El verano huele a pólvora, suena a verbena y sabe a patatas fritas. También a churros con chocolate, todo depende de a quién preguntes. Al verano lo marcan los escenarios, los festivales y las fiestas. Pueblos de toda España se preparan para eso que muchos llaman “el mejor momento del año”. Las peñas se reúnen, los amigos que marcharon regresan, la banda se prepara. Las calles se llenan de vida. Toca disfrutar de ese aliento que tanto llevan esperando.
Pero el verbo ‘disfrutar’, para algunas, se difumina entre la gente según pasan las horas. Son las 2 de la madrugada. En Cullera se celebra el festival Medusa SunBeach y Amelia no se encuentra bien. Solo ha bebido dos copas esta noche, pero algo en su interior le pone en alerta: “Creo que me han echado algo en la bebida – una bebida a la que a penas a dado dos tragos-, no me siento ‘solo’ borracha. Creo que hay más”. Se refiere a droga.
Sus amigos le acompañan a una carpa violeta que han visto al pasar de camino al escenario. Un gran cartel, iluminado, reza: “Punto Violeta. Per unes festes lliures d’ agressions sexistes” (por unas fiestas libres de agresiones sexistas). Allí hay dos mujeres con un chaleco morado esperando a que cualquier persona que lo necesite se acerque. Ya sea buscando ayuda o, simplemente, conversación. Es, aseguran, un espacio seguro.
Visiblemente nerviosa, Amelia, se acerca a una de las mujeres del chaleco morado. Le explica cómo se encuentra y la mujer, psicóloga de profesión, no hace preguntas. Se limita a tranquilizar a la joven y a sacar una pequeña jeringuilla que introduce en la copa de Amelia. Remueve intensamente, sustrae bebida y lo saca. “Amelia, si el liquido de esta jeringuilla se pone roja, es que está contaminada (con sustancias tóxicas, es decir, algún tipo de droga)”. Apenas diez segundos más tarde, resultado negativo. Suspiro. “Qué tranquilidad, gracias”, dice Amelia. Ahora puede seguir tranquila la fiesta. “Lo siento por haberos molestado”, grita según se marcha.
“Lo siento por haberos molestado”. Amelia se siente culpable por haber creído que le habían drogado. Tras ella, pasarán, al menos, cuatro mujeres más con las mismas dudas. Mujeres a las que las especialistas a cargo de ese Punto Violeta harán la misma prueba sin dudar ni un solo segundo de su palabra.
Puntos apolíticos
A unos 400 km de Cullera, y unos 15 días más tarde, se celebran las Fiestas de San Sebastián de los Reyes, en Madrid. “Nuestro objetivo es visibilizar y sensibilizar a todo el que pase por este espacio sobre las situaciones de violencia que pueden sufrir las mujeres. Nuestro trabajo es totalmente apolítico”, nos explica Pilar, otra psicóloga especialista en violencia de género que se hace cargo de uno de los Puntos Violeta establecidos en el pueblo durante las Fiestas en honor al Santísimo Cristo de los Remedios.
Un grupo de hombres grita al pasar por el Punto Violeta: “¿La paguita del PSOE te la cobras antes o después de estar aquí sentada sin hacer nada?” Pilar nos mira, no puede evitar reírse. “¿Veis lo que os digo? Es importante recalcar que nuestra labor es totalmente apolítica. De hecho, este Punto Violeta, está contratado por un Ayuntamiento gobernado por el Partido Popular.” No es la primera vez que Pilar y su compañera de Punto, Paula, escuchan comentarios similares. “El riesgo de que una mujer sufra una agresión sexista es el mismo gobierne quien gobierne, la ayuda que podemos ofrecer a una mujer es la misma sean cuales sean sus ideales políticos”, sentencia.
Seguimos observando. Nos cruzamos un grupo de policías nacionales. Tienen la mirada fija en esa carpa morada a escasos metros de su punto de vigilancia. Hablamos con Pedro: “Este año las cosas están más tranquilas”, asegura. “Mucho tiene que ver con ellas”, señala a las psicólogas.
En ese preciso momento Pilar y Paula están atendiendo a una mujer de 24 años con su hija de 8 meses. Disculpamos a Pedro y nos acercamos. “Me siento abrumada. Es la primera vez que vengo con la niña a unas fiestas y siento que el mal acecha”, la joven se desahoga con Pilar y Paula. “Estamos aquí para ti. No tengas miedo, puedes hablar con nosotras”, siguen en conversación unos minutos. La joven se marcha.
Pilar se acerca a nosotros: “Este tipo de situaciones son muy habituales aquí. Como os decía antes, somos una herramienta de ayuda, de sensibilización, de desahogo incluso. Si estas conversaciones van a permitir a una mujer sentirse más tranquila y poder disfrutar de la noche sin temor, bienvenidas sean. Ella ya sabe dónde estamos si necesita volver”. De hecho, Pilar y Paula se han encargado de que la carpa se vea bien: hay luces y focos en cada esquina. “Intentamos conectar con cualquier persona que pase por aquí, con el fin de hacerles saber que somos un espacio seguro”.
“Y esto, ¿por?”, pregunto. “Porque necesitamos hacer sentir y hacer saber a esas mujeres que aquí pueden denunciar cualquier tipo de agresión sexual, sin ser objeto de juicio. En caso de percibir que una mujer ha sido víctima de una agresión sexual, activamos el protocolo: Policía Nacional y el 112 se desplaza hasta el lugar. Somos como una red de seguridad, pero el primer paso, el de tranquilizar a la víctima, lo damos nosotras”, nos explica.
Esta noche no se denunciarán agresiones sexuales en las Fiestas de San Sebastián de los Reyes. Tampoco las precedentes. “Confiamos en el hecho de que no haber recibido ninguna alerta sea porque, realmente, no se ha dado ninguna agresión sexual. Sinceramente, no lo sé. Queda mucho por hacer… Pero si al menos hoy unos nos han visto y otros han encontrado su espacio seguro, está bien”, confiesa. “Los Puntos Violeta ayudan a que la percepción de seguridad en espacios de ocio sea distinta, mejor, pero también tienen un componente fundamental que muchos aún no comprenden: educamos en igualdad, que es lo suyo… ¿no?”, sentencia.