016/Ni una más

“El agresor está cerca”. Así funciona el sistema Cometa, la pulsera que llevan los maltratadores

Ninguna mujer ha sido asesinada mientras portaba este dispositivo cuyo uso lo establecen los jueces. Existen 7.500 pulseras, pero solo están activadas alrededor de cinco mil

Existen 7.500 dispositivos conectados al sistema Cometa, pero sólo alrededor de cinco mil están en uso KiloyCuarto

“¿Qué pasa, qué pasa?” Belén (nombre ficticio) salía de servicios sociales un día y se dirigía al estanco a comprar tabaco cuando recibió una llamada de los Mossos d´Esquadra: “¿Dónde estás, dónde estás?”. No lo había oído, pero instantes antes había saltado la alarma de su dispositivo telemático. Su maltratador había incumplido su orden de alejamiento, o estaba en un lugar sin cobertura o se había intentado quitar la pulsera de geolocalización. Una de las tres causas por la que pita el dispositivo, esa especie de busca que llevan encima las víctimas que están inscritas en Cometa. Un sistema de seguimiento impuestas en el ámbito de la violencia de género y violencias sexuales.

A Belén no le dieron detalles de lo que había ocurrido ese día, le pidieron que se pusiese a salvo mientras comprobaban qué estaba pasando y cuando todo estuvo controlado siguió con su vida. No es sencillo porque no sabes si ha intentado acercarse o quitarse la pulsera, pero al menos lo tienen controlado. Durante el tiempo que estuvo conectada al centro Cometa, el dispositivo saltó muchas veces. Suena un pitido, se pone rojo y se puede leer “El agresor está cerca” y los metros a los que se encuentra. Belén tiene dos hijos, pero solo ella portaba el dispositivo, los pequeños no gozaban de ese nivel de protección.

 

Parte de intervención centro Cometa

Lo curioso de la historia de Belén es que a su maltratador lo absolvieron de un delito de violencia de género. Antes que a ella, había maltratado a dos mujeres y después de separarse secuestró y dio una paliza a su nueva pareja. Fue un ataque tan brutal, que se le condenó por tentativa de homicidio y actualmente está en prisión. Antes de la última agresión que le llevó a la cárcel, en uno de los incontables juicios por los que tuvo que pasar, la propia Belén pidió al juez el dispositivo conectado a Cometa. “Había oído hablar de él y le pedí a mi abogado que lo solicitara, él no quería pedirlo, así que se lo demandé al juez yo misma y accedió”, explica.

El servicio lo presta una empresa privada

Hasta entonces tan solo contaba con el teléfono Atenpro, un sistema de protección telemático que geolocaliza a las víctimas en todo momento, pero no al agresor. Durante un tiempo llevó siempre con ella los dos dispositivos. “Hay que tener un bolso grande, también te digo”, apunta. Cometa está reservado para las mujeres con riesgo alto y su uso es competencia exclusivamente judicial, al tratarse de dispositivos que afectan a derechos fundamentales.

El Ministerio de Igualdad tiene contratada la prestación del servicio del sistema a la UTE Vodafone y Securitas Seguridad España, que es la encargada de realizar las tareas relacionadas con la instalación, monitorización y desinstalación de los dispositivos del sistema de seguimiento, siempre previa orden judicial. Estas tareas son desarrolladas por el Centro COMETA, que depende de ese ministerio. La adjudicación realizada por Igualdad cuenta con financiación de la Unión Europea y tiene un valor estimado de 42,6 millones de euros y una duración de tres años.

También los usan víctimas de violencias sexuales

Según fuentes del Ministerio que lidera Ana Redondo, cuentan con 7.500 dispositivos y a 31 de agosto había en funcionamiento 4.749, un 13 por ciento más respecto al mes de agosto del año pasado. Señalan las mismas fuentes que, por el momento, el número de dispositivos es adecuado a la demanda, pero en un futuro se planteará si existe la necesidad de ampliar esa cifra. Además, desde febrero el uso de esos dispositivos se ha ampliado y también las portan víctimas y agresores sexuales.

La utilización de dispositivos la acuerda un órgano judicial, o bien como medida cautelar antes de la celebración del juicio, o bien como parte del fallo condenatorio de la sentencia. Y lo que establece es la prohibición de acercamiento del agresor a la víctima, un número concreto de metros que determina la resolución judicial. Tampoco puede acercarse al domicilio de la víctima, al lugar de trabajo, así como a cualquier lugar donde ella se encuentre. La víctima cuenta con un teléfono y una aplicación que, a través del sistema GPS, permite saber dónde está y ofrece a la Sala Cometa la información necesaria. También cuenta la víctima con un “botón del pánico”.

El agresor porta un teléfono y una pulsera conectada a ese dispositivo, que garantiza que siempre esté con él. Si el agresor sobrepasa la zona de exclusión salta una alarma que recibe la sala Cometa. Ante esa situación, la sala realiza el siguiente protocolo:

  1. Llamar a la víctima para conocer su estado y situación.
  2. Llamar al agresor para averiguar qué ha podido ocurrir.
  3. Llamar a la Policía, Guardia Civil o Policía Autonómica. Las fuerzas y cuerpos de seguridad se hacen cargo de las necesidades de seguridad o intervención concretas.

Belén reconoce que se sentía más protegida con este dispositivo que con el Atenpro, aunque confiesa que la combinación de ambos es lo ideal. De momento, y hasta que su expareja goce de algún permiso penitenciario se siente a salvo. “La última vez que me pitó fue cuando estaba en comisaría por la paliza que le llevó a la cárcel. Me llamaron y creí que otra vez estaba cerca, pero me explicaron que no tenía cobertura en los calabozos y por eso saltaba”. Hasta el día que salga de prisión Belén y sus hijos se están acostumbrando a la sensación de sentirse seguros, un lujo tras tanto tiempo con miedo.

 

 

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