Ana, Fátima, Ammal, Laila, Sara, Gertruida, Margarita, Yanely, Mainca, Hafsa, Rejane y Diana Marisol son solo algunos de los nombres de las 47 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas el pasado 2024. Todas ellas, además de ser víctimas mortales por violencia de género, eran mujeres migrantes. Algunas llevaban más de quince años afincadas en España. Otras, apenas unos meses.
De entre todos los motivos por los que cualquiera de ellas decidió venir a España, uno se repite con frecuencia al escuchar testimonios de amigos o familiares de las víctimas: llegaron a España en busca de una vida mejor, con “el sueño de garantizar un futuro a sus hijos”, como recordaba una de las mejores amigas de Ammal, de origen marroquí, al ser asesinada por su expareja junto a sus dos criaturas, Adam e Hiba, de 9 y 3 años, el pasado 29 de junio en Las Pedroñeras, Cuenca. Él era un maltratador condenado. Tenía una orden de alejamiento en vigor.
¿Quién veló por la seguridad de Ammal, Sara, Mimi o Diana?
La madre de Sara, asesinada por su pareja el pasado el 13 de julio en Carabanchel, Madrid, también recordaba como su hija, madre de un niño de 8 años, había llegado a España hacía cinco desde Perú: tenía entonces 24 años, quería estudiar y trabajar para así poder mantener a su hijo, que aún tenía solo 3 años. Cuando llegó a Madrid era madre soltera, años después, conoció a su asesino y entabló una relación con él. La mató cuando le denunció por malos tratos, solo unos días después de que ella, además, avisase a su padre por teléfono de que tenía miedo de su pareja que, a su vez, era su maltratador.
Una vida similar a la de Mimi, búlgara de 33 años, asesinada en Cuellar, Segovia, por su expareja: otro maltratador condenado y con una orden de alejamiento en vigor cuando cometió el crimen machista. Su niña quedó huérfana.
El asesinato por violencia de género más reciente en nuestro país, el de la paraguaya Diana Marisol, de 29 años, asesinada por su maltratador el pasado 30 de diciembre, al cual le permitieron convivir con ella pese a tener también una orden de alejamiento en vigor volvió a poner en agenda los errores continuados de un sistema que debería velar por la integridad física y emocional de las víctimas.
Y puso encima de la mesa la enorme problemática a la que además se enfrentan las mujeres migrantes víctimas de violencia de género al llegar a nuestro país.
Todas habían denunciado a su maltratador
Todas ellas habían denunciado a sus asesinos previamente. Algunas, incluso, como Ammal, constaban en el Sistema de Viógen. Y recordemos lo que significa esta abreviatura: Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género. ‘S-e-g-u-i-m-i-e-n-t-o’.
María Naredo, jurista, investigadora y experta en violencias machistas, se preguntaba en Artículo 14 si “realmente la Policía está en situación de poder comunicarse de una manera fluida y con confianza con las víctimas migrantes” al ser conocedores de sus situaciones de maltrato- como lo eran en los anteriores casos expuestos.
La respuesta a esa pregunta prefirió guardársela para sí misma, pero sí puso en valor la necesidad de las figuras de ‘mediadoras interculturales’. “¿Cómo vas a hacer un seguimiento del riesgo y saber si se está incrementando si hay un abismo en términos de comunicación? Creo que tenemos que acercarnos a estas mujeres con muchas más herramientas y adaptarlas. Es un error tener víctimas tipo porque si nuestro retrato se asemeja, bien, pero ¿Y si no? Todavía hoy seguimos sin entender cómo comunicarnos y cómo acompañarlas durante todo su proceso de protección.”, insistía.
Por eso asegura que personas como Hellen Namuli, mediadora intercultural en la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), son fundamentales para proteger a las víctimas de violencia de género migrantes en nuestro país. Namuli, tal y como relató a Articulo 14 el paso mes de julio, se encarga “personalmente de llamarlas para seguir su evolución y les da su tiempo y espacio”.
Sin red de apoyo
Un trabajo que, a la vista de los últimos datos que manejamos sobre la situación de las víctimas migrantes, recogidos en el Informe Migradas: mujeres migrantes ante la violencia de género, presentado en el ministerio del Igualdad el pasado mes de noviembre, debería considerarse prioritario a la hora de aplicar medidas que garanticen su seguridad: el 31 % de las mujeres migrantes que participaron en este estudio señaló haber sufrido violencia de género en España. Y el 31% de las mujeres encuestadas, reconoció no tener ninguna red de apoyo. Ninguna.