El silencio: la repuesta común ante las violencias sexuales en la industria del cine y audiovisual

Solo el 6,9 por ciento de las mujeres que han sufrido violencia sexual en la industria del cine y audiovisual han denunciado

Tan solo el 6,9 por ciento de las mujeres que han sufrido violencia sexual en la industria del cine y audiovisual han denunciado lo sucedido ante un cuerpo de seguridad del estado, policía autonómica, juzgado u otra institución, reveló el último informe de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA).

Si bien el estudio encontró que, actualmente, hay una mayor capacidad de denuncia y ruptura del silencio, los relatos de las mujeres entrevistadas apuntaron a que se tiende sobre todo a una normalización de las violencias sexuales en estos ámbitos (sean acoso verbal, físico, virtual y/o digital), al miedo a las consecuencias, al descrédito de quienes las revelan y a la desatención del sector en la protección de los derechos laborales, permitiendo la impunidad frente al ejercicio de estas.

¿Por qué no denuncian?

Esto lleva a que el 92 por ciento de las mujeres opten por el silencio. Las razones que las motivan a no denunciar surgen de la inseguridad sobre cómo proceder (experimentada por el 30 por ciento de las encuestadas), del temor a las represalias (27%) o de la creencia de que no servirá para nada (22,2%).

Además, se vuelve preocupante que se muestra un descontento significativo sobre la atención recibida por las mujeres que sí revelaron o denunciaron una situación de violencia. Demostrado por el 77 por ciento que considera que la respuesta institucional fue “mala” o “muy mala”.

“Esto indica que las instituciones y personas encargadas de acompañar en los procesos de revelación o denuncia frente a la violencia sexual vivida ejercen victimización secundaria”, explica el informe.

Las consecuencias para las mujeres jóvenes

Denunciar estas formas de violencia suele desencadenar represalias que dejan a las víctimas en una situación vulnerable, lo que perpetúa el silencio y la complicidad dentro de la industria.

Las mujeres, especialmente las jóvenes, no solo enfrentan agresiones, sino que también deben lidiar con el temor de ser catalogadas como “conflictivas” si hablan, lo que podría derivar en su exclusión del sector.

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Son ellas, principalmente, las que muestran una mayor conciencia sobre la identificación de las violencias sexuales enfrentadas, lo que se traduce en una capacidad aumentada para hablar de ellas y denunciarlas. Este avance generacional se debe a que han comenzado sus carreras profesionales en un contexto social, político y cultural en el que el discurso feminista contra las agresiones sexuales tiene mayor presencia mediática y social.

Las jóvenes, presas fáciles

Sin embargo, este progreso no les garantiza la protección o reparación, especialmente por ser un grupo doblemente vulnerable en la industria. Ellas son percibidas como “presas fáciles” dentro de esta estructura permisiva de estas violencias. Las cuales no se limitan al set de rodaje, la película o la grabación de la serie; sino que las viven también en las fiestas, encuentros informales y espacios de socialización.

“Es una profesión de relaciones personales. Si tú dices que no, entonces se vengan de ti. Es una forma de humillarte”, cuenta una de las entrevistadas del estudio.

La producción audiovisual se organiza en torno a una estructura jerárquica, dentro de la cual las mujeres jóvenes ocupan una posición especialmente vulnerable. La mezcla entre el abuso de poder y la sexualización las coloca en situaciones de acoso complicadas de enfrentar, sobre todo cuando su desarrollo profesional depende de permanecer en estos espacios.