Entrevista

“El #SeAcabó demostró que lo que hizo Rubiales conectaba con las experiencias de millones de nosotras”

Irene Zugasti, autora del libro "#SeAcabó. La doble victoria de las campeonas del mundo del fútbol", repasa lo que supuso la agresión a Jenni Hermoso y el movimiento social que se generó para apoyarla

La periodista y politóloga, Irene Zugasti KiloyCuarto

Irene Zugasti Hervás es politóloga, periodista y tiene un máster en Relaciones Internacionales. Ha desarrollado su carrera en la administración donde defiende las políticas públicas para la igualdad de género. Se sumergió en el mundo del fútbol para que nadie hurtase a las mujeres el relato del movimiento social que se generó tras la agresión a Jenni Hermoso en la final del Mundial. Por eso escribió #SeAcabó. La doble victoria de las campeonas del mundo del fútbol, un libro donde analiza todo lo que rodeó un momento histórico tanto en lo deportivo como en lo social.

¿Recuerdas dónde estabas cuando ocurrió todo?

Estaba con unos amigos en un apartamento de verano. Había mucha gente pendiente del desenlace de aquel partido porque habían hecho un Mundial buenísimo y estaban rompiendo las audiencias televisivas. Y sin embargo, las portadas deportivas del día anterior habían sacaban a Vilda o a Rubiales como protagonistas, y no a las jugadoras.

¿Qué fue lo primero que pensaste?

Pensé en la que se le venía encima a Hermoso y a sus compañeras, porque estábamos observando en directo como se ponía en marcha todo el aparato de presión para salvar a Rubiales y silenciar a las jugadoras. En la entrevista de aquella noche en COPE, Rubiales y Castaño despreciaban a todas las personas que habíamos dicho en redes que aquello no era un beso, sino un gesto de poder, una agresión. Al día siguiente salía aquel vídeo chulesco de Rubiales para defenderse. Después llegarían presiones, chantajes, acosos. Como siempre han funcionado las cloacas de la Federación.

¿Cómo valoras la reacción social que se desencadenó tras la agresión?

El #SeAcabó fue histórico para el feminismo no solo en el estado español, sino me atrevería a decir que en otros muchos lugares del mundo donde el fútbol tiene poder. La reacción de sororidad y de solidaridad de millones de mujeres que salieron a la calle o en las redes a decirle a Jenni Hermoso y a sus compañeras que no estaban solas, que #SeAcabó demostraba que eso que había pasado en la tarima con Rubiales conectaba con las experiencias de violencia sexual vividas por millones de nosotras, esas que tan bien recopila Cristina Fallarás desde hace años.

Si el #Cuéntalo fue una reacción para compartir nuestros testimonios, el #SeAcabó, además, era la movilización que exigía responsables y soluciones. Porque ese tipo de experiencias atraviesan las vidas de todas las mujeres, de formas más o menos graves, en diferentes espacios o situaciones, pero con el elemento común de ser la manifestación del poder patriarcal y machista sobre nosotras. Ese Rubiales que se agarraba la entrepierna en la grada, o que luego besaba sin consentimiento a una jugadora agarrándole el rostro, o que hacía esas fiestas en pisos de Salobreña, era el mismo que había mantenido durante años a las futbolistas en una situación laboral y deportiva injusta y desigual mientras se hacía salvajemente rico a costa de su trabajo.

¿Por qué decidiste escribir un libro sobre el tema?

Porque desde la editorial, Ctxt, seguimos y escribimos mucho sobre lo que estaba pasando desde la mirada del feminismo, de la lucha por los derechos de las deportistas, y contra la corrupción de lo que llamamos el “sistema-fútbol”. Así que pensamos que un ensayito que colocase todas esas ideas con las mujeres en el centro del relato era una aportación importante para que nadie nos hurtase, de nuevo, nuestra memoria feminista. Hasta la televisión finlandesa vino a grabar un reportaje para comprender el #SeAcabó. No íbamos a dejar que la historia la contase solo El Chiringuito de Jugones o El Larguero. Además, supongo que tenía gracia que fuese alguien sin idea sobre fútbol, como es mi caso, quien lo abordase desde otra perspectiva. Para eso me sirvió enormemente el trabajo de mujeres periodistas deportivas, que fueron las primeras en contar lo que estaba pasando en la Selección Femenina, muchos antes de Rubiales.

¿Qué supuso el #SeAcabó como movimiento social?

La constatación de que como cantaba María Jiménez, “nuestro mundo es otro”. No quiero sonar triunfalista, o bueno, quizá sí. Porque ahora por fin hay un consenso feminista sobre qué es la violencia sexual y sobre la importancia de contar con recursos y con redes para combatirla, gracias a años de luchas feministas, y eso es profundamente transformador en las condiciones de vida y el ejercicio de derechos de las mujeres, que es lo que vinimos a cambiar. Lo estamos viendo con otros casos recientes, como el juicio contra Ínigo Errejón.

No hay diferencia en cómo ha reaccionado Errejón a como lo ha hecho Rubiales: negar los hechos, intentar colocar y cuestionar a la víctima, atacarla en último grado. Que catorce mil personas hayan escrito al Consejo General del Poder Judicial exigiendo respuestas tras la actuación vergonzosamente machista del juez es la prueba de que claro que las mujeres y que la sociedad estaba lista para este debate y claro que sabemos detectar esta violencia y los aparatos de poder que la perpetúan, como este patriarcado judicial y los señores poderosos como Rubiales, Errejón, Dani Alba, Plácido Domingo, Carlos Vermut o tantos otros. Quiero pensar que, frente a ellos, este SeAcabó nos hizo ver que no estábamos solas.

Tras casi un año de debatir y explicar la Ley del solo sí es sí, ¿fue este suceso una lección práctica en directo de lo que es el consentimiento sexual?

Absolutamente. Fue la constatación de que, aunque a Irene Montero le dijeron que “había ido demasiado lejos” y Pedro Sánchez hiciera campaña diciendo que cierto feminismo “molestaba a los señores de 40 y 50 años amigos suyos”, la sociedad y las mujeres españolas habían comprendido perfectamente el “sólo sí es sí”. Y esto es para mi un episodio histórico de la política y de la lucha por nuestros derechos que además surge en el escenario menos pervisible de todos: el fútbol y la selección española, nada menos.

Quiero recordar que la violencia política y la ofensiva judicial contra el “solo sí es sí” que padeció Montero y su equipo es un episodio insólito de la democracia. Si puede tener un equivalente, fue la reacción de jueces y de la derecha conservadora a la ley contra la violencia de género de 2004, en la que también se construyó una operación política, mediática y judicial para atacar esa norma, que resultó ser ejemplar y muy útil para abordar la violencia machista. Pero con Montero y la ley del sí es sí, la reacción patriarcal a una conquista de derechos tan enorme fue feroz. Al fin y al cabo, los movimientos feministas contra la violencia sexual ponían sobre la mesa elementos que iban a sacudir de la silla a muchos señores en sus casas y en sus partidos y en sus federaciones y en sus empresas: porque al plantear el consentimiento, la libertad sexual, el derecho a la reparación y a la justicia es profundamente emancipador.

Se envió un mensaje muy potente a las que alguna vez se han encontrado con abusos de poder en sus puestos de trabajo. ¿Está luchando Hermoso por todas nosotras?

Absolutamente. La declaración en sede judicial de Hermoso ha sido valiente, didáctica, clara. No es nada sencillo hacerlo con ese temple y sabiendo lo que tiene enfrente. Le debemos muchísimo a Jenni por poner el cuerpo en todo esto. Ella se ha convertido en la prueba fehaciente de que se pueden cambiar las cosas que no se pueden aceptar. Según los sindicatos, miles de organizaciones se pusieron a elaborar protocolos contra el acoso sexual que llevaban años sin implantarse después del “Se Acabó”. En los colegios, las jugadoras se convirtieron en referentes para las niñas que nunca habían tenido espejos donde mirarse porque se los habían negado y crecieron las fichas de mujeres federadas en todos los territorios del estado. Y probablemente en muchos clubes, empresas o espacios, hubo mujeres que pusieron por fin pie en pared y dijeron también Se Acabó, como estamos viendo en otros entornos como el mundo del cine. Creo la mejor lección que dieron las futbolistas fue además la respuesta conjunta que dieron como grupo, como equipo, saliendo todas a defender en bloque sus derechos, que eran derechos sexuales, pero también laborales y deportivos. Ese sindicalismo no lo vimos venir y fue también un mensaje maravilloso de que si no puedes sola, estamos las demás.

¿Crees que si el mundo no hubiera estado mirando la reacción hubiese sido distinta?

Sí, estoy completamente convencida. Si conoces la trayectoria de la Selección femenina de Fútbol, aprendes que el historial de abusos de poder, de condiciones de trabajo precarias, de desprecio, de disciplina, de castigo, se remonta años atrás. Se narra muy bien en un documental, “Romper el Silencio”. Pero el aparato mediático y político de clubes y federaciones es muy poderoso, y a quien rompiera ese silenciamiento le señalarían y le coserían la letra escarlata, cargándose su carrera, como le ocurrió antes a tantas y tantas profesionales. Quiero decir, en Vallecas sigue entrenando Carlos Santiso, un tipo que fue grabado animando a su staff diciéndoles que para hacer equipo había que follarse a una todos en grupo como hicieron los de la Arandina.

¿Cómo es el mundo del fútbol profesional? ¿Está lleno de Rubiales?

Claro que sí. Rubiales no es ni peor ni mejor que otros muchos hombres con más o menos poder en las estructuras deportivas. Otro hijo sano del patriarcado en el que confluyen el machismo, las lógicas corruptas del capitalismo, y el ecosistema de poder político del fútbol, que es tremendo. Pero me han llegado estos años historias terribles desde todos los niveles deportivos y desde muchos deportes diferentes, si bien es cierto que el fútbol, en tanto que es summum de la identidad masculina, es de lejos el más simbólico.