisa Mouliaá es bastante frecuente en España. Analizamos el tono, las preguntas y la actitud del magistrado

Elisa Mouliaá, durante su declaración ante el juez

Lo explicó a la perfección la víctima de la manada de Pamplona “Lo peor no fue la situación vivida (la agresión) sino todo lo que vino después (el proceso judicial)”. Las mujeres parecen no confíar en la Justicia a la hora de denunciar violencias machistas y la impunidad en los delitos sexuales alcanza el 92 por ciento (según la macroencuesta de Igualdad tan solo se denuncian el ocho por ciento de las agresiones sexuales). Una de las razones de este problema de infradenuncia quizá la encontremos en cómo se trata a estas mujeres en los juzgados y la violencia institucional que sufren. La filtración del vídeo de las declaraciones de Elisa Mouliaá e Íñigo Errejón es, ya de por sí, un claro ejemplo de la desprotección a la que es enfrentan. Existe desde hace casi una década una ley (4/2015)  que regula cómo debe comportarse el sistema con ellas, el Estatuto de las Víctimas en cuyo preámbulo se habla de “ofrecer desde los poderes públicos una respuesta … a las víctimas, no sólo reparadora del daño en el marco de un proceso penal, sino también minimizadora de otros efectos traumáticos en lo moral“.

Elisa Mouliaá, durante su declaración ante el juez

El tono, las preguntas y la actitud del juez Adolfo Carretero mientras tomaba declaración a Mouliáa y a Errejón ha sorprendido y soliviantado a gran parte de la sociedad. Se hace complicado seguir el vídeo sin sentir incomodidad. Sin embargo, este tipo de interrogatorios son la norma y no la excepción. En ello coinciden dos abogados especialistas en violencia, Isaac Guijarro de Olympe Abogados y Ana Méndez. “Nunca me acostumbraré, pero es el pan de cada día en los juzgados“, explica Méndez. Analizamos con ellos y la experta en violencias machistas, María Naredo, la actitud del magistrado.

El tono y el lenguaje

Las maneras con las que Carretero se dirige a ambos es distinta. “La forma es totalmente vomitiva, es decir, ese desprecio, esa mala educación, esa inquina que tiene con ella y que no tiene con él. Como juez tienes que averiguar cuál es la verdad y tienes que preguntar cuestiones bastante incómodas, pero esa forma tan agresiva y violenta de preguntar no es aceptable”, apunta Guijarro. “El lenguaje es importante y hay un momento en el Mouliáa habla de pechos y glúteos y Carretero lo cambia a culo. Es terrible esa manera que tiene de dirigirse a ella, como criminalizándola”, señala Méndez.

El propio Convenio de Estambul habla muy especialmente de la obligación que tienen los jueces de no revictimizar, de prevenir la victimización secundaria. Creo en la importancia del respeto a las víctimas y el respeto implica desde el propio tono hasta el dejar que se exprese con sus palabras”, opina Naredo.

Las continuas interrupciones

“La interpela, la corta todo el rato. ¿Qué garantía se le está dando a esa víctima de concluir el relato? Es imposible si a alguien que va a narrar en un entorno, ya de por sí hostil, no se la deja, ni siquiera terminar las frases. Existen supervivientes que lo que buscan es justicia restaurativa, no a través de una sentencia de condena, sino simplemente con que se las deje hablar. Él, desde luego no la deja, la corta y además de una manera muy violenta”, insiste Méndez.

“Los jueces están todo el rato queriendo ir a los hechos mínimos, minúsculos al detalle del detalle y las víctimas lo que quieren contar es cómo se sintieron, cómo fue la situación, pero desde un punto de vista relacional, no desde un punto de vista, digamos, como milimétrico. Además, esa presión puede provocar una disociación en la mujer“, cuenta Naredo y con ella coincide Guijarro que también explica cómo puede afectar este tipo de interrogatorios a la mente de la víctima causando bloqueos y condicionando sus respuestas.

Los tres coinciden en que da la sensación de que Carretero tiene un idea preconcebida de lo que ocurrió y lo que intenta con estas interrupciones es ir directamente a lo que él considera relevante. “Quiere encajar las palabras de la víctima en ese relato y si no encaja la corta y la redirige hacia el relato dominante”, apunta Guijarro, quien también señala los problemas que encontrará el abogado defensor si recurre, “no podrá decir “es que en la declaración mi clienta dijo” porque no le han dejado declarar, la están cortando constantemente”.

 

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Las preguntas del juez

“Las preguntas están hechas basadas en la anterior ley (antes de ley “solo sí es sí”) en la que se hablaba del consentimiento en sentido negativo, se tenía que expresar que no o una oposición de manera activa. No están actualizadas a la nueva ley, con un sentido positivo, tiene que ser la otra parte la que perciba ese deseo sexual y, por tanto, afirmar que está consintiendo. Las preguntas son nefastas y muy distintas las que le hace a él y las que le hace a ella. Además, de que son pura cultura de la violación“, opina Guijarro.

“Esas preguntas de por qué usted no reaccionó de tal manera, por qué no denunció antes no se pueden hacer. La jurisprudencia del Supremo es pacífica con el hecho de que precisamente se la revictimiza cuando se le hacen preguntas de ese tipo y que lo que no puede hacer el juzgado es predeterminar que el comportamiento de la víctima sigue un determinado estereotipo. No hay estereotipos de víctimas”, repite Méndez.

“El no consentimiento no es una cuestión puntual, que se dice en un momento un no, es una cuestión que se va desprendiendo de la propia relación en la que se ve envuelta la mujer y ella puede manifestar de maneras muy diversas, más sutiles, incluso no verbales. No se ha tenido en cuenta la realidad de las víctimas, como una víctima de violencia sexual no declara de forma lineal porque no se trata de una película lineal, a veces hay una serie de fotogramas, las declaraciones son en clave de un recuerdo emocional, una sensación, no un testimonio perfectamente ordenado, pausado, donde se dice todo con las palabras que el juez quiere oír. Eso es absolutamente erróneo y eso implica no saber nada de lo que es la violencia sexual y de lo que viven estas mujeres”, apunta Naredo. 

“La víctima estaba sola”

“Son los juzgados, los jueces los que deben garantizar un procedimiento en el que se cumpla con todas las garantías, pero para todas las partesPor supuesto que la presunción de inocencia existe, pero también el derecho de las víctimas a que se cumplan sus derechos y entre ellos está el no revictimizarlas, no realizar determinadas preguntas, cumplir con que se preserve su intimidad, su seguridad dentro de lo que es el marco del procedimiento. Por desgracia esto lo venimos denunciando de la manera que podemos, en mi caso primero interpelo al juez o jueza que la está interrogando denunciando el interrogatorio, y posteriormente planteando la queja correspondiente ante el Consejo General del Poder Judicial. La Fiscalía tampoco interviene, ni su abogado”, explica Méndez y Guijarro apostilla: “La víctima estaba totalmente sola”.