Elena Palacios lleva media vida dedicada a proteger a las víctimas de las violencias machistas. Es Inspectora Jefa del Cuerpo Nacional de Policía y Jefa del Servicio UFAM, la unidad de Atención a la Familia y Mujer que se encarga de investigar y atender a las víctimas de violencia de género, doméstica y sexual. Esta unidad ha cambiado de nombre en las últimas décadas, pero Palacios siempre ha formado parte de ella. Treinta y cinco años de experiencia en estos delitos que la convierten en una de las mayores expertas en la materia y testigo de los cambios que ha experimentado la sociedad.
¿Cómo ha evolucionado la violencia de género en los últimos 35 años?
Comenzamos a proteger a las víctimas en el año 2003 y a investigar de una forma especializada estos delitos en el año 86, antes de la existencia de la Ley Integral de 2004, porque había una demanda social. Nos dimos cuenta, y nos lo corroboraron las asociaciones de mujeres, que las víctimas preferían tener a otra mujer delante a la hora de explicar las violencias que sufrían. Así que empezaron a trabajar mujeres atendiendo a mujeres y hombres y mujeres en las investigaciones. Se ha ido perfeccionando y adaptando a las nuevas leyes hasta el sistema que tenemos en la actualidad.
¿Existen comportamientos que nos puedan alertar de que estamos en una relación de violencia?
Sí. Cuando trabajamos con menores y adolescentes se los señalamos. La hostilidad verbal, las amenazas, las vejaciones en público, la sumisión y el control. Ese “cómo te vistes”, “con quién vas”, “dónde estás”… Eso son situaciones de alerta. En un momento dado, todos podemos sentirnos un poco celosos o celosas, pero cuando se llega al extremo y estas situaciones se repiten son señales de alerta y además, irán en aumento.
¿Qué debe hacer una mujer si detecta estas señales?
Cortar. Cortar porque es una relación tóxica. Hablarlo con su entorno, con sus amigas, con compañeras, con compañeros, que también hay hombres muy sensibles a esta problemática, en definitiva, hablarlo. Si siente que no puede hacerlo porque sus amigas o la familia la han advertido y esperan una respuesta no deseada que acudan a un profesional, los hay en todos los ayuntamientos, en las asociaciones. Cuéntalo, es lo que digo siempre, tienes que contarlo.
“Los chicos son más violentos, tienen más comportamientos de control, mientras ellas se muestran sumisas y comprensivas con esas actitudes”
¿Cómo llegan las víctimas a denunciar, en qué estado y circunstancias?
Depende. Llegan mujeres con un comportamiento muy frío, otras lo han normalizado, algunas con lesiones evidentes, en ocasiones con una sensibilidad a flor de piel, no hay un perfil. No me gusta cuando veo esos carteles con la mujer con un hematoma en el ojo porque no simboliza esta problemática. La violencia psicológica puede ser más dura que la física, o al menos, así me lo han trasladado muchas víctimas.
¿Cuál es el protocolo cuando una mujer denuncia violencia de género? ¿Qué se pone en marcha?
Hablamos con la víctima que en ocasiones quiere denunciar y en otras no, pero no podemos olvidar que son delitos perseguibles de oficio, nuestra obligación es actuar. Si el agresor está en las inmediaciones se le separa, obviamente, y se tiene en cuenta si hay menores a su cargo o personas dependientes. Luego viene la escucha del relato de la víctima que tiene que ser sosegado, con su espacio y tiempo. Si es necesario, se interrumpe el testimonio y vuelve otro día. La víctima cuando llega a nosotros no es por un episodio aislado, cuando se decide a dar el paso de la denuncia es porque ya no puede más. Hay que dejarla tiempo para relatar, son historias, a veces, de muchos años y muchos tipos de violencia.
Cualquier persona puede denunciar
¿El entorno denuncia cada vez más o sigue siendo una asignatura pendiente?
Es una asignatura pendiente, pero es verdad que cada vez se están implicando más. Es fundamental. Hace poco hemos hecho una una campaña: si ves, si escuchas, denúncialo o acércate a la víctima para que sepa que estás a su lado. El entorno muchas veces sí detecta el maltrato, cualquier persona puede denunciar.
Para estos casos se estableció el Protocolo Cero, ¿en qué consiste?
Es una actuación que llevan a cabo las radiopatrullas, para entendernos. Cuando detectan una situación de maltrato y la víctima no quiere denunciar, los policías van a estar pendientes, van a recabar toda la información que puedan que luego van a plasmar en un documento que va a dar inicio a una actuación policial. Aunque la víctima no quiera acompañar a los agentes a comisaría, aunque diga que ella controla la situación, que no quiere denunciar, que no es el momento, que no está empoderada. Todavía hay muchas circunstancias por la que una víctima no quiere denunciar o sencillamente está coaccionada o amenazada por parte de de la familia o por su el propio agresor. Se lo vamos a comunicar a la autoridad judicial y vamos a hacer gestiones para para intentar protegerla, vamos a hacer la valoración del riesgo, vamos a hacer todo exactamente igual que como si hubiera denunciado.
¿Cómo os sentís cuando una víctima denuncia y luego se echa atrás?
