Declaración ante el juez

Mouliáa y Errejón: dos versiones enfrentadas a puerta cerrada

Artículo14 accede a las declaraciones de Errejón y Mouliaá ante el juez. Entraron y salieron del juzgado por puertas distintas, declararon en salas separadas y dieron versiones contrapuestas

Rodeados de una espesa nube de periodistas, Errejón y Mouliaá entraron y salieron del juzgado por puertas distintas, declararon en salas separadas y dieron versiones contrapuestas. Ante el juez, ella mantuvo su relato del no consentimiento. A él no le habíamos escuchado hasta ahora: “Con 40 años no te pones a follar en casa ajena”.

”Si me dice que hay que escuchar a todas las mujeres que denuncian, ¿por qué no se cree el testimonio de la señora Elisa?”, interpeló el juez a un Íñigo Errejón que ayer tiró del aplomo del personaje político que fue para reclamar su inocencia fuera y dentro del juzgado. “En ningún momento ella dijo que no quería seguir, nunca dijo no. De hecho, ella tenía un comportamiento activo”, añadió. “Paramos porque no éramos dos adolescentes en casa ajena”.

Poco o nada se salió del mismo argumento repetido cual consigna de partido durante la hora que estuvo ante el juez: ella consintió. Sin titubeos. También sin repreguntas incómodas, pues Errejón no quiso contestar a una acusación que no se conforma siquiera con la versión que ha dado el expolítico de su dimisión hace casi tres meses: “No dimití por este caso. Había mensajes anónimos, pero esta denuncia es posterior. Yo estaba cansado y tenía planificado retirarme porque pierdo la confianza de mis dirigentes políticas. Militaba en un espacio en el que cualquier testimonio es válido, y no podía seguir siendo portavoz de Sumar y defender a la vez mi inocencia”.

Previo a estas palabras ante el juez, Íñigo Errejón había pedido más margen de tiempo para preparar su declaración por entender que podía verse vulnerada su defensa al ir demasiado pegado al turno de Elisa Mouilaá. A ella le bastaba con no cruzarse con él en los juzgados, ni en sala ni en pasillos.

Huidiza y comedida como nunca, Mouliaá parecía más aterida por la avalancha de medios que aguardábamos allí que por la gélida mañana de mediados de enero. Pese a que su vuelta a los platós se anuncia inminente, ayer sólo tenía agendada su audiencia ante el juez del 47. Y no fue fácil. Quienes asistieron a esa declaración a puerta cerrada hablan de un magistrado que ha estado especialmente inquisitivo, que la ha llamado al orden varias veces -como cuando insultó a Errejón- y que le ha preguntado sin ambages por qué no denunció antes. “No me atrevía por miedo a Íñigo. Tengo una hija…”. Y una depresión y un psicólogo que no la veía preparada, sumó en su explicación. También lo determinante que fue para ella el saber que había denuncias anónimas en redes sociales.

“Yo no he querido ir de víctima porque pretendía dar imagen de fortaleza para que otras muchas se atrevieran a denunciar”, aclaró, pese a que todavía hoy sigue siendo la única en dar el paso.

Espontánea en su relato, hasta el punto de romper a llorar ante el magistrado, Mouliaá salió agotada pero satisfecha. “Se ha ratificado en todo”, resumió su abogado, sin entrar en lo que la defensa de Errejón ha calificado de errores y contradicciones: que ahora no recuerde si él echó o no el pestillo en la habitación; que ahora hable de lagunas, de ir “muy ebria” y de la posibilidad de que él manipulase su bebida.

Cierto es que ni en sede policial ni en sucesivas entrevistas públicas mencionó la sumisión química, pero el resto de su declaración ha estado plagada de detalles sobre cómo y dónde la tocó, la besó, la vejó y humilló.

“Le dije que parara, que estaba incómoda”. “Se sacó el miembro viril para violentarme y dominarme”. “Me lamió los pechos…”. “Se me hizo eterno, hasta que forcejeé y me zafé”. “Al intentar salir me dijo ‘vale, pero nos vamos en 20 minutos’”. Son sólo algunos fragmentos de cómo recuerda Mouliaá ese primer acercamiento en una fiesta que ella data en septiembre y él en octubre de 2021, y por la que está previsto que el magistrado Adolfo Carretero cite a testificar a unas diez personas, aparte del taxista que luego los llevó a la casa del entonces dirigente de Más País. “Y en su casa volvió a besarme y tocarme, pero saqué fuerzas y le dije que no, que parase, que me iba: Tío, sólo sí es sí, parece mentira que esto me esté pasando contigo”, reprodujo ante el juez.

“Y se agobió porque su hija tenía fiebre y se fue”. Sin más, apostilló en su turno Errejón, para el que nunca hubo abuso ni agresión. No hubo un no. Todo es falso. Es más, su defensa ha adelantado que aportará en el juzgado las conversaciones que ambos mantuvieron por Instagram entre agosto de 2019 y abril de 2023, asegurando que Mouliaá borró los mensajes posteriores al encuentro de 2021 antes de interponer la denuncia. Algo que ella ha negado ya en sede judicial. De hecho, en lo único en lo que coinciden es que todos los mensajes “subidos de tono” que se mandaron por Telegram los escribieron por esa vía para no dejar ningún rastro.

Sea como fuere, sus divergencias están recogidas con atención por un magistrado que, cuentan fuentes de su entorno, está siendo muy celoso con la información que maneja de esta causa que hay quien califica de “acelerada”. Tanto como para que sea archivada en breve, pese a esos cinco días que ha dado a las partes para presentar nuevas pruebas o testificales que ayuden a clarificar unos hechos denunciados hace tres meses, pero ocurridos hace tres años.