Antoinette Torre Soler nació en La Habana hace 49 años y veinte de ellos ha vivido en España. Sabe lo que es sentirse “la última de la fila”, que sus intereses y preocupaciones no encuentren cabida en los medios convencionales y por eso, hace más de una década, se decidió a fundar Afroféminas, una revista online donde tratan y dan visibilidad a los problemas de las afrodescendientes. Está acostumbrada a la violencia digital, la ha denunciado de forma pública y en los juzgados. Hoy charla con Artículo14 y nos cuenta su punto de vista.
¿Ha sufrido odio o acoso en las redes?
Mucho, muchísimo y a pesar de la dureza del problema me lo voy a tomar con mucho sentido del humor para que no se me revictimice ni a mí ni al colectivo que represento. Hay mucho odio y lo he recibido de forma personal, pero la mayoría de las veces lo he recibido a través de Afroféminas, represantando a un colectivo mas amplio.
¿Alguna vez ha tenido que denunciar?
En realidad, denunciar como denuncia formal solo lo hice en 2023, a raíz de las campaña de odio que recibieron unas niñas afrodescendientes y racializadas por participar en el sorteo de la lotería de Navidad, con el colegio de San Ildefonso. Hubo mucha violencia en redes, críticas y mofas por eso presentamos la denuncia. Llegó a Fiscalía y todavía no ha pasado nada, entendemos que llevará su tiempo.
La denuncia iba en la línea de parar un poco la sensación de impunidad y mandar un mensaje a la gente que no soporta que existamos. Porque hay muchos españoles que son como yo y quiero que tengan en cuenta que no solo vamos a denunciar el odio de forma pública en redes, lo que llamo el derecho al pataleo, también lo vamos a hacer a nivel judicial. Los agresores entienden que no contamos con una economía para empezar un procedimiento y que por eso pueden hacer y decir cualquier cosa y en este caso concreto. Me siento orgullosa de esa denuncia porque era insoportable la cantidad de insultos que había sobre unas menores de edad, si no llegamos a actuar, nadie lo hubiera hecho.
En muchas otras ocasiones he denunciado a nivel activista los blackface (una práctica que nació con el uso del maquillaje teatral empleado por blancos para caricaturizar a una persona negra), por ejemplo, en Navidad y por esas denuncias hemos recibido mucho odio, odio personal, pero he decido que estas cosas no las voy a personalizar y me lo voy a tomar de otra manera,
¿Cree que las mujeres están más expuestas a este tipo de delitos?
Es curiosa la pregunta. Uno de las problema del feminismo negro es que las mujeres negras o racializadas reciben ataques tanto de hombres como de mujeres. Creo que atacan a quien ven débil y a los que creen que no tienen capacidad de defenderse. Todo lo que tenga que ver con una mujer negra en España queda al final de la cola. El racismo no se va a acabar, la violencia va a continuar porque no se hace nada, por eso creo que hay entrar en el juego de denunciar, buscar abogado y utilizar los mismos cauces y las mismas leyes que defienden, muchas veces, a los racistas.
Entiendo que hay un problemas con las mujeres en general, pero hay un problema particular con las mujeres negras, racializadas, gitanas; ellas reciben un odio mayor. Sin embargo, un hombre afrodescendiente recibe mas odio que una mujer. No es que no quiera tener en cuenta o negar la teoría feminista, pero la realidad es la realidad.
¿Es un reflejo del machismo y racismo de la sociedad?
Sí, y no se va a acabar. La corrección política llevó a mucha gente a subirse la carro del feminismo y el antirracismo y ahora muchos se están bajando porque, en realidad, nunca se subieron. Habrá que cambiar de método. En Afroféminas hacemos pedagogía para que las cosas cambien aunque con buenas intenciones también se ofende. Por ejemplo, me he expresado en algún periódico de izquierdas, que son los que leo, e incluso ahí, no te atacan como los racistas, pero te tratan con condescendencia.
¿Se ha normalizado el odio online?
Completamente. El otro día hacía una reflexión, me he dado cuenta de que el odio se ha intensificado precisamente porque la gente cuando ataca está sola, nadie les ve. Tengo una hija casi adolescente y me toca tener una conversación con ella para explicarle que todo no es tan bonito como parece allá fuera. En la selva el león es el león y la cebra es la cebra. En el mundo real todos van vestidos de pacíficos, pero cuando llega la noche y somos pocos lo que vemos, se quitan el disfraz. El anonimato favorece no estar sujeto a las miradas ajenas y lo correcto se desdibuja. El odio se ha convertido en un entretenimiento. Soy filósofa y me he dado cuenta de que las soluciones pasan por la supervivencia porque los políticos no se lo toman en serio y vayas donde vayas siempre va a haber tres personas que se pregunten qué hacemos ahí. Se cuestiona nuestra propia existencia.
¿Se nos intenta aleccionar para expulsarnos de estos espacios públicos?
Por supuesto. Las mujeres negras lo tienen muy difícil para encontrar trabajo. Pueden tener doctorados, másters, y sin embargo, les cuesta mucho entrar en el mercado laboral. Los espacio de poder son hostiles para nosotras. Aquí la supervivencia pasa por hacer nuestros propios proyectos y brillar desde fuera. Hablar como mujer negra en un espacio de poder, expresar tu opinión pasa factura. He recibido mucho odio en lugares, en principio, seguros y feministas, también cariño, pero he recibido odio.
A muchas mujeres les pasa una factura emocional y otras optan por abandonar las redes. ¿Alguna vez se ha planteado dejarlas?
Muchas veces, de hecho cerré Afroféminas durante meses y mis redes personales están abandonadas hace años. Me ha pasado una factura emocional también acudir a ciertos actos públicos feministas, he sentido que me hacían una encerrona y me han intentado destrozarte la vida y hacerte pagar por pensar diferente y tener otros referentes. El activismo te hace madurar, comprender que estas cosas existen. Ahora soy capaz de establecer una conversación en redes, ya no es un proceso doloroso para mí. Cuando veo que va a afecta a mi salud mental, cierro la persiana.