En verano, jóvenes, extranjeras, tercera edad, rurales y con niños: las víctimas tipo

Analizamos los indicadores de riesgo que atravesaban a las seis víctimas de violencia machista que asesinaron este fin de semana

La Guardia Civil ha hallado este sábado en una vivienda de Las Pedroñeras (Cuenca) los cuerpos de una mujer y sus dos hijos de 5 y 7 años, asesinados a manos, presuntamente, de la expareja y padre de los menores, que ha sido detenido por la Guardia Civil. En la imagen, vivienda de la fallecida y sus dos hijos en Las Pedroñeras. EFE/Álvaro Del Olmo

La jornada negra de violencia machista que vivimos este fin se semana con cuatro mujeres y dos niños asesinados en 24 horas bien podría ser una radiografía de la violencia de género y sus vulnerabilidades. El rango de edad de las víctimas es amplio y muestra como se trata de un problema transversal y estructural que no posee un perfil determinado: 3 años, 8, 20, 30, 49 y 76. Del mismo modo, todas las víctimas se encontraban, por sus circunstancias personales, en una situación de fragilidad específica que detallamos a continuación.

Verano

En primer lugar, se da la circunstancia de que los asesinatos se produjeron coincidiendo con la primera fase de la operación salida de las vacaciones de verano. Los estudios muestran que estas épocas son un factor de riesgo para quienes viven en un ciclo de violencia. Se trata de periodos donde las parejas conviven más horas, se alejan de las rutina y de sus actividades del día a día y el riesgo se incrementa.

Víctima joven

A Laura que tenía 20 años y murió asesinada junto a María Angustias, su madre de 49 años, la atravesaban varios indicadores de riesgo. Uno de ellos, su juventud. No es fácil que las jóvenes se identifiquen como víctimas de violencia de género, de hecho, no había denunciado su situación a las autoridades. La permisividad con ciertos comportamientos controladores y esa aceptación de la idea de amor tóxico entre los adolescentes preocupa a las instituciones y se convierte en un caldo de cultivo para estas relaciones de violencia. Además, las expertas señalan que los sistemas de atención no están pensados para las más jóvenes, los sienten ajenos, lo que complica que puedan pedir ayuda.

Entorno rural

Laura se enfrentaba a otra barrera y es que vivía en un municipio de apenas 2.000 habitantes (Zafarraya). Lo mismo que Amal, de 30 años, que fue asesinada junto a sus hijos, cuya casa se encontraba en un pueblo de menos de 7.000 habitantes (Las Pedroñeras). Si ya es difícil dar el paso de denunciar en una ciudad, hacerlo en un entorno rural lo complica. Se trata de comunidades más cerradas, donde el machismo está más aceptado, donde todos se conocen y el qué dirán sigue presente. Resulta también difícil acceder a los servicios de atención ya que muchos pueblos no cuentan con centros sanitarios, puestos de la Guardia Civil, juzgados o departamentos de la Mujer lo que no facilita pedir ayuda.

Víctima extranjera

Amal era originaria de Marruecos y como muestran todos los estudios y corroboran las expertas también se considera esta circunstancia un factor de riesgo. En ocasiones estas víctimas provienen de países donde la violencia de género está más arraigada, tiene menos reproche social y goza de cierta impunidad. Muchas veces el idioma es también una barrera que impide que puedan expresarse y acudir a los servicios de atención. En cualquier caso, Amal es la única víctima de este fin de semana que sí había denunciado y tenía una orden de alejamiento en vigor. Sin embargo, las autoridades no apreciaron en su situación riesgo alto o extremo, a pesar de las amenazas públicas de muertes y los continuos quebrantamientos de la orden de protección por parte de su asesino.

Niños a su cargo, violencia vicaria

Como decíamos el sistema predictivo VioGén no adivinó la vulnerabilidad de Amal, a pesar de que tenía dos hijos pequeños a su cargo. Tener la custodia de los menores en una relación de violencia se considera un factor de riesgo. Los maltratadores tratan de producir el mayor daño posible a sus víctimas y la violencia vicaria, es una de esas armas. En demasiadas ocasiones los pequeños son la diana del maltrato que busca dañar lo máximo posible a su madres.

Tercera edad

A Petra, de 76 años, su marido la asesinó estrangulándola en Fuengirola. Tener más de 65 años es también un indicador de riesgo. Una mujer joven tarda una media de dos años en denunciar, a partir de los 65 años, la media sube a 26. Se trata de una generación que se ha criado en una sociedad más machista, los estereotipos de género están más marcados y donde existía una cierta permisividad con los malos tratos. Muchas de estas víctimas llevan veinte, treinta y hasta cuarenta años sufriendo violencia de género. Lo tienen normalizado y forma ya parte de su rutina vital.

Víctimas con discapacidad

Petra, además, tenía dificultades para andar y necesitaba de ayuda de un andador. Las víctimas con discapacidad son también más vulnerables al maltrato. Su situación las coloca en una situación de extrema vulnerabilidad.  Los estudios muestran la alta prevalencia de los malos tratos en estas mujeres ya que, en muchos casos, como en el de Petra, los agresores son al mismo tiempo sus cuidadores, lo que complica que puedan pedir ayuda al necesitar a sus victimarios para desenvolverse en su día a día.