Pone este ejemplo: si hoy tuviese lugar un accidente en un carretera, una colisión múltiple y muriesen diez personas sería noticia de primera plana, todo el mundo hablaría de la tragedia, pero nadie se preguntaría qué ha fallado, más allá de algún error humano concreto y puntual. Entenderíamos que es una circunstancia excepcional, pero posible en una carretera con gran densidad de tráfico. En cambio, cuando las víctimas de violencia de género coinciden en el tiempo (cinco hombres han asesinado a seis mujeres y dos niños en una semana) sí nos preguntamos qué hemos hecho mal y es un error.
Para Miguel Lorente, médico forense, profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada y ex delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, cuestionarnos por qué estos cinco hombres han matado en una misma semana “refleja muy bien la distancia que tenemos con respecto a la realidad de la violencia de género“. Analizar los factores circunstanciales y reducir el problema solo a las agresiones nos impide focalizar y entender cómo funciona la violencia machista. ¿Por qué no nos preguntamos qué ha fallado cuando asesinan a una sola mujer?
Podemos tener ocho víctimas sin que nada falle
Porque tras la semana más letal del año, Lorente explica que la situación es idéntica a la que había hace dos semanas y es la misma que hay hoy. “Puede que no seamos conscientes y ese es el problema. Vivimos una realidad en la que en cualquier momento se puede volver a repetir. No es frecuente en términos de probabilidad, pero puede ocurrir. Y cuando suceda no va a ser por un factor puntual, sino que van a ser una serie de elementos que pueden coincidir en distintos puntos de España en cualquier momento”. En definitiva, podemos tener ocho víctimas mortales sin que nada falle, y entender eso es vital para ser eficaces en la prevención y protección.
Por eso Lorente cree que hay que darle la vuelta a este pensamiento y plantearnos las políticas desde lo que sabemos y no desde lo que no entendemos. Por ejemplo, el 80 por ciento de las víctimas mortales no había denunciado. “El sistema basado en la denuncia no va a funcionar nunca porque el porcentaje de casos puede alcanzar el 20 o el 30 por ciento, pero tenemos al resto sin absolutamente ninguna protección, estamos olvidando que la mayoría de las mujeres que son asesinadas no han denunciado”, advierte.
Tenemos que desarrollar un sistema de detección en los servicios sanitarios
¿Dónde sí podemos llegar a estas mujeres? En los servicios sanitarios. Lorente recuerda que el impacto en la salud de las víctimas provoca que acudan un 33% más a los profesionales de la salud. “Tenemos que desarrollar un sistema de detección de violencia de género en los servicios sanitarios y plantear la solución hacia la atención, la recuperación, la protección y luego la denuncia. No la denuncia primero porque si no funciona, no va a funcionar. Si no nos damos cuenta de que esto es una violencia justificada, minimizada, normalizada, donde la propia víctima se siente culpable, si no lo entendemos, no lo vamos a solucionar”, insiste.
El sistema minimiza el riesgo
Sobre los sistemas de protección, Lorente asegura “que su eficacia depende de la voluntad del agresor. Es así. No depende del instrumento si no de cómo yo me comporto ante el instrumento. Existen medidas para reducir esa voluntad de la agresión, pero dependemos de que ellos cumplan lo que dice un papel (orden de alejamiento). Si la quebranta y no la mata en ese momento, el sistema minimiza el riesgo, no tiene bien conceptualizado lo que es la violencia de género porque no actúa de manera contundente. El quebrantamiento debería significar la entrada directamente en prisión, pero el propio sistema no tiene claro el riesgo que entraña, lo que hay detrás. Por eso no vale decir es que muchos la incumplen y luego no las matan, la situación es objetiva están asesinando a 60 mujeres cada año”, repite. Lorente responde así ante los posibles errores en la evaluación del riesgo de una víctima como ocurrió en el caso de Amal, la víctima de Las Pedroñeras, que fue asesinada junto a sus dos hijos el pasado 28 de junio. Estaba en el sistema VioGén y su asesino había roto la orden de alejamiento en numerosas ocasiones.
Poner el foco en los asesinos
En cuanto qué podemos hacer lo medios de comunicación para cambiar esa mirada en la violencia de género, a Lorente se le ocurre que nos centremos en ellos y no en ellas cuando haya un asesinato. “Siempre se habla de si ella había denunciado o no, sería interesante analizarles a ellos, qué hacían, cómo eran”, asegura y pone como ejemplo el caso de Tomás Gimeno, el padre que asesinó a sus hijas Anna y Olivia en Canarias. Era un hombre integrado, deportista, con amigos. Describir a los maltratadores nos puede ayudar a modificar la percepción que existe en cuanto a cómo son los asesinos de estas violencias.
No es la única idea que propone, la reparación simbólica de las víctimas podría tener su espacio en los distintos ayuntamientos y ayudar a poner el foco en ellos. “Lo mismo se podrían declarar personas non gratas a los asesinos en sus municipios“, se le ocurre. Lo que sí que tiene claro es que debemos educar la mirada, centrarnos en lo que sabemos y nos muestran los datos y hacer políticas en consecuencia.