No es el nombre que aparece en su DNI, pero es como vamos a identificarla: Domina AkhAsshA. Lleva veinte años en un universo apenas conocido y al que lastran los estereotipos es el BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo), una serie de prácticas sexuales o sexualidad alternativa con sus adeptos, reglas y una variedad casi infinita. “Recreamos fantasías, fetiches y sueños”, explica. Así funciona el sexo menos conocido y no convencional.
A Domina AkhAsshA sus padres siempre le hablaron con mucha naturalidad del sexo, no había tabúes ni temas intocables, una relación e intercambio fluido que la dotó de una libertad y una seguridad a la hora de elegir y descubrir dónde residía su placer y cómo conseguirlo. Fue investigando y escuchando a su cuerpo, se le ocurrían determinadas prácticas que, años más tarde, con la llegada de internet a nuestras vidas entendió que poseían nombres concretos y eran muchas las personas a las que le interesaban. Fue una especie de liberación y de autoafirmación. Las redes le permitieron introducirse en páginas, canales y chats donde coincidía con gente a la que le gustaba lo mismo que a ella y con la que empezó a experimentar.
Las Playlists, listados de prácticas aceptadas
Ahora forma parte de El Jardín Secreto, una asociación de BDSM donde comparten experiencias consejos y organizan charlas, talleres y presentación de libros. Aquí nada es oscuro y peligroso a pesar de la fama de estas prácticas alternativas y la clave está en el consentimiento y la comunicación. Para empezar cada miembro realiza su propia Playlist, que es como denominan a un documento donde se especifican de forma muy concreta lo que uno está dispuesto a hacer, lo que le gusta y controla. “De esta forma se facilita el conocimiento de los límites, fantasías previas, fobias, deseos, y se evitan situaciones indeseables”, apunta.
Códigos de seguridad, el semáforo
Llama la atención que no solo se cumplimenten una serie de cuestionarios sino que la comunicación entre los que van a practicar cualquier tipo de BDSM es fluida desde el minuto cero. “Primero tomamos café y repasamos las respuestas, en temas tan delicados es importante dejar todo claro y entender qué busca esa persona y qué espera”, explica Domina AkhAsshA. Pero una vez que la práctica ha terminado se vuelven a reunir para comentar cómo se han sentido y si cambiarían algo o quieren dar un paso más. Como recuerda Domina AkhAsshA todo es puro consenso y consentimiento. “Existe una diferencia entre dolor y daño. El sexo duro no tiene mucho que ver con esto, la verdad, de hecho en el BDSM la genitalidad no es tan importante, son más sensaciones mentales y nadie te puede forzar a nada, es la regla de oro”.
Consejos para evitar agresiones
Además de los contratos y playlists, Domina AkhAsshA cuenta que trabaja con un código de seguridad, el semáforo. Los colores rojo, verde y amarillo representan los límites que cada uno quiera poner, porque en este tipo de sexualidad la teoría no siempre casa con la práctica y se puede acceder a una determinada fantasía, que a la hora de la verdad, llevarla a cabo nos puede incomodar; porque ante todo, estas fantasías, repite Domina AkhAsshA, “están consensuadas y son seguras”.
A pesar de todas las precauciones siempre puede suceder que “alguno vaya de caza”, por eso se tienen conversaciones sobre todo con las sumisas mujeres para evitar agresiones y engaños. “Se les explica que siempre queden primero en un lugar público, que eviten la inmovilización en la primera sesión y no vayan más allá sin tener más confianza y datos del dominante, están consensuadas y deben ser seguras”.
Hace años, no era tan común que existiesen mujeres dominantes, Domina AkhAsshA era una de las excepciones, ahora, asegura que el BDSM ha vivido un “boom” y quizá parte de la culpa sea de “Cincuenta sombras de Grey“, un compendio de falsedades acerca de este universo y donde se ilustra de manera muy clara el maltrato y la agresión, según la experta. “No se puede forzar o manipular para conseguir el consentimiento, no funciona así“, señala. Ahora son muchas más dominas y cada vez se conoce a más hombres sumisos.
Se ha negado a realizar determinadas prácticas. “Un hombre me pidió que le colgara como a un cerdo en una matanza, le pusiese un cubo en el suelo y quería sangrar. No me gustó la idea, no es lo que practico”, recuerda. Esa es la clave de todo, que ambas personas disfruten y estén de acuerdo, la piedra angular del BDSM. “Siempre puede haber accidentes involuntarios, estas prácticas nunca son seguras 100% aunque así lo pretendas. Por eso no se debe consumir alcohol, ni ningún tipo de producto que mengüe el estado mental de las personas que juegan”, explica.