Los especialistas lo entendemos perfectamente, pero eso no quiere decir que sea una denuncia falsa, en eso insistimos muchísimo. Una mujer puede no continuar con el procedimiento porque está tocada del alma, no tiene fuerzas para continuar. Hay que entenderlo, por eso es tan importante no dejarla sola y que un profesional la guíe: un psicólogo, un abogado, un trabajador social.
Una vez que una mujer denuncia, ¿se le da toda la protección que necesita? Muchas víctimas se quejan porque sienten que el sistema, por ejemplo el judicial, no lo hace.
Pues a esa pregunta no sé qué qué responderte. Hay muchas medidas que puede adoptar la autoridad judicial: de protección, de seguridad con todo lo que conllevan, incluso el ingreso en prisión del agresor. Pero claro, no sé las expectativas que tiene la víctima, pero la justicia puede hacer hasta donde puede hacer.
¿Cuántas mujeres se calcula que no denuncian y son víctimas ocultas?
No te puedo dar esa cifra porque solo puedo hablar de hechos conocidos por la Policía, los que no conozco corresponde a otros profesionales hacer esos estudios.
En muchos de los casos de asesinatos no había denuncias previas. ¿Qué está fallando?
Varias cosas, primero, que la víctima no se identifica como tal. Ese concepto del amor tóxico, que ahora estamos trabajando mucho con los menores y nos preocupa muchísimo porque parece que estamos retrocediendo. Puede ocurrir que la víctima haya normalizado la violencia en su vida, no lo ha comunicado al entorno por vergüenza, por temor a ser rechazada, por miles de circunstancias, por no hacer sufrir a los padres, por los hijos, siempre hay una excusa y es perfectamente legítimo. Una mujer puede estar tan cosificada, tan anulada que no es capaz de tomar decisiones por ella misma.
“Las redes sociales y el consumo de pornografía violenta tienen una gran influencia, tenemos más agresiones en grupo a más temprana edad”
Las cifras muestran un aumento de casos de violencia machista cometida por menores. ¿Es así? ¿A qué obedece?
Sí, es así, también en agresiones sexuales. Es una falta de educación en valores de respeto e igualdad, estamos involucionando. Los chicos son más violentos, tienen más comportamientos de control, mientras ellas se muestran sumisas y comprensivas con esas actitudes se sometimiento porque piensan que están muy enamoradas.
El sistema VioGén es un método científico predictivo, pero no es magia
¿Cómo se podría combatir?
Con educación. Las redes sociales y el consumo de pornografía violenta tienen una gran influencia. A una edad muy temprana normalizan esas conductas, creen que lo ven es una sexualidad sana e intentan imitar estos comportamientos. Tenemos más agresiones en grupo a más temprana edad. Volvemos siempre a lo mismo los niños necesitan normas y los adultos debemos hacer que los niños las cumplan.
¿Cuántos agentes se dedican a velar por la seguridad de las víctimas de violencia de género?
Pues toda la Policía en su conjunto.
¿Y el número de policías que se dedican a labores de protección de víctimas?
No lo sé.
Las asociaciones de víctimas aseguran que los agentes no dan abasto, que un solo agente se encarga de la protección de un número elevado de mujeres.
Lo que sí hacemos es asignar un agente protector a la víctima antes de de que abandone las dependencias policiales. Antes, hemos hecho una valoración del riesgo que tiene a sufrir una nueva agresión y cada nivel comporta una serie de medidas policiales. Si el riesgo es extremo, obviamente la protección va a ser permanente, 24 horas. Si el riesgo es no apreciado, a lo mejor basta con una llamada cada cierto tiempo. Un policía puede tener asignadas muchas víctimas, a lo mejor 50, pero no todas tienen un riesgo extremo. Desde la Unidad Central estamos propiciando acuerdos de colaboración con las policías locales que están en nuestro en nuestra demarcación para su protección.
“Los juicios rápidos no están pensados para hechos complejos, pero son muy eficaces”
¿Cómo se mide el riesgo de una víctima? ¿Qué factores se tienen en cuenta?
Se evalúa mediante un sistema, una aplicación que se llama VioGén donde metemos los casos denunciados, los hechos conocidos. Se introduce en este sistema el atestado policial, lo que nos dice la víctima, lo que nos han contado los testigos, lo que sabemos del agresor. El policía encargado de la protección de la víctima, va cumplimentando una serie de ítems. Hay varios indicadores. Es un método muy estudiado, un método científico que está auditado. Aún así, podemos tener una valoración de riesgo no apreciado y vemos como luego han asesinado a la víctima. Es predictivo, pero no es magia.
¿Cree que los juicios rápidos son efectivos para estos tipos de delitos?
Sí, sí. Son efectivos, pero todo no es susceptible de tramitación por un procedimiento abreviado. Cuando existen episodios habituales de violencia física, psicológica, sexual, eso no se va a sustanciar en un juicio rápido. Necesita un procedimiento más largo, pero lo que sí es cierto es que la orden de protección se va a resolver de forma inmediata y se pueden adoptar medidas cautelares de privación de libertad. Está pensado para cuestiones de una tramitación sencilla, no para hechos complejos, pero son muy eficaces